La pobreza cultural

© Ajuntament de Barcelona / Paola de Grenet

Hay un gran desafío que corre el riesgo de quedar eclipsado por el cambio climático o la igualdad de género: el de la pobreza y el hambre. Hablaremos de cultura ecológica o feminista, porque las artes ya se han volcado en ello, pero ¿cuál será la cultura de la pobreza?

Los grandes retos a los que se enfrenta la humanidad exigirán un cambio cultural paralelo que ayude a crear nuevos hábitos y mentalidades. Tanto si hablamos de la transformación energética como del cambio climático, la conversión del mercado laboral o la igualdad de género, se deberán desplegar recursos de todo tipo, también desde la cultura, para generar una nueva consciencia ecológica, laboral, feminista o lo que corresponda. Además hay otro gran desafío que corre el riesgo de quedar eclipsado: el de la pobreza y el hambre, que afectará también al primer mundo.

Hablaremos de cultura ecológica o feminista, porque las artes ya se han volcado en ello, pero ¿cuál será la cultura de la pobreza? La pregunta se vuelve retórica cuando nos damos cuenta de que es muy difícil generar cultura desde la pobreza. Y más si el paisaje mental de los pobres acaba secuestrado por los mass media de la sociedad del espectáculo, ya sea por la televisión basura, las redes sociales o el internet gratuito.

La educación pública y los servicios culturales básicos gratuitos que procuran bibliotecas y centros cívicos son indispensables para que los ciudadanos puedan superar su pobreza cultural. Pero será imposible transformar la pobreza en un revulsivo cultural si no tomamos conciencia de la miseria que afecta a la cultura misma; si no prestamos atención también a la precariedad que afecta a la cultura de base, que pide apoyo institucional para articularse y dar a la pobreza la expresividad que necesita para hacerse presente.

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