Políticas municipales para la inclusión digital

Barcelona Metròpolis 123 - Bretxes digitals

Ante la necesidad de no dejar a nadie atrás, las ciudades impulsan proyectos para la inclusión digital, facilitando el acceso y el uso de las nuevas tecnologías. Para ello, Barcelona ha creado la figura de los agentes TIC, el Cibernàrium impulsa la capacitación tecnológica y, en Trinitat Nova, se ha iniciado el proyecto piloto “Connectem Barcelona” para fomentar la inclusión digital en los barrios.

Tenemos un nuevo problema en la agenda pública: la brecha digital. No es que la problemática no existiera anteriormente, pero ha mutado de tal modo que requiere nuevas respuestas. La hiperdigitalización de la sociedad, un fenómeno propio de principios del siglo xxi, se ha visto acelerada con la pandemia, especialmente a partir de los confinamientos duros. Tal y como pronosticaba en el año 2000 el sociólogo Manuel Castells, este hecho nos ha conducido a una realidad híbrida, donde las dimensiones presenciales y virtuales convergen y se confunden. Hemos podido utilizar —e incluso disfrutar— el potencial de las disrupciones digitales, pero, al mismo tiempo, todos aquellos que en mayor o menor medida no son capaces de utilizarlos se encuentran en riesgo de caer en la brecha digital. Cuando la dimensión digital tiene tanta presencia y relevancia en nuestro día a día, caer en esta brecha es sinónimo de exclusión social. Hoy constatamos que internet, lejos de ser algo accesorio, se ha convertido en la puerta de acceso a servicios y derechos fundamentales.

Ante esta emergencia digital, y teniendo en cuenta los nuevos matices de este problema, en octubre de 2020[1] el Ayuntamiento de Barcelona llevó a cabo una encuesta para conocer en profundidad la realidad de la brecha digital en la ciudad bajo el impacto de la covid-19 y, a través de nuevas políticas públicas, dar nuevas respuestas para la inclusión digital. A partir del análisis de las tres dimensiones que configuran la brecha digital —acceso a internet, dispositivos y uso de las tecnologías— hemos obtenido una fotografía meticulosa.

En cuanto al acceso a internet, el 8,1% de los hogares no están conectados. La falta de acceso se concentra en las personas mayores de 74 años. Los hogares que no se conectan por razones económicas son solo el 1% de la población, unas 6.000 familias aproximadamente. Si nos fijamos en los dispositivos, aunque prácticamente todo el mundo dispone de teléfono móvil, empezamos a ver las primeras diferencias por clase social. Así, en los hogares de renta más alta, la media de dispositivos electrónicos es de 6, mientras que la cifra desciende a 4,7 en los domicilios donde el nivel de renta es más bajo. Estos datos son relevantes porque no basta con disponer de un ordenador o dispositivo por familia, sino que se necesitarían tantos como miembros vivan en el hogar.

Las mayores diferencias aparecen cuando se analiza cuál es el uso que se hace de internet, que está directamente asociado a la capacitación digital. Los factores que influyen son principalmente la edad, el nivel de estudios, la renta y la situación laboral. En términos generales, el uso decae a partir de los 60 años. La edad de jubilación marca también un uso menos intensivo. Por nivel formativo, las personas que tienen estudios posobligatorios son las que sacan mayor provecho de internet. La renta, sin embargo, no tiene un impacto significativo en términos generales en el mayor o menor uso de la red.

Si miramos los datos en detalle, cuando se trata de realizar trámites digitales con la Administración para acceder a servicios o prestaciones, constatamos diferencias importantes. Por ejemplo, en las áreas de renta media o alta, más del 75% de las personas ha realizado algún trámite electrónicamente con la Administración, mientras que en los barrios con renta baja lo ha realizado el 63,7%. Entre las personas mayores de 74 años, el acceso a estos servicios se reduce hasta el 34,2%. Las cifras ponen de relieve la importancia que tiene la capacitación. De hecho, esta es la variable que más determina la brecha digital.

Acciones para reducir la brecha: agentes TIC, Cibernàrium y “Connectem Barcelona”

Ante este contexto, el Ayuntamiento ha impulsado algunas respuestas en forma de acciones y políticas públicas; unas son de carácter coyuntural, pensadas para hacer frente al confinamiento, y otras han sido pensadas frente a un nuevo contexto a largo plazo. Al empezar la pandemia se desplegó un plan de choque para la inclusión digital[2]. Entre otras medidas, el plan incluyó la donación de dispositivos para acceder a formaciones de inserción laboral en línea, se implementaron mentorías virtuales dirigidas a las familias para que aprendieran a utilizar las plataformas digitales escolares y se desplegaron por el territorio agentes TIC para realizar acompañamiento en la tramitación digital.

Los agentes TIC son trabajadores del Ayuntamiento de Barcelona que, de forma presencial a partir de citas concertadas, acompañan a las personas que necesitan ayuda para tramitar electrónicamente prestaciones como el paro o el ingreso mínimo vital. El programa “Agentes TIC” se ha consolidado como servicio municipal, ya que existe un porcentaje de la ciudadanía —nada despreciable— que necesita un acompañamiento para la tramitación de servicios digitales, ya sea por las dificultades de los trámites o bien por sufrir la brecha por falta de acceso, dispositivos o uso de las tecnologías.

Compartimos algunos indicadores que ilustran el servicio que ofrecen los agentes TIC. El 57% de los usuarios de este servicio son mujeres y la mayoría son personas de entre 25 y 55 años. Se trata de una franja de edad relativamente joven, ya que muchas de estas personas son perceptoras de prestaciones por desempleo o del ingreso mínimo vital. Con este dato se rompe el tópico de que la brecha digital afecta única o principalmente a las personas mayores. En cuanto al tipo de asesoramiento, el 29% de las demandas son para descargar información y documentación en línea (vida laboral, certificado de empadronamiento, información de renta, etc.). En segundo lugar, con el 21%, están las demandas de cita previa para realizar algún trámite (DNI, SEPE, OAC…). Y, en tercer lugar, la demanda más significativa es la gestión de certificados digitales.

A su vez, Barcelona Activa —y concretamente el Cibernàrium, el servicio de divulgación y capacitación tecnológica que acredita más de veinte años de experiencia— ha aumentado y diversificado la oferta formativa para adaptarse a las nuevas necesidades. Actualmente, sigue ofreciendo formación tecnológica básica con cursos de ofimática o de navegación por internet, pero también incorpora formación digital transformadora alineada con las demandas del mercado de trabajo, como cursos de programación web, gestión de datos o marketing digital, entre otros. El Cibernàrium dispone de 14 puntos físicos donde llevar a cabo la formación presencial (en el 22@, en Nou Barris y en las bibliotecas municipales) y un entorno virtual para realizar formación en línea. Anualmente se forman alrededor de 15.000 personas en competencias digitales.

Cabe mencionar también el proyecto piloto de inclusión digital en los barrios “Connectem Barcelona”. Impulsado por el Ayuntamiento, con el concurso de más 30 entidades, empresas e instituciones, comenzó con una prueba piloto en septiembre de 2021 para desplegar una respuesta integral en las tres dimensiones de la brecha digital en Trinitat Nova. Durante un año, 400 familias de este barrio tendrán acceso a internet, dispositivos y acompañamiento, y se evaluará el impacto que ha significado para estos hogares disponer de herramientas tecnológicas y asesoramiento de calidad. El proyecto debe servir para evaluar el impacto en el empoderamiento personal que proporciona el uso de internet, y al mismo tiempo para evaluar las herramientas actuales que ejecuta el consistorio para hacer frente a la emergencia digital con el objetivo de modificarlas, si es necesario.

Qué hacen las ciudades de todo el mundo para combatir la brecha digital
Aunque los contextos de cada ciudad son diversos[3], emergen elementos comunes cuando realizamos un análisis comparado entre las ciudades de todo el mundo para ver cómo abordan las políticas para combatir la brecha digital. Los gobiernos municipales se han acercado de forma más holística y más centrada en la inclusión que en el componente digital.

La autoridad metropolitana de Burdeos, Bordeaux Métropole, está desplegando una red de wifi pública para garantizar que todos sus habitantes tengan acceso a los servicios digitales básicos. Burdeos ha pasado de una visión del wifi como una herramienta complementaria que “está bien tener” a entenderla como un servicio básico que permite responder a demandas sociales y garantizar la inclusión. Durante la pandemia, aparte de la conectividad, Bordeaux Métropole prestó tabletas digitales a través de los centros de educación primaria a aquellas familias que no disponían de dispositivos inteligentes en casa, y desarrolló un software para enseñar los elementos básicos para navegar por los portales digitales municipales. También contrató a personal —un perfil híbrido entre trabajador social y formador multimedia— para ofrecer acompañamiento a los usuarios.

La ciudad de Buenos Aires tiene muchas dificultades en términos de estabilidad y velocidad de conexión a la red, especialmente en las urbanizaciones informales. Por eso, el Ayuntamiento está desplegando una red wifi municipal pública, la BA WiFi, que funciona de forma gratuita en espacios públicos y no tiene limitaciones de tiempo. En cuanto al acceso a los servicios públicos digitales durante la pandemia, Buenos Aires implementó el proyecto Boti, destinado a proporcionar una comunicación directa a través de WhatsApp entre el Ayuntamiento y los habitantes sobre cuestiones relacionadas con servicios públicos como el transporte o la salud.

En Johannesburgo, solo el 40% de la población tiene acceso a internet a través de dispositivos inteligentes. Por ello, el Ayuntamiento, además de digitalizar cada vez más servicios públicos a través de la plataforma e-Joburg y mejorar la experiencia de los usuarios en los portales municipales digitales, está desplegando una red wifi pública. En cuanto a la capacitación, la ciudad sudafricana apuesta por garantizar una buena experiencia de usuario, impulsando tecnologías fáciles de utilizar que no intimiden a los ciudadanos.

Montreal ha situado la inclusión digital como un elemento fundamental de la estrategia de ciudad “Montreal 2030”, que también incluye otras áreas temáticas de los derechos digitales, como la privacidad o la gestión ética de los datos. La ciudad canadiense ha desplegado una red pública de wifi en espacios públicos muy transitados, provista gracias a una colaboración público-privada. Además, el gobierno federal otorga subsidios a las familias que tienen dificultades para pagar la factura de internet —Canadá es uno de los países donde esta es más cara—, y el Ayuntamiento ofrece apoyo a las familias con rentas bajas para que tengan acceso a dispositivos de calidad. En cuanto a la capacitación, además de los programas clásicos de formación y acompañamiento, Montreal tiene en curso un proyecto para formar a niños y niñas en programación.

La ciudad de Nueva York afronta muchos retos relacionados con la inclusión digital, sobre todo en cuanto al despliegue de la fibra óptica en muchas zonas de la ciudad y en hacer asequibles los servicios de internet. Por eso, el Ayuntamiento de Nueva York ha creado el “NYC Internet Master Plan” con el objetivo de transformar la infraestructura de banda ancha nueva, de propiedad pública y de acceso abierto, basándose en cinco principios: equidad, rendimiento, asequibilidad, privacidad y elección. Las nuevas redes asequibles se desplegarán, de forma prioritaria, en barrios que no disponen de conectividad —y que históricamente han sido infrarrepresentados a causa de barreras raciales y económicas— con la participación de empresas lideradas por mujeres y personas de colectivos minorizados. En cuanto a la capacitación, a través de programas como “Connected Communities”, el Ayuntamiento de Nueva York reconoce y refuerza el rol fundamental de las bibliotecas públicas, las actividades extraescolares y las organizaciones comunitarias locales en la difusión de la adopción generalizada de internet. Además, durante la pandemia, gracias al programa “Connected NYCHA: Older Adults”, el Ayuntamiento donó 10.000 tabletas con conexión a internet. Nueva York también considera que la creación de servicios modernos, adaptados al usuario, intuitivos y accesibles es una parte básica de la inclusión digital, y trabaja para que todos sus servicios digitales funcionen de esta forma.

Por último, la ciudad de São Paulo dispone de una red de fab labs públicos con dispositivos y personal de apoyo a la capacitación. Y la quiere convertir en hub para la provisión de servicios sociales a las comunidades, de forma que se generen entornos favorables para el emprendimiento social y la innovación.


[3] Agradezco la colaboración de Paula Boet Serrano, técnica de Derechos Digitales del Ayuntamiento de Barcelona, en la recopilación de los casos comparados.

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