“La lucha más importante es la que debes hacer dentro de ti”

Enric Montefusco

 Retrat d'Enric Montefusco © Dani Codina

De la conversación de una hora con el compositor y cantante Enric Montefusco (Barcelona, 1977) se  extrae que las ciudades son infinitas y que se podrían hacer muchos discos de cada barrio de Barcelona. Sin planificarlo, sus dos primeros álbumes en solitario, Diagonal (Buenasuerte/El Sello, 2019) y Meridiana (Sony, 2016), hacen referencia a dos de las principales arterias barcelonesas. Esta toponimia urbana le permite desgranar las vivencias como ciudadano y convertirlas en un ejercicio de exploración de la condición humana a través de un cancionero con sello propio que tanto bebe del folk y del rock como del flamenco. El excantante de Standstill, una de las bandas de referencia de la escena independiente del post-rock catalán, reflexiona sobre una nueva conciencia política mucho más transparente, sobre sus veinte años de trayectoria artística y sobre cómo ha llegado hasta aquí.

Has escogido la plaza de la Virreina de Gràcia para hacer esta entrevista.

Tengo muy buenos recuerdos de aquí. Para mí, es como un pequeño oasis dentro de la ciudad. Y, además, estamos cerca de la Diagonal...

Ahora, sin embargo, vives en el Empordà.

Me he ido dos veces de Barcelona en los últimos años y mi sensación es que la ciudad ha ido a peor. Las razones por las que me marché siguen vigentes y multiplicadas. Cuando has probado otro tipo de vida, a una escala más humana y sin toda esa información a tu alrededor, tan innecesaria, que te distrae, te pone de mal humor y te desvía de ti… ya no  quieres renunciar.

¿Esta distancia te permite hablar de Barcelona de otra manera?

El disco Meridiana lo compuse precisamente al tomar esta distancia de mi ciudad al poco tiempo de marcharme por primera vez. Necesitaba hablar de mi lugar de origen, de lo que sentía cada vez que entraba en mi barrio y no sabía cómo explicar...

¿De qué barrio eres?

Concretamente de la zona entre Navas y Sagrera, de la calle Espronceda, justo ante la iglesia aquella tan psicodélica y retrofuturista construida a finales de los años sesenta [la parroquia de Sant Joan Bosco]. Allí  hice la primera comunión y mi madre todavía va, en fin… Cuando decidí hacer Meridiana no pensaba seguir con la analogía metafórica en Diagonal, pero vi que se podía jugar con eso. Como no hablo de clases sociales, si no ya hubiera agotado los recursos, y hablo de temáticas, de ámbitos de nuestra vida, eso da para mucho más. Cuando me toque componer el próximo disco, no sé si me habré cansado de este juego.

En Diagonal, tu segundo disco en solitario, te sirves de toda la simbología que representa esa arteria.

En mi mundo, en la simbología que sin querer se ha acabado creando en mi cabeza, la Diagonal o sus alrededores han simbolizado el poder, el dinero, los negocios. Es allí donde te tienes que mover y vender si quieres prosperar. También hay otra Diagonal, muy diferente, en la otra punta. Recuerdo que tenía unos tíos que vivían por la zona alta de la Diagonal, que tenían otro estatus, y cuando los visitábamos era como un viaje a otro universo, a otra clase social. Desde pequeño lo he interiorizado así, a pesar de que, insisto, en mis discos nunca he tenido un discurso clasista. Más bien la simbología que empleo tiene que ver con el contexto social y político. La Diagonal representa el lugar por donde tienes que pasar si quieres prosperar y estoy seguro de que en cada barrio hay un espacio parecido por donde tienes que pasar también, en sentido metafórico.

Otros lugares de Barcelona también tienen una fuerte simbología, como la Rambla. ¿Te planteaste otras localizaciones?

La verdad es que no. Cuando compuse Meridiana no tenía pensado seguir con esta saga barcelonesa, pero cuando entendí lo que necesitaba sacar y cuál era el tema de fondo en las canciones, comprendí que Diagonal podría ser un disco complementario, una continuación o una respuesta a aquello que explico en Meridiana. Es decir, ¿qué ha pasado con las personas que hemos salido de aquellos barrios, en este contexto actual que nos ha condicionado tanto, y en el que tenemos que ganarnos la vida? A la mayoría nos ha dejado bastante jodidos y muy tocados por la educación que hemos tenido. La realidad que vivimos no es el que se nos vendió ni en casa, ni en la escuela, ni a la televisión. Y no solo tenemos la gran tarea de deshacer lo que nos han inculcado sino que, además, tenemos que encontrar un lugar en el mundo, y eso representa una montaña de problemas tal y como está montada la sociedad.

Diagonal se ha publicado coincidiendo con dos periodos electorales muy intensos y hay temas como “Himno de Europa” y “Hermosa España” con muchas referencias a la situación política actual. ¿De qué manera te ha influenciado el contexto político?

Yo, como todo el mundo, soy producto de todo este alud de información y de las cosas que pasan, y los hechos políticos de los últimos años han condicionado mi manera de ser, de estar en este mundo y de componer. Cada vez más he ido tomando una cierta conciencia en un grado muy diferente del que estaba acostumbrado. Vengo de la música hardcore y siempre he tenido conciencia de que lo que estaba haciendo tenía una vertiente y una lectura políticas, pero nunca lo había llevado a la superficie y a las letras, de una forma tan explícita como ahora, quizás por el cansancio o por la rabia. Nunca me había sentido indignado, y esto me ha empujado a ser mucho más directo.

También hablas de problemas actuales como la inmigración. ¿En algún momento te ha dado miedo de que tu disco estuviera demasiado cerca de la realidad?

No, porque a pesar de que los temas de los que hablo son vigentes, desgraciadamente seguirán pasando y vienen de lejos. Y en este sentido no me dan miedo y tampoco lo he pensado mucho. Estos temas me han ido saliendo espontáneamente y en ningún momento me he planteado vetarme o censurarme. Es otra de las cosas que he aprendido con el tiempo: a no limitarme y que mi mejor herramienta es no pensar en lo que estoy haciendo ni en la repercusión que tendrá. Tengo que dejarme llevar, no verme tanto desde fuera... Cuando intentas calcular los efectos de lo que pasará con tu obra, primero, no aciertas nunca y, segundo, estás demasiado condicionado y será menos verdad, dejará de ser una algo fresco.

¿Cómo se conjuga la libertad creativa con hacer discos que tienen que generar un rendimiento económico?

Nunca me he dejado condicionar por eso. Artísticamente, siempre he hecho lo que me ha apetecido hacer.

Cambiaste del inglés al castellano en aquel disco homónimo de Standstill de 2006...

Me pasé al castellano porque tenía una necesidad brutal de expresarme en mi idioma o en una lengua que dominara. Y si ahora hago canciones más directas es porque he llegado a un nivel vital donde necesito ser más horizontal y directo. Si eso es más o menos comercial a veces te va a favor y, a veces, en contra. A veces hago cosas que no entiende nadie, como por ejemplo puedo hacer teatro y que no lo entienda nadie. Son cosas que me voy encontrando en el camino pero que no me condicionan.

En Diagonal reflexionas sobre el poder del dinero.

Hablo sobre la contradicción entre lo que explico en el disco y lo que supone publicarlo. Hablo de esa dificultad. Nunca he intentado mostrarme como el bueno de la película que lucha contra los malos. Hay otra lucha, que es la que uno tiene consigo mismo, una lucha interna muy fuerte para descubrir aquello por lo que merece la pena luchar y aquello por lo que no, qué cosas haces por inercia y qué haces porque realmente lo necesitas. De toda esa lucha intento hablar en el disco: la lucha importante es esa que has hecho dentro de ti. La canción “La reconquista” habla de volver a conquistar las cosas importantes, aquellas que ponen en cuestión las dinámicas a las que el sistema nos vuelca para prosperar en la vida o encontrar un lugar cómodo en el mundo. La comodidad y el dinero siempre tienen un precio.

En la canción “Quien abre camino” hablas de las dificultades de la creación. El estribillo dice: “Quien abre camino no tiene quien le dé consuelo”. Esta frase evoca muchas cosas.

Escuchar un disco es un juego de proyecciones. Poder ofrecer esta flexibilidad de significados forma parte de la poesía; si no, ¡me dedicaría a hacer ensayos! La música, la poesía, la canción popular tienen esta capacidad de hacer de espejo de uno mismo y tratar los temas de una forma abierta para que no solo se puedan leer de una manera. Y cuando consigues encontrar un concepto o una frase acertada, que no pasa siempre, puedes encontrar muchas capas de significados. Esta frase se puede referir a quien está defendiendo la libertad de expresión desde una prisión, o al niño o el adolescente que se subleva contra su madre, o a la persona que intenta encontrar su vocación ante toda esta locura general que lo empuja a hacer cualquier otra cosa. Son temas universales que se pueden aplicar casi a cada cosa.

¿En qué punto de tu carrera llega Diagonal?

Todavía no tengo demasiada distancia con el disco, pero tengo la sensación de que no es tanto un disco con el que me toca mostrarme al mundo, sino que surge de haber pasado ya veinte años saliendo en la calle a vender tu historia, que de hecho es lo que he hecho hasta ahora. Y, además, haciéndolo de una manera muy íntima, intentando explicar al mundo quién soy, que necesito explicar y compartir, y que me he encontrado en ese camino. Cuando empiezas a vender y accedes a una dimensión más allá de tu realidad íntima, entonces empieza el juego, sobre todo si te tienes que ganar la vida. Y esto ha supuesto muchas lecciones, muchas hostias, muchos aprendizajes, de los que algunos salen reflejados en el disco. La canción “Bienvenido” habla de ello, de cuando por algún motivo, ya sea por un golpe de suerte o porque tienes talento, de repente el foco se pone sobre ti y te elevan y no eres consciente de lo que eso supone, en qué se están fijando en realidad, qué quieren de ti.

¿Has cometido muchos errores a lo largo de tu carrera artística?

¡Desde luego que sí!, ¡y de todo tipo! En general a todos nos falta perspectiva sobre las cosas y sobre lo que uno quiere hacer en la vida. En mi caso, encontré en la música una herramienta para expresarme y para volcar una frustración y un malestar muy fuertes que tenía. Y eso es una fuerza muy potente que tira de ti. Y, sobre todo en el mundo artístico, es fácil que pierdas de vista las cosas que realmente son importantes. Cuando empiezas a tener un cierto éxito, todavía se hace más difícil de gestionar: el precio de la ambición, el precio de la exigencia... Varias canciones de Diagonal  hablan de ello. Al final se trata de estar bien contigo mismo, aquí y ahora. Y nada más. No se necesitan grandes aventuras y grandes epopeyas, porque te traen más preocupaciones que otra cosa.

Podríamos decir que has pasado de la epopeya del hardcore de Standstill al formato más simple y directo del folk en tus discos en solitario. También ha evolucionado tu forma de cantar.

¡Mucho! Mi profesora de canto no entendía cómo podía gritar de aquella manera en los primeros discos de Standstill. Han sido varias cosas que han avanzado en paralelo. Por un lado, en las formas musicales, desde este arrebato o frustración inicial tan explícita del hardcore, el grito... Las formas cambian y he aprendido nuevos recursos. Ha sido un proceso en el que me he quitado muchos prejuicios y me he ido abriendo a nuevos lenguajes. De lo que se trata es de encontrar una voz propia y comunicar de la manera más directa posible.

Retrat d'Enric Montefusco © Dani Codina © Dani Codina

Parece que has hecho un camino de depuración general.

He llegado a hacer letras muy crípticas, con muchos juegos de palabras, con mucha sofisticación e intentando poner en juego una inteligencia que antes me estimulaba, pero hoy ya no tanto. Hoy me resulta más estimulante encontrar la palabra adecuada tanto para ayudarme a mí como para compartirlo con los demás. También está la cuestión de dónde pongo los esfuerzos. He llegado a hacer espectáculos muy grandes, y todavía los puedo hacer, con muchos participantes, mucho presupuesto, pero con el tiempo me he dado cuenta que quizás prefiero apostar por algo más sencillo y conectar con la gente. Prefiero no impresionar tanto y comunicar más. Al final todo desemboca en descubrir qué significan la música y la cultura populares.

En Diagonal hay muchas melodías de inspiración flamenca y también próximas a la copla. ¿Usar estos recursos musicales representa poner en valor tu propio legado cultural?

Es que nos tenemos que quitar prejuicios. Yo vengo de una cultura musical totalmente anglosajona. Personalmente, ha sido un viaje de ida y vuelta. Y si se trata de hacer música popular y no necesariamente moderna ni nada que pretenda ser nuevo, te encuentras con la música que se ha hecho aquí históricamente. No lo he buscado, me lo he encontrado. No voy de flamenco, simplemente quiero compartir en un disco todas aquellas influencias que me han llegado. Y si me sale una melodía aflamencada, la hago y punto, no me tengo que justificar de nada.

En Coros de medianoche (Buena Suerte-Sony 2018) colaboraste con músicos como Maria Arnal, Hermanos Cubero, El Niño del Elche, Albert Pla y Nacho Vegas, que siguen un camino parecido de aproximación a la música popular, el folk y el flamenco.

Hay un componente generacional. La mayoría de estos músicos, como el caso de Nacho Vegas, venimos de una cultura musical más indie, con la influencia anglosajona que supone. Todos hemos hecho un viaje diferente pero en una dirección parecida y cada cual ha encontrado una respuesta diferente y con mucho carácter.

Quizás tu estilo de hacer canciones sea el más denso de todos. En las letras hay una gran densidad de contenido y significados.

Encontrar el equilibrio entre forma y fondo es mi trabajo diario. Mi reto personal es convertir todas las vivencias y reflexiones en algo que se pueda compartir fácilmente.

¿Qué música estás escuchando ahora?

Ahora mismo muy poca. Me está costando mucho encontrar lo que le pido a la música. Como soy muy exigente conmigo mismo y pongo el listón muy alto, cuando lo aplico a la música que escucho me cuesta disfrutarla porque la analizo. En cualquier caso, me interesan los artistas capaces de tocar el alma y las letras capaces de llegar a los lugares más profundos usando un lenguaje universal. Se me ocurren maestros como Leonard Cohen, Jacques Brel, Nina Simone… És gente que ha conseguido una cosa muy difícil: ser popular y a la vez tener un discurso muy profundo y crítico.

¿Son los que has escuchado más en los últimos años?

Sí. La música popular no solo es expresiva, sino también sanitaria, es decir, tiene que tener un compromiso con su realidad y no tiene que ser complaciente con ella. Y no es fácil encontrarlo con artistas muy populares, es un equilibrio difícil que estoy buscando porque es fácil caer en contradicciones.

Tu música rezuma una cierta sofisticación, pero tanto en Meridiana como en Diagonal hay canciones que invitan a la gente a cantar contigo.

Creo que sí, porque he entendido que la música popular consiste en compartir, al buscar una catarsis colectiva, y en parte lo busco.

De hecho, en muchos conciertos acostumbras a bajar del escenario en algún momento y cantar entre el público rodeado de tus músicos...

Eso hace referencia a esa catarsis que supone la música popular. Una de las lecciones que me he llevado de los primeros conciertos de la gira de Diagonal es que después de una hora de concierto, de todo el despliegue de medios, del volumen, del sonido, de la amplificación… el público recuerda sobre todo el momento en que salimos allí en medio, cantando a capella. Casi no nos oímos, pero allí hay una energía real porque compartimos espacio, momento y lo vivimos con una horizontalidad literal. Esa es la energía que la gente se lleva a casa y es de eso de lo que tiene que tratar la música popular. Ese es su hábitat natural. La anomalía es la amplificación, que te obliga a subir a un escenario y ver las cosas desde ahí arriba. Desgraciadamente, no puedo hacerlo siempre por temas técnicos, pero ¡ojalá!

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