La revolución fotografiada o la fotografía de la revolución

Las imágenes recopiladas en el libro dibujan un imaginario de resistencia contra la guerra y el fascismo, y al mismo tiempo constituyen un antídoto contra el sonambulismo generalizado del neoliberalismo capitalista.

Gráfica anarquista es un proyecto de investigación sobre iconografía anarquista llevado a cabo por el equipo del Observatori de la Vida Quotidiana. Este libro es la cristalización de este proyecto en el ámbito fotográfico durante los años de la revolución y la Guerra Civil, y cuenta con una exposición homónima en el Archivo Fotográfico de Barcelona.

La investigación materializada en libros como este nos permite imaginar con intensidad una de las experiencias revolucionarias más significativas de la historia contemporánea de Europa. No es casualidad que “imaginar” comparta raíz etimológica con “imagen” —del latín imago (retrato, copia)—, en el sentido de (re)crear o (re)producir unas circunstancias determinadas. Como se sabe, desde julio de 1936 hasta mayo de 1937, Cataluña fue el epicentro de una revolución social protagonizada por el proletariado más explotado de la sociedad, con su momento destituyente, la autodefensa contra el golpe de estado; y su potencia constituyente, las colectivizaciones. Durante unos meses, y parafraseando Joan Garcia Oliver, los “sin nombre”, los “nadie”, supieron articular un contrapoder social, político y económico, cimentado por décadas de autoorganización cotidiana, a través de una malla solidaria de apoyo mutuo en los barrios obreros, que permitió tergiversar de abajo arriba sus condiciones materiales de existencia. En realidad, adoptando una mirada larga, la Guerra Civil y la victoria fascista no fueron más que la expresión brutal de un ajuste socioeconómico impulsado por las clases dominantes, de cara a la imposición del capitalismo de masas y el mantenimiento disciplinario de una población trabajadora irredenta.

Imaginario de resistencia

Las imágenes recopiladas en el libro dibujan un imaginario de resistencia contra la guerra y el fascismo, pero también ilustran la eficacia de la revolución y la autogestión para generar una estética propia y realizar la vida: autodidactismo, escuelas populares, salud y cuidados, comedores colectivos, colectivizaciones. Resulta imprescindible la parte que narra la labor de la Oficina de Información y Propaganda de la CNT-FAI, nacida con el propósito explícito de constituir un archivo de la revolución, que encargó la producción de todo tipo de material gráfico (películas, fotografías, dibujos y carteles) a fotógrafos ajenos al movimiento como Campanyà o Pérez de Rozas, pero también, y sobre todo, a fotógrafas militantes como Margaret Michaelis o “la obrera del arte” Kati Horna.

Trabajos como este son importantes porque, si bien la guerra abierta acabó aquel glacial febrero de 1939, las funestas consecuencias materiales y simbólicas prosiguen hasta hoy. La miseria cultural, la culpabilización de las víctimas y, sobre todo, el conflicto inmanente, todavía persisten; llevamos dentro un trauma colectivo muy hondo, irresuelto y sin cerrar, que se ha transmitido de generación en generación. La memoria es un campo de batalla esencial en la lucha por la significación del presente, no tan solo por la necesidad de sutura del imaginario social o por el reconocimiento de procesos de reparación de luto y de dolor, sino sobre todo para comprender los cimientos antropológicos de la sociedad actual en curso.

En este marco, este libro parte del objetivo de revelar los negativos de la memoria para hacerla visible, como una invitación al despertar de la imaginación. Los hechos se nos proyectan en el cerebro, formando una imagen, a partir de la captura instantánea de unos momentos excepcionales. Así, lejos de convertirse en el cierre de un recuerdo del pasado, las imágenes pueden precisamente generar la apertura de potencialidades liberadoras para el porvenir. Las fotografías del archivo proletario, incluso en la era de la posfotografía, constituyen un antídoto contra el sonambulismo generalizado del neoliberalismo capitalista, son testigos mudos que hablan y que se erigen como imágenes-espejo hacia el presente de una historia realizada a contraluz.

Gràfica anarquista. Fotografia i revolució social 1936-39
Autores: Andrés Antebi Arnó, Pablo González Morandi, Teresa Ferré Panisello y Roger Adam Bernad
Ayuntamiento de Barcelona, 208 páginas
Barcelona, 2020

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