“Las editoriales independientes aportamos diversidad”

Laura Huerga

Retrat de Laura Huerga al seu despatx. © Clara Soler Chopo

La editora Laura Huerga (Barcelona, 1978) es un caso insólito en el panorama literario catalán. Con unos inicios profesionales completamente alejados del mundo cultural, fue el hábito lector y el amor por las lenguas que le inculcaron desde pequeña lo que la llevó, en 2011 y en plena crisis económica, a fundar Raig Verd, uno de los sellos independientes que ha protagonizado la explosión de nuevos proyectos editoriales que ha agitado el mercado catalán.

La editora en catalán de la Premio Nobel Svetlana Aleksiévich y del escritor africano Ngũgĩ wa Thiong’o, Laura Huerga ha construido un catálogo que vela especialmente por la diversidad cultural y lingüística y por el compromiso con las libertades y los derechos humanos. En este sentido, y convencida de que proyectos como Raig Verd han ayudado a ampliar el número de lectores en catalán y a ofrecer miradas nuevas, la editora cree que solo el vínculo con los lectores y los libreros podrá lograr que el sector editorial sobreviva, ahora puesto a prueba por la crisis de la covid-19.

¿Cuáles son tus orígenes lectores?

Los viajes de Gulliver marcó el inicio de mi lectura adulta, porque es la primera novela que me hizo pensar que en los libros había algo más que una mera forma de pasármelo bien. De ahí pasé a Borges y a Dostoievski.

¿Tu familia era lectora?

Mi familia era muy humilde. Mi madre nos crio a mi hermana y a mí con la ayuda de mi abuela, trabajando de mujer de la limpieza. En el colegio se estimulaba la lectura, pero fue nuestra madre quien nos impulsó a leer. Nos llevaba a la biblioteca y a comprar libros. A pesar de lo poco que teníamos, un libro era de primera necesidad.

Sin embargo, tus primeros pasos profesionales no tienen nada que ver con el mundo del libro…

Desde los catorce años he trabajado para ganarme la vida, pero cada trabajo me permitía aplicar lo que aprendía. En Decathlon puse en práctica mi conocimiento del francés, en la óptica aprendí a hacer webs y eso me permitió entrar en el mundo de la bolsa… Pero el objetivo siempre era ganarme la vida.

¿Qué papel han jugado las lenguas en tu vida?

Para mí, las lenguas han sido un instrumento de emancipación. Haber estudiado y ahora poder leer en seis lenguas me ha permitido tener un gran instrumento de independencia.

¿Cuándo decides dar el paso hacia el sector editorial?

El catalizador de esta decisión fue el 15M y la crisis económica que arrastrábamos desde 2007, pero en mi caso se materializó en 2011. Lo que veía en la bolsa era dramático y me sentía un instrumento del capital. Tenía el dinero, tenía el tiempo y decidí que no quería dedicar mi vida a trabajar en la bolsa.

¿Por qué te metes en el mundo editorial en un momento de crisis?

Veníamos de la crisis del 2007-2008, y en 2011 el mercado editorial se estaba rindiendo a las normas de la rentabilidad económica. El sector editorial siempre tiene una lucha con qué se puede vender con más facilidad y lo que hace falta es reducir este sesgo, no rendirse a la mera rentabilidad. Es evidente que todos, de una forma u otra, nos acabamos rindiendo a las leyes del mercado, porque sin vender nadie podría seguir; pero hay que hacer una cierta resistencia en tu catálogo, un equilibrio entre los que permitirán editar y los nombres que no lo tienen tan fácil. Hallar ese equilibrio óptimo es lo que quería hacer y es mi trabajo.

¿Costó mucho llegar a perfilar qué debía ser Raig Verd?

Durante el primer año, entre que creamos la empresa en 2011 y editamos el primer libro en 2012, estuvimos preguntando a libreros, conociendo las distribuidoras, escuchando a todo el mundo… Hay mucha gente con muchas ganas de ayudar. Por ejemplo, Javier Cambronero, de la distribuidora UDL, que falleció en 2013.

¿Quiénes eran vuestros referentes? ¿Teníais algún modelo?

Teníamos claro que no podíamos repetir cosas que ya se han hecho. Es decir, no queríamos crear un proyecto editorial que ya existiera. Se lo digo a cualquiera que viene a pedirme consejo: no puedes hacer un Anagrama hoy en día. Por contexto, por autores, por personas… es imposible repetir una experiencia editorial. Por eso teníamos claro que no podíamos emular ningún proyecto editorial que nos gustara, sino que debíamos empezar desde cero. Debíamos buscar nuestro camino, tomando todo lo que se había hecho bien en otras editoriales que nos gustaban, como Edicions de 1984, Quaderns Crema o la propia Anagrama. Es decir, las editoriales que nos hicieron lectores.

¿Ahora ya sois vosotros el referente a quien pedir consejo?

No sé si somos referente, pero somos accesibles. A cualquiera que se acerca a hablar con nosotros intentamos acogerlo, aconsejarlo, ayudarlo, como hicieron con nosotros cuando empezábamos. Debemos devolver lo que nos dieron.

El primer libro que publicasteis fue A dalt tot està tranquil, de Gerbrand Bakker. Este primer libro llegó ya con un premio bajo el brazo, el Llibreter 2012. Empezasteis con buen pie, pues.

¡Eso aún no me lo creo! Fue una bienvenida y una acogida muy especial por parte del Gremi de Llibreters. No teníamos muy claro qué significaba porque acabábamos de empezar, pero cuanto más tiempo pasa, más valor le doy. Incluso más que a los premios Nobel, o a otros premios que hemos podido añadir a nuestros libros. El Llibreter nos puso en el mapa literario, con un premio que galardonaba una idea a contracorriente, a un autor neerlandés, de una literatura prácticamente inexistente entre nosotros…

De hecho, uno de los rasgos distintivos de Raig Verd es poner a nuestro alcance obras, autores y literaturas que a menudo no nos llegan.

Para nosotros fue y ha sido siempre un eje transversal del proyecto. Como todo el mundo, yo también soy víctima de la invasión de la literatura y cultura anglosajonas. La mayor parte de la música, del cine y de la literatura que consumimos es anglosajona. La mayor parte de lo que se traduce viene del inglés y, por muy rica que sea su cultura, es imposible que la literatura inglesa produzca tanto y tan bueno y que, de lo contrario, las demás culturas no produzcan nada. De hecho, esta invisibilidad la sufrimos en nuestra propia casa con la literatura catalana.

En este sentido, ¿por qué apostasteis por una editorial en catalán? ¿Cómo lo habéis combinado con la edición en castellano?

Con el tiempo me he vuelto más activista y militante porque he sentido una necesidad personal, ya no tan colectiva, de hacerlo. Nacimos con la idea de hacer un catálogo similar en catalán y castellano, pero en seguida nos dimos cuenta de que había más trabajo por hacer en lengua catalana. Seguimos publicando en castellano, pero es evidente que somos más activos y activistas en lengua catalana. De la misma forma, el catálogo se ha vuelto más reivindicativo de una forma más obvia.

Hablamos, precisamente, del ensayo. Al principio, Raig Verd era una editorial básicamente literaria, pero habéis ido ampliando con libros de no ficción, de pensamiento y reflexión.

No publicamos tantos libros de ensayo, pero sí tienen mucha visibilidad. Son libros sobre temas actuales, sobre conflictos evidentes de nuestro entorno (fake news, censura, reivindicación de la calle, el papel de las humanidades), que me enriquecen y me dan aire. El ensayo me gusta mucho, pero me daba mucho medio. Y más aún hacer ensayo en lengua catalana, que prácticamente no se hace. Ahora puedo decir que es una de las experiencias más agradables de mi labor. La narrativa me encanta y es el fundamento de Raig Verd, pero el ensayo se ha convertido en un estímulo y una exploración al mismo tiempo. Actualmente publicamos un 80% de autores extranjeros en narrativa, pero en ensayo es prácticamente un 50-50.

Hasta habéis publicado a una tal Laura Huerga… ¿Cómo fue el paso de escribir un libro tú misma?

Tú, calla! nace de una necesidad en un contexto en el que se crea una ley —la Ley Mordaza— para censurar al ciudadano, en esta dicotomía entre ley y justicia, que hace que una ley sea legal pero no necesariamente justa. Junto a Blanca Busquets, con quien tengo una complicidad enorme y quien compartía esta misma inquietud, quisimos profundizar en esta reflexión. Al final, se convirtió en un libro porque creíamos que teníamos algo que decir.

¿El compromiso forma parte del estilo de Raig Verd?

Creo que al principio era más velado, menos evidente. Quizá no me atrevía tanto a explicitarlo, pero se ha ido volviendo más claro con el tiempo y hemos convertido la editorial en una herramienta de reivindicación evidente.

Cuando se habla de vuestro catálogo, a menudo se dice que es “literatura exigente”.

Yo al lector no le pido nada, y jamás he sentido que los autores que tenemos le pidan nada. Tenemos autores muy generosos, que responden al lector con una humildad absoluta. He tenido la suerte de conocer a la mayoría de los autores a quienes he publicado y no hablaría de exigencia. Al contrario. Además, ¿qué significa exigencia? ¿Que son más difíciles de leer? Todo dependerá de lo que uno espere de la literatura. Si solo te interesa pasar el rato, puede que te parezcan exigentes… Pero todo depende del libro, ¡también tenemos algunos que te harán pasar un buen rato!

¿Cuántos libros publicáis al año?

Solíamos publicar diez, pero este año hemos tenido que saltarnos nuestros propios límites. Al final, el verdadero límite está en lo que yo pueda asumir. Estamos haciendo más libros, pero todos pasan por mis manos. En el momento en que yo no pueda asumirlo, como soy muy controladora, tendré la sensación de que pierdo el control del barco y bajaremos el ritmo. Al final, hay editoriales que hacen sesenta libros al año sin perder su personalidad. De todas formas, la idea sería mantener un límite de dieciséis o dieciocho libros al año.

Decías que todo pasa por ti. ¿Raig Verd es un proyecto muy personal de Laura Huerga?

Algo que se me da muy bien es rodearme de personas muy buenas. Tengo la suerte de encontrar a personas muy buenas en su trabajo que le dan su toque personal. Que todo pase por mí no significa que todo Raig Verd sea yo.

La figura de los traductores en este equipo debe de ser fundamental.

Para nosotros son la base y, al mismo tiempo, son amigos. Forman parte de este pensamiento crítico que hay detrás de la editorial. Al margen de su implicación y de hacer que se sientan valorados, las condiciones de tiempo y remuneración tienen que ver con ello y hacen que su trabajo sea sólido.

La proximidad con el lector y con el librero debe de ser muy estrecha.

Gracias a las redes sociales tenemos un contacto muy cercano con el lector y hemos podido crear una comunidad estrecha. Ahora mismo tenemos 180 suscriptores a través de la plataforma de micromecenazgo L’Aixeta que aportan dinero a la editorial y reciben tres libros, sean cuales sean. Al margen de eso, hay gente que nos compra cada libro que sacamos. Esta red se ha podido crear a través de los libreros. Creemos en las librerías de proximidad que crean comunidad y desempeñan todos los papeles. Hemos trabajado con ellas muy de cerca, y cuidarlas ha hecho que una parte de su comunidad sea también la nuestra.

Vuestro nacimiento coincide con la explosión de las pequeñas editoriales en Cataluña. ¿Cómo os relacionáis entre vosotras?

Creo que nosotros y otras editoriales independientes como Males Herbes y Persicopi, que son de la misma época, aportamos diversidad y, como no publicamos los mismos libros, lo que hacemos es ampliar la oferta. No nos peleamos entre nosotros, sino que estamos ganándole lectores a la lengua castellana. Estamos permitiendo que los lectores catalanohablantes encuentren los libros que les interesan en su lengua. Depende de nosotros la labor de ampliar el millón de lectores en lengua catalana y, por eso, debemos hacer un buen trabajo.

¿Es este el momento de editoriales como Raig Verd?

Sería el momento de que aparecieran más editoriales pequeñas independientes especializadas. Y cuantas más, mejor. Pero no porque una editorial grande o mediana sea mala, sino por la diversidad que ofrecen.

Hablemos de los autores de Raig Verd. En primer lugar: Svetlana Aleksiévich, Nobel de Literatura 2015.

Publicar el primer libro, Temps de segona mà. La fi de l’home roig, traducido por Marta Rebón, nos llevó dos años de trabajo, y cuando contaba a periodistas y editores que había comprado un libro de una escritora rusa que explicaba el paso del comunismo al capitalismo, todos fruncían el ceño. Me decían: “¿Estás loca? ¡Eso no se venderá!”. Y, de hecho, yo creía que vendería unos 200 como mucho, porque era muy especializado. Pero llevaba cien páginas en francés y ya estaba decidida a publicarlo.

Y va y gana el Nobel…

Fue una sorpresa increíble. Me iba para casa  y me llaman de TV3. Yo estaba en los ferrocarriles, sin batería… Fue una odisea. Cuando llamaron a la editorial, las chicas se pusieron a celebrarlo. Fue muy bonito, pero inesperado.

Otro autor destacado de Raig Verd es Ngũgĩ wa Thiong’o.

Retrat de Laura Huerga en un balcó. © Clara Soler Chopo Retrato de Laura Huerga. © Clara Soler Chopo

Es un autor que teníamos claro que queríamos editar, y que queríamos hacerlo en catalán. Descolonitzar la ment estaba publicado en castellano en versión de bolsillo, pero hicimos una campaña de micromecenazgo y en seguida tuvo una repercusión muy importante. Y luego ganó el Premi Internacional Catalunya.

Publicarlo es una forma de posicionarse, en relación con lo que decías de ampliar las voces respecto de la omnipresencia anglosajona.

Es una elección consciente y buscada. Siempre tratamos de hacer una reflexión crítica sobre nosotros mismos y vimos que no sabíamos ni habíamos publicado nada sobre África. Nos dimos cuenta de que no se publicaba prácticamente nada de literatura africana. Él es una de sus voces más destacadas y referentes. Y es referente también en la cuestión de las lenguas, en la reflexión sobre la importancia de las distintas lenguas que hace en Desconolitzar la ment, por ejemplo.

¿Cómo es vuestra relación con los autores?

Sé que en el mundo editorial te encuentras de todo, pero he tenido mucha suerte de encontrarme con gente generosa, humilde, accesible… que se corresponde mucho con el tipo de libro que hacemos y con los valores que buscamos.

¿A qué autor te sientes más orgullosa de haber editado?

Si no hubiese ganado el Nobel diría que Aleksiévich, por la apuesta por algo inaccesible y desconocido que comportaba. Pero cada año diría un autor distinto. Ahora te diría que a Magdalena Tulli, una de las autoras de resistencia del catálogo, una de las voces más importantes de la literatura polaca.

Qué importante es apostar por escritoras. ¿Es voluntad o casualidad?

En un momento determinado me di cuenta de que habíamos publicado a muchos hombres para ser una editorial formada por mujeres. Mi biblioteca también se compone mayoritariamente de hombres. Y por eso toca luchar contra esta inercia que nos lleva a publicar, a leer, a comprar libros escritos por hombres. Lo que ahora hacemos mucho es investigar, buscarlas. A las mujeres a quienes publicamos — Smith, Ursula K. Le Guin, Magdalena Tulli, Nnedi Okorafor, etcétera—, las hemos ido a buscar.

Hablemos del momento actual. ¿Cómo habéis vivido la situación del coronavirus?

Es difícil hablar por todo el sector del libro o incluso por las editoriales independientes, pero dentro del mundo de la cultura, somos de los menos afectados. Se han cerrado las librerías dos meses, coincidiendo con San Jordi, pero somos de los menos perjudicados comparados con los que necesitan un público presencian: cines, teatros, conciertos. Si nos vuelven a confinar, podemos seguir vendiendo libros. Puedo seguir haciendo mi trabajo —aunque el confinamiento afecta a la concentración, la conciliación es complicada— pero un concierto no se puede hacer desde casa.

¿Cómo os ha ayudado vuestra comunidad a superar este trago?

Tal vez hasta ahora no era lo suficientemente consciente de su apoyo, porque en el momento en que hemos hecho un llamamiento a nuestros lectores, ha sido impresionante. Esta conciencia de los lectores de querer que proyectos como los nuestros sigan adelante y de contribuir comprando nuestros libros es lo que nos salvará. El año que viene, si podemos decir que hemos sobrevivido, será gracias a los lectores.

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