La invención como refugio
La muestra ‘Quien no inventa no vive’ celebra el centenario de la autora Ana María Matute desde una mirada íntima y creativa que revela su lucha por existir a través de la literatura.
La invención es la forma esencial de existir en el mundo y también de conectar con la realidad. Así lo veía la escritora Ana María Matute para la cual, la creación y la imaginación eran los pilares que fundamentaban su vida y, está claro, la literatura. Quien no inventa no vive fue su lema propio, que resumía perfectamente la actitud ante la vida y la literatura de la autora. Para Matute, inventar no solo significaba crear historias, sino también dar forma a paisajes y mundos imaginarios.
Esta misma aseveración es la que da nombre a la exposición que celebra el centenario del nacimiento de Ana Maria Matute y que explora la vida de la autora a través de cinco etapas: infancia, juventud, madurez, depresión y renacimiento. La muestra, organizada por el Instituto Cervantes y el Ministerio de Cultura, con la colaboración de Biblioteques de Barcelona y la Agència Balcells, propone un viaje inmersivo a través de los capítulos de la vida de la autora a partir de objetos personales, manuscritos, cartas, dibujos, fotografías e incluso, una selección de audios con su propia voz.
Ana María Matute: Quien no inventa no vive es visitable hasta el 11 de enero de 2026 en la Biblioteca Jaume Fuster y celebra los momentos clave de una trayectoria literaria marcada por la fantasía, la infancia y la rebeldía creativa. Comisariada por Mari Paz Ortuño Ortín, la exposición busca hacer presente a la escritora, como una narradora que defendió con vehemencia la importancia de inventar para poder vivir. Porque quien no inventa no vive.
Ana María Matute (1925–2014) empezó a escribir cuentos a los cinco años y, a los diecisiete, ya había completado su primera novela, Pequeño teatro, que sería publicada años más tarde y recibiría el Premio Planeta en 1954. Galardonada con reconocimientos como el Premi Nadal, el Premi Ciutat de Barcelona, el Premio Nacional de las Letras Españolas o el Premio Cervantes, su obra destaca por la imaginación y la profundidad emocional, a menudo poblada de mundos simbólicos, criaturas fantásticas y una mirada crítica sobre la sociedad.