El modelo de Barcelona en el contexto europeo

Ilustración © Cinta Fosch

Las ciudades se convierten en actores clave ante el reto europeo de construir un modelo de vivienda centrado en las personas. En este contexto, Barcelona se está convirtiendo en un referente y en un laboratorio para una estrategia basada en los derechos, que desvía la trayectoria histórica a través de la diversificación de los modelos de vivienda y del aumento de la oferta de alquiler social mediante la construcción, la reforma y la compra.

Housing Europe es una entidad que tiene como objetivo conseguir una vivienda digna para todos, tanto en la UE como en todo el mundo. Nuestra meta es mejorar el marco legislativo de la UE para que promueva la consecución de este objetivo y apoye las políticas nacionales que se mueven en la misma dirección. Gran parte de nuestros esfuerzos son a escala europea y nacional. Sin embargo, cada vez es más evidente que las ciudades están a la vanguardia del reto de la vivienda y que son actores clave a la hora de alimentar un modelo centrado en las personas y de albergar una narrativa más allá del crecimiento. Varias urbes se han movilizado en la UE para optar a subvenciones, para mejorar la normativa que afecta sus ambiciones relativas a la vivienda y para acceder al conocimiento y a la información sobre cómo gestionan otros países y ciudades este reto. Barcelona es una de estas ciudades, junto con París, Ámsterdam, Lyon, Bolonia y otras, que están dejando huella y liderando un nuevo plan para la vivienda.

Aunque son muchas las ciudades europeas que se enfrentan a este reto, Barcelona se ha mostrado especialmente dinámica y abierta a nuevas ideas en los últimos ocho años, y se ha convertido en un punto de referencia de las políticas progresistas de vivienda. Encarna el Zeitgeist actual, que se caracteriza por un reconocimiento de la necesidad de reformular nuestras políticas de vivienda después de décadas de liberalización y dependencia de las fuerzas del mercado. El hecho de que el IV Festival Internacional de la Vivienda Social (ISHF), celebrado en Barcelona el pasado mes de junio, haya atraído a 2.100 personas de 82 países ha puesto de manifiesto este interés creciente.

La política de vivienda en las ciudades europeas

Respecto a la vivienda, lo necesario es un cambio de perspectiva. No hay que preguntarse “¿Dónde podemos alojar a la gente que no puede hacer frente a los precios del mercado?”, sino “¿Dónde quiere vivir la gente, cómo quiere vivir y cómo podemos definir sistemas de vivienda para alojarla y para garantizar sociedades más funcionales?”. Durante los últimos ocho años, Barcelona ha intentado adoptar esta perspectiva y se ha convertido en un laboratorio para una estrategia gubernamental basada en los derechos. Las políticas pueden agruparse en mejor normativa, mejores subvenciones y mejores conocimientos. Existe una carencia de datos comparativos precisos de las ciudades. Sin embargo, está claro que, en Barcelona, las políticas están teniendo resultados en forma de aumento de la vivienda de alquiler social por medio de la construcción, la reforma y la compra.

Para mejorar el conocimiento, Barcelona ha desarrollado un observatorio de la vivienda, ha implicado a la gente directamente en la toma de decisiones y se ha apropiado de políticas de éxito de toda Europa y más allá. Se ha incrementado la financiación para construir más vivienda pública, social y de alquiler, pero también se ha utilizado capital privado para financiar la creación, con ánimo de lucro limitado, de vivienda de alquiler asequible indefinidamente y adquirir hogares del mercado privado. Barcelona también ha trabajado en la definición del sistema con la regulación del alquiler de corta duración, los alquileres privados y la venta.

Comparación de Barcelona: baja proporción de activos públicos y sociales

Tenemos un volumen de datos creciente que justifica la necesidad de disponer de una cantidad mínima de vivienda regulada, ya sea pública, con ánimo de lucro limitado, cooperativa o dirigida por la comunidad, con el fin de maximizar el efecto amortiguador en los precios del mercado privado. Se trata de una estrategia de modulación que se diferencia de la fijación de precios en que proporciona vivienda para los más vulnerables y asume que el mercado satisfará las necesidades generales de la población. Desde esta perspectiva, Barcelona, con solo un 2% de vivienda de alquiler pública, está en una situación mucho más difícil que la mayoría de las ciudades europeas, donde se supera el 10% de media, encabezadas por París, que tiene un 30% y la intención de llegar al 45%; Zúrich y Copenhague, con un 30%; y, por supuesto, Viena, que es el punto de referencia, con más de un 50%. Barcelona no tiene espacio para crecer y, por tanto, debe centrarse en aumentar la densidad de viviendas y en optimizar el uso de los edificios existentes.

Esta baja proporción de vivienda pública o social es debida parcialmente a que la intervención pública en el mercado de la vivienda en Barcelona y en España se ha orientado principalmente a promover el acceso a la propiedad. Es una característica que comparten muchos países de la región mediterránea de Europa, donde las ciudades también se enfrentan a una reducción del mercado privado de larga duración debido al aumento de los alquileres de corta duración.

Desviación de la trayectoria histórica

La vivienda, por su naturaleza, a menudo tiene una trayectoria histórica fijada. Esto significa que, cuando un país tiene una forma concreta de proporcionar vivienda, raramente la cambia. Barcelona se ha convertido en una excepción, ya que se ha desviado de su trayectoria histórica y ha introducido un modelo de cooperativas en cesión de uso, típico de Alemania y Suiza, un sistema de vivienda de cooperativa de alquiler que se suma a las tradicionales cooperativas de propiedad, junto con la provisión pública de vivienda social de alquiler y de propiedad. Además, inspirada por las asociaciones de otros países europeos, Barcelona ha introducido un nuevo marco jurídico, que permite la cooperación público-privada en el suministro de alquilar social. La ciudad también ha trabajado para garantizar que una proporción de cada nuevo proyecto inmobiliario sea vivienda social, de acuerdo con un modelo de cuotas que ya se ha implementado en Francia, el Reino Unido e Irlanda. Esta desviación de la trayectoria histórica también se está produciendo en otras ciudades, con un creciente interés por diversificar los modelos de vivienda cooperativa y replicar el modelo de fideicomiso de suelo de la comunidad (CLT, community land trust).

Inclusión de comunidades y voces locales en la planificación de la vivienda

Barcelona ha establecido un Consejo de la Vivienda Social para proporcionar un espacio de participación ciudadana, que sirva para generar opiniones, proponer ideas y promover los resultados de sus análisis. De esta forma, se garantiza la transmisión constante de la información, especialmente cuando hay cambios de política innovadores. Este es un hecho bastante específico de Barcelona y que espero que ayude a garantizar la continuidad, más allá de los ciclos políticos.

Una referencia para la comunidad política internacional

El ISHF ha sido la culminación de ocho años de esfuerzos. Más de 2.100 personas procedentes de 82 países visitaron Barcelona para debatir cómo los sistemas de vivienda ya establecidos y de reciente implantación afrontan retos similares. Más de 200 organizaciones —muchas de las cuales son socias y miembros de Housing Europe— se han implicado activamente en la gestión de 30 eventos paralelos, así como en las 25 visitas a viviendas públicas y cooperativas ejemplares, el mantenimiento de 20 estands y 6 exposiciones, todos distribuidos en 8 recintos distintos de la capital catalana. El Ayuntamiento de Barcelona, anfitrión local del ISHF 2023, ha organizado una edición fantástica, y esperamos que la próxima, que tendrá lugar en Dublín en 2025, siga la tradición.

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