El programa de sátira política ‘Polònia’ celebra tres lustros en el Palau Robert

En febrero de 2006, TV3 estrenó el primer capítulo de Polònia, un programa de humor políticamente incorrecto que ha hecho mella en la parrilla televisiva y se ha convertido en un fenómeno social intergeneracional. Hasta el punto de que muchas de las caricaturas que se hacen han devenido más populares, y a menudo más entrañables, que los personajes públicos que las inspiran.

El Polònia, con el artículo delante porque es como lo llaman sus seguidores, inició su singladura en la época del primer tripartito de izquierdas, liderado por Pasqual Maragall, después de una etapa de 23 años de hegemonía de Convergència i Unió. Desde entonces, el programa ha levantado acta, con su testimonio semanal, de la implosión del oasis catalán y del Dragon Khan en que se ha transformado la vida política catalana tras la aprovación del Estatuto, el segundo tripartito, la sentencia del Tribunal Constitucional, el proceso independentista y el referéndum del 1-O. Y todo ello, aderezado con las crisis de 2008 y 2020. 

Al lo largo de todo este tiempo, el programa que ideó el periodista Toni Soler ha conservado su notoriedad y el favor de la audiencia, con más de medio millón de espectadores y una cuota de pantalla que supera el 20%. El Polònia es hijo de su tiempo, y por eso se ha adaptado bien a los cambios tecnológicos y de consumo cultural: cuenta con centenares de miles de usuarios y followers en las plataformas televisivas por Internet y en las redes sociales.

Para celebrar estas cifras estratosféricas, el Palau Robert se suma a la efeméride y acoge en el Patio de los Carruajes, hasta el 12 de septiembre, la exposición Polònia QU1N5 anys. La muestra acerca al visitante las interioridades y el anecdotario de todos estos años de éxito sostenido. Las cifras hablan por sí solas: ¡600 programas, cerca de 900 personajes imitados y 7.000 gags realizados!

Para verla, no es necesario reserva alguna. El visitante encontrará una sección dedicada a Alguns sospitosos habituals, con más de 60 caracterizaciones de actrices y actores ordenadas alfabéticamente, seguida de un apartado con la cronología de los acontecimientos más relevantes del periodo, y de un tercer espacio con los Esquetxos Gran Reserva, en el que se recogen una selección de cameos y algunas de las secciones fijas y de los números musicales más divertidos. Al final del recorrido hay un pequeño museo con algunos objetos: varias pelucas, el bate de béisbol del consejero de Interior, los croissants de chocolate de la discordia, un ejemplar maltrecho del Estatuto de autonomia o el disfraz del duendecillo del federalismo.