De flora en flora

La elegancia es una de las características que mejor describen los Jardines del Palacio de Pedralbes. El espacio fue proyectado hace un siglo por Nicolau Maria Rubió i Tudurí tomando como fuente de inspiración los jardines franceses de la época, con el aspecto señorial propio de un palacio y a la vez lleno de rincones románticos. Su vegetación cuenta con árboles majestuosos, algunos de ellos centenarios, y una colección de plantas pertenecientes a otros puntos del planeta, que conviven con algunos ejemplares de nuestra flora.

De entre los árboles del parque los más vistosos son seguramente los de la importante colección de cedros. En los jardines se pueden encontrar cedros del Atlas, japoneses, de incienso y del Himalaya, estos últimos con un ejemplar que forma parte del Catálogo de Árboles de Interés Local de Barcelona. Y no es el único. Una tuya articulada (un tipo de ciprés procedente del norte de África) y un pino piñonero, ambos de dimensiones considerables, también han sido incluidos en el catálogo. En los jardines viven más árboles exóticos como los cipreses de Monterrey y de Arizona, o la eritrina, procedente de América del Sur. A ellos se suman otras especies comunes como el pino blanco o los tilos situados a ambos lados del paseo central del jardín.

Los arbustos, las plantas trepadoras y las herbáceas no son menos exóticas: el jazmín de Virginia, el jazmín estrellado procedente del Sureste Asiático o el pitosporo ondulado originario de Australia son algunos ejemplos. También lo es el bambú, planta típica de China que en los Jardines del Palacio se presentan formando un pequeño bosque que esconde la fuente de Hércules, de Antoni Gaudí. Por todo ello, pasear por estos jardines equivale a dar la vuelta al mundo a través de algunas de las plantas más representativas de otras floras. Una visita botánica y a la vez artística, con esculturas de nombres como Josep Llimona, Enric Casanovas o Joan Borrell i Nicolau.

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