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Fiestas alrededor del mundo - El Festival Masskara de Bacolod

18OCT2018

La principal ciudad de la isla filipina de Negros convirtió un mal trago en una buena excusa para llenar la ciudad de sonrisas. Y, hoy, una fiesta pensada para olvidar la desgracia se ha transformado en una atracción multitudinaria que combina fiesta y tradición.

Se calcula que cerca de tres millones de personas visitan cada año la ciudad de Bacolod para asistir a una celebración que, aunque se extiende durante buena parte de octubre, tiene el momento más significativo el último domingo del mes (este año, el 28 de octubre), cuando todo el mundo sale a la calle y protagoniza la que está considerada una de las celebraciones más alegres de Asia. Y esto que la fiesta no es especialmente antigua, puesto que nació en los años 80 del siglo pasado.

Todo vino de la necesidad de encontrar un estímulo para una zona azotada por las tragedias. Y es que, en esta parte de Filipinas, una de las principales fuentes de ingresos era en aquel tiempo la producción de caña de azúcar. Pero a finales de los años 80, la introducción en el mercado de azúcares procedentes otros vegetales generó una bajada de precios que afectó seriamente a la economía local. En los peores momentos de la crisis, además, uno de los barcos de pasajeros que unen de manera habitual Manila y con Negros naufragó. Entre las más de setecientas víctimas había muchos negrenses, incluyendo nombres conocidos de la sociedad de Bacolod. La ciudad, efectivamente, se sumió en un estado de desesperanza que el alcalde del momento quiso conjurar con la ayuda... de los artistas y líderes sociales locales. ¿Cómo devolver la sonrisa a los habitantes de Bacolod y, además, mejorar la economía local?

La primera edición del Festival Masskara se celebró el 19 de octubre, aprovechando la fiesta en la que se conmemora la fundación de la ciudad. Desde el primer momento, uno de los elementos distintivos de la celebración fueron las máscaras que llevan quienes participan, vistosas, de grandes dimensiones, y que lucen en el centro de la cara blanca una amplia y franca sonrisa. De aquí que la celebración se conozca como “la fiesta de las sonrisas”. El nombre del festival quizás recuerde a las máscaras que llevan todos los bailarines y bailarinas, pero de hecho, según la etimología oficial, hacen referencia a las masas de visitantes que llenan estos días la ciudad (de la palabra inglesa “mass”) y a las caras sonrientes que muestran las máscaras (del castellano “caras”).

Sea como sea, quien pase por Bacolod estos días encontrará una fiesta perpetua que se extiende por calles y plazas y que tiene sus momentos más esperados en un concurso de bellezas locales y en un gran concurso de danzas, una buena oportunidad para ver cómo la mezcla de fantasía y bailes tradicionales es capaz de producir muestras nuevas de arte popular basadas en la tradición. Igualmente, las máscaras que se utilizaban originalmente durante los primeros años de la celebración remitían directamente al folclore local, puesto que estaban hechas a mano y estaban decoradas con flores y motivos tradicionales. Todavía se  encuentran estas máscaras originales, aunque, en busca de la espectacularidad, las que se utilizan actualmente, normalmente de fibra de vidrio, recuerdan cada vez más a las que se pueden ver, en días de fiesta, en Venecia o en Brasil. Las más elaboradas pueden llegar a pesar cerca de dos kilos, una carga bastante pesada para las cabezas de quienes las llevan.

Las mismas vestimentas de los bailarines han cambiado notablemente desde las piezas mínimas de ropa que llevaban los participantes originalmente a las completas vestimentas actuales, que no sólo son notablemente sofisticadas y coloridas sino que en los últimos años han ganado incluso ornamentos hechos con luces eléctricas, que crean por las noches efectos visuales de gran belleza y espectacularidad.

Sonidos modernos y de todo el mundo, pero muy especialmente músicas tradicionales filipinas, suenan durante el Festival Masskara, tanto en las muchas fiestas que se organizan por calles de toda la ciudad como durante las coreografías que montan los bailarines en sus desfiles y que habitualmente ilustran la evolución desde la tradición al mundo contemporáneo. Cada año se eligen las mejores máscaras, conceptos artísticos, vestuarios y coreografías en una fiesta multitudinaria que, sí, también tiene un destacado componiendo gastronómico que llena de platos tradicionales filipinos las calles de Bacolod: desde el pollo inasal al marisco o dulces que van de los Napoleones de origen francés, a las galletas rellenas de caramelo denominadas piaya.

 

 

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Museu Etnològic i de Cultures del Món

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