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La plaza de l'Oli en 1908 en una fotografía del Archivo Fotográfico de Barcelona atribuida a Joan F. Rovira
La calle Burgés en 1908 en una fotografía del Archivo Fotográfico de Barcelona de Miquel Matarrodona

De la apertura de la Vía Layetana a la creación del Barrio Gótico

El MUHBA organiza un itinerario guiado para explicar cuál era la percepción que se tenía del patrimonio cultural a principios del siglo xx y el debate que se suscitó.

La Via Layetana es una de las arterias de la ciudad de Barcelona. Fue diseñada por el ingeniero Ildefons Cerdà en 1859 como Via A para comunicar directamente el futuro barrio del Eixample con el puerto, que era la vía principal de comunicación en el siglo XIX. Sin embargo, el Plan Cerdà focalizó el crecimiento fuera de las murallas y no fue hasta 1899 cuando se volvió a recuperar el proyecto con la aprobación del Plan de Reforma Interior del arquitecto Àngel Baixeras. El empuje definitivo llegó a partir de 1907 con la entrada en escena de la Liga Regionalista de Francesc Cambó y su interés por controlar los alborotos dentro de una trama densa de calles. Las obras de la Reforma –como fueron conocidas popularmente– fueron inauguradas por el rey Alfonso XIII en 1908.

La construcción se dividió en tres tramos: de 1908 a 1909, entre el puerto y la plaza del Ángel, a cargo de Lluís Domènech i Montaner; de 1909 a 1911, entre la plaza del Ángel y la calle de Sant Pere Més Baix, a cargo de Josep Puig i Cadafalch, y de 1911 a 1913, entre Sant Pere Més Baix y la Plaza de Urquinaona, a cargo de Ferran Romeu.

La actuación provocó una brecha de 80 metros de anchura y 900 de longitud, y comportó la destrucción de 2.199 casas y muchos palacios y conventos medievales, así como la dispersión de las diez mil personas que residían en ella.

La nueva vía –que debe su nombre al pueblo íbero que habitaba la región en época prerromana– supuso la creación de una nueva imagen de Barcelona. El estilo de la escuela de Chicago influyó en el tipo de construcción, principalmente dedicada a los edificios oficiales y espacios de oficinas, que atendían a las necesidades de los negocios de la burguesía instalada en el Eixample.

Pese a las protestas de vecinos y artistas como el arquitecto y conservador Jeroni Martorell, las obras supusieron la alteración de la trama urbana y la pérdida de edificios como los palacios de los marqueses de Monistrol o de Sentmenat, además de los conventos de Sant Sebastián y de San Juan de Jerusalén. Como contrapartida, los escombros hicieron visibles otros elementos patrimoniales como las murallas romanas y los edificios góticos que rodean la plaza del Rei.

El 14 de noviembre, el Museo de Historia de Barcelona (MUHBA) organiza un recorrido a pie de dos horas por las calles Sotstinent Navarro, Mercaderes y Joaquim Pou y las plazas de Antoni Maura y de Ramon Berenguer IV para interpretar el paisaje urbano como documento histórico. El itinerario explica cuál era la percepción que se tenía del patrimonio cultural a principios del siglo xx y los debates que hubo a la hora de dar forma a la nueva avenida, por un lado, y de monumentalizar y gentrificar el centro histórico, por otro.

Puede comprar sus entradas en este enlace.

Fecha de publicación: Martes, 09 Noviembre 2021
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