Uno de los grandes centros cerámicos españoles del siglo XVI fue el de Talavera de la Reina (Toledo), que recibió el apoyo de la corona a través de numerosos encargos para sus palacios, y en consecuencia pasó a ser de interés también para la burguesía y la nobleza. Del mismo modo, los grandes monasterios, como El Escorial, Yuste o Silos, se abastecían de cerámica de Talavera para sus vajillas o farmacias.

El éxito de su producción –platos, dispensadores de agua, jarras, frascos de farmacia– permitió una evolución que los estudiosos han rastreado a partir de sus elementos decorativos o del uso de colores: mariposas, helechos, herrajes, tricolores, policromías, entre otros. La colección del Museo destaca tanto por la cantidad de piezas como por la singularidad de algunas de ellas.

A pocos kilómetros de Talavera se encuentra la localidad de Puente del Arzobispo, otro importante centro cerámico que repite muchas de las series de Talavera, siendo muchas veces difícil determinar a cuál de los dos centros pertenece una pieza, mencionándose su procedencia como Talavera-Puente del Arzobispo.