LA COCINA OLVIDADA DE LA BARCELONETA

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La cocina olvidada de la Barceloneta

A raíz de los primeros encuentros organizados por Memoria Viva en colaboración con el Distrito de Ciutat Vella para mapear diferentes iniciativas comunitarias entorno la memoria de sus barrios, a finales de 2018 iniciamos un proceso de colaboración con un grupo de mujeres del Casal de Gent Gran Mediterrània de la Barceloneta.

 

Después de unas primeras sesiones en las que se planteó la posibilidad de trabajar entorno a los “paisajes sensoriales” del barrio, aparece la cocina como un espacio y una actividad crucial tanto para la memoria individual de las mujeres como para la memoria colectiva de un barrio marcado, precisamente, por la actividad pesquera. Es entonces cuando se incorpora al proceso de investigación y creación la Marina Monsonís, artista, cocinera y vecina de la Barceloneta, con quien profundizaremos en la idea de restituir y rememorar ingredientes, preparaciones y formas de vida vinculadas a la pesca y al barrio. Durante todo el año se desarrollan sesiones semanales en las que cocinamos, conversamos y debatimos sobre cómo se conectan los alimentos con la cultura y la historia del territorio.

 

En esta investigación aparecen tres escenarios clave: la barca, el mercado y la cocina. Estos tres lugares conforman un itinerario que articulará la acción “La cocina olvidada de la Barceloneta”, organizada con motivo de la Fiesta de Comunidades de Memoria en octubre de 2019. Durante los meses previos se colaboró con el Casal de Gent Gran Comerç, donde el grupo de danza dinamizado por el colectivo QuimBel-do crea varias coreografías que se integrarán en la acción.

 

La acción tuvo finalmente dos escenarios: un primero en la playa, donde se habló de la pesca y el puerto de la Barceloneta, y un segundo en la plaza del mercado en el que, mientras se cocinaba un arrossejat de pescado y una ensalada de arenque, se hacía memoria de los saberes gastronómicos populares y el trabajo de curas históricamente llevado a cabo por las mujeres.

 

Durante la acción se utilizaron elementos creados previamente a lo largo del proceso colectivo de trabajo hecho con el grupo de mujeres en el Casal de Gent Gran Mediterrània. Uno de estos fueron unas paneras de mimbre, hechas a imagen de las que usaban los pescadores para llevar el pescado de la barca a tierra, que fueron fabricadas por el grupo durante un taller de varios días con la artesana Mònica Guilera. Otros fueron los delantales estampados con figuras de peces mediante la técnica gyotaku, que hacían referencia a los delantales ornamentados y personalizados por las propias paradistas del mercado.

 

Al poco tiempo el trabajo del grupo se vio interrumpido por la emergencia sanitaria sin que, actualmente, se haya podido retomar. No obstante, este proceso dio pie a la puesta en marcha del espacio de cocina “Conservas litorales” en la Marina, desde el que también se ha abordado el pasado pesquero del barrio —mucho menos conocido que el de la Barceloneta—, conectando así dos extremos del litoral de la ciudad.

 

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