La Pedrera muestra la cerámica de Barceló

Peix blau, una pieza realizada en 1998. Foto: André Morin y Amassagou, 1995. Foto: David Bonet. © Miquel Barceló, VEGAP, Barcelona, 2024

Miquel Barceló (Felanitx, 1957) es conocido sobre todo por su pintura contundente y rotunda, matéricamente desbordante y de altísima cotización en el mercado del arte. Sin embargo, durante su estancia en Malí en los años noventa, las condiciones climáticas y la tradición local lo llevaron a experimentar con la cerámica. El próximo 8 de marzo, La Pedrera acogerá la primera gran exposición de cerámica de Miquel Barceló que se ha realizado desde 1999.

La cerámica tiene la peculiaridad de aglutinar, en un único lenguaje, elementos del resto de las gramáticas artísticas que la humanidad ha creado a lo largo de los milenios; en ella se concitan pintura, escultura, arquitectura, dibujo… Gracias a este hecho, tiene un potencial artístico que se sitúa en el nivel de las grandes disciplinas académicas de la historia del arte. De hecho, muchos de los grandes maestros (en terminología apolillada) del siglo xx han pasado en algún momento por la producción cerámica. Miquel Barceló no es una excepción.

Barceló es conocido por su pintura contundente y rotunda, matéricamente desbordante y de altísima cotización en el mercado del arte. Sin embargo, a pesar de alcanzar las mayores cotas de éxito a las que un artista vivo puede aspirar, el de Felanitx nunca ha perdido el contacto con los orígenes, tanto los literales —Mallorca— como los metafóricos, atávicos y comunes al resto de la especie humana. Es en este punto donde existe un fortísimo contacto con el hecho primario que permanece en las entrañas de la tierra: el agua, el polvo, el lodo… En otras palabras: el alma de la cerámica.

Las fases de Barceló

Como apunta el también mallorquín —en este caso, escritor y de Campanet— Pere Antoni Pons, a lo largo de su extensa y productiva carrera, Miquel Barceló ha transitado por hasta tres fases determinantes, que han servido para nutrir su formación como persona y como creador. La primera de estas fases tiene lugar durante la segunda mitad de los años setenta y buena parte de la década de los ochenta, momento en que fagocitó y digirió vorazmente y, en palabras de Pons, “de manera hiperconsciente”, la tradición artística de Occidente.

La segunda fase está marcada por la relación de Barceló con el continente africano y el momento en el que decide establecerse en Mali en los años noventa. Es aquí donde entra en contacto con lo más primario del arte: se deshace de todo lo que es superfluo y no solo llega a la esencia de la práctica artística, sino también a la esencia personal: esa “patria verdadera” que es la infancia. Es también en Malí donde el harmattan, el viento polvoriento que sopla constante desde el sur del Sáhara hacia Guinea, que complicaba mucho el hecho de dedicarse a la pintura, llevó a Barceló a experimentar con la cerámica.

El siguiente estadio que distinguimos en la trayectoria del artista mallorquín es el desarrollo orgánico de la etapa anterior: la conexión con las esencias más primitivas de la pulsión artística hace que entre en contacto con el arte rupestre. La visita a las cuevas de Altamira y Chauvet se convirtió en un punto de inflexión en su relación con las artes —que entiende como un todo, especialmente el cruce entre pintura y cerámica— y llega a desear pintar como un pintor moderno primitivo.

Las páginas del cuaderno de barro

Sin embargo, la inestabilidad política de Malí deparó un final abrupto en la relación del artista mallorquín con el país africano. Esto provocó que explorase otros rincones del mundo, principalmente en el continente asiático, como Nepal o Birmania, entre otros. Pero la realidad es que ninguno de estos viajes ha tenido un impacto tan reseñable como el de su estancia en Mali.

De hecho, la relación entre Mali, la cerámica y Miquel Barceló es la protagonista del documental El cuaderno de barro (2011), del cineasta Isaki Lacuesta. El film relata los últimos momentos de la relación entre el pintor y el país africano. El propio Barceló compartió su motivación para crear este registro: “Observé una marcada degradación de la situación política en Mali y, posiblemente, no podría volver nunca más. Consideré importante tener un documento que capturara mi vida allí”. Justamente, en el documental de Lacuesta encontramos la última representación de la performance Paso doble, a cuatro manos con el coreógrafo francés de origen yugoslavo Josef Nadj, cuyo punto central es la elaboración y destrucción de una gran pieza mural de arcilla.

En Paso doble encontramos los elementos que caracterizan la cerámica del artista de Felanitx: primitivismo, acción y transformación. Barceló siempre ha defendido que entiende la cerámica como una evolución más de la pintura, con la particularidad de que esta, al sobrevivir temperaturas altísimas, sublima en una sustancia distinta, casi inmortal, como las cerámicas clásicas surgidas de los yacimientos arqueológicos. Es precisamente esa alquimia transformadora la que, según el artista, marca la diferencia: parte de la tradición para llevarla más allá, con técnicas como la sobre torneada, que permite añadir relieve a las obras frescas, creando detalles intrincados y texturas en superficie, que Barceló aprovecha para acercarse al imaginario natural que ocupa gran parte de su producción cerámica y que puede apreciarse en obras como la célebre decoración de la capilla del Santísimo de la catedral de Palma, en Mallorca.

El próximo 8 de marzo, La Pedrera acogerá la primera gran exposición de cerámica de Miquel Barceló desde aquellas que tuvieron lugar en la Fundación Juan March de Palma y en el Museo de Cerámica de Barcelona, ambas en 1999. La muestra, titulada Barceló en La Pedrera. Cerámicas y comisariada por Enrique Juncosa, expondrá piezas realizadas entre 1995 y la actualidad, combinando el barro y la cerámica con pinturas y algunos bronces. El comisario destaca que ha habido otras pequeñas muestras y otras más grandes, como la del Museo de las Artes Decorativas de París, pero de un período temporal muy breve. La de Barcelona será la primera retrospectiva en materia cerámica del artista.

Barceló en La Pedrera. Cerámicas

Del 8 de marzo al 30 de junio de 2024.
Sala de exposiciones de La Pedrera

Muestra organizada por la Fundació Catalunya La Pedrera y comisariada por Enrique Juncosa. Incluirá piezas de cerámica realizadas desde 1995 hasta hoy, complementadas con pinturas, obras sobre papel y bronces.

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