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Fiestas alrededor del mundo - El Canto de la Sibila

20DIC2018

En Nochebuena se celebra el nacimiento de Jesús, pero ese momento tan alegre para muchos se acompaña de una profecía terrible que anuncia el fin de los tiempos. ¿Habéis escuchado alguna vez el Canto de la Sibila? Si sois de Mallorca, seguro que sí.

Y es que la tradición, hoy especialmente extendida por iglesias de Barcelona y también de Valencia, se mantiene viva con una fuerza especial en Mallorca desde hace siglos. La isla es, en realidad, depositaria (junto con Alguer y con la ciudad portuguesa de Braga) de una tradición que se extendió por todo el sur de Europa. Está documentado que se cantaba en el sur de Francia, en la Córdoba mozárabe  del siglo X y en el Ripoll del siglo XI... Son sólo tres ejemplos de una tradición que se celebraba la noche del 24 de diciembre y que ponía en relación una figura de la antigüedad clásica, la de aquellas sibilas encargadas de profetizar el futuro de la comunidad mediante una serie de complejos rituales, con un texto que se basa en el Libro de Joel, uno de los profetas menores de la tradición cristiana, que forma parte del Antiguo Testamento.

Durante las "Matines", como se las conoce en Mallorca, o la Misa del Gallo, en la Península, tiene lugar este drama litúrgico navideño de origen medieval, durante el cual la sibila entra en procesión en la iglesia o catedral y, al llegar al altar, se vuelve hacia los asistentes y empieza su canto. Profetizará el fin de los tiempos y la segunda venida de Cristo, anunciando así el juicio al cual serán sometidos los fieles. Su intervención termina con una petición a la Virgen María para que tenga piedad, durante el juicio, de los fieles reunidos en la misa. El papel de la Sibila lo interpreta una muchacha, aunque originalmente lo hacía un niño que cantaba la profecía con voz infantil, vestido de mujer y, habitualmente, con una espada levantada en las manos que recordaba a los asistentes la gravedad del anuncio que se estaba realizando.

La costumbre estuvo especialmente extendida, como decíamos, hasta mediados de siglo XVI, cuando el Concilio de Trento decidió expurgar los actos religiosos de interpretaciones musicales y acciones dramáticas. Pero, en algunas diócesis, la tradición del Canto de la Sibila estaba ya tan arraigada y formaba hasta tal punto parte del folclore popular que acabó autorizandose de manera excepcional. Es lo que ocurrió en Mallorca, entre otros puntos de la geografía europea donde la tradición se mantuvo de forma ininterrumpida. En la mayor parte del territorio, sin embargo, desapareció hasta su retorno a partir del siglo XIX.

Y es que, en aquel momento, la representación del Canto, ya sin impedimentos de las autoridades religiosas, se convirtió en uno de los símbolos de identidad de la cultura mallorquina y no sólo se representaba extensamente en la isla, sino que se empezó a recuperar en iglesias y catedrales de todas partes. Hoy, el Canto de la Sibila se interpreta en Mallorca, Alguer y la catedral de Braga, como siempre, se hizo, pero también en muchos puntos de la Comunidad Valenciana y de Catalunya.

En Barcelona, por ejemplo, lo podréis ver representado en la Catedral de Barcelona y en la basílica de santa Maria del Mar, pero también en la parroquia de Santa Maria del Pi. En Barcelona, iglesias como las de santa Maria de Gràcia o a la de los santos Gervasi y Protasi, en la plaza de la Bonanova, preparan con cuidado los elementos escenográficos de la representación, de la cual en algunos casos se  han llegado a encargar cantantes profesionales con una carrera larga y raíces hundidas en la tradición mallorquina, como la cantante Maria del Mar Bonet.

 

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