‘Viva el Circo’, homenaje y fiesta

Dentro de la historia del clown, ha habido muchas familias que han alcanzado la fama, pero pocas han sido tan duraderas como la de los Aragón, una estirpe de payasos que logró una gran popularidad gracias a la televisión, hace cincuenta años, y que todavía hace reír a las niñas y niños con Viva el Circo, que ahora instala su carpa en el Parc del Fòrum. Un título explícito para un espectáculo que rinde tributo a un arte y a una filosofía de vida, pero también a una familia que ha hecho del circo su razón de ser.

Todo empezó en el último cuarto del siglo XIX, cuando Gabriel Aragón Gómez dejó el seminario para convertirse en el payaso 'El Gran Pepino': junto a su esposa, acróbata ecuestre, inició el linaje al que pertenecen Fofito y Mónica Aragón, las estrellas de Viva el Circo. A partir de ese momento, la familia nunca abandonaría el arte de las tres pistas, y generación tras generación fue consolidando su reputación. Sin embargo, el empujón definitivo no tuvo lugar bajo una carpa, sino en un estudio cinematográfico: en 1972 se estrenó Había una vez un circo, una película argentina protagonizada por Gaby, Fofó y Miliki, nietos de Gabriel Aragón, y Fofito, su bisnieto. El éxito fue tal que rápidamente los cuatro payasos dieron el salto a la televisión, el medio que les dio celebridad en toda la esfera iberoamericana. Los payasos de la tele acompañaron a niñas y niños de medio mundo durante su infancia, convirtiendo a los Aragón en sus ídolos indiscutibles.

El show televisivo se basaba, sobre todo, en gags cómicos y en canciones, que se interpretan en Viva el Circo para los espectadores y espectadoras que crecieron tarareándolas. Pero en el espectáculo también hay trapecistas, acróbatas y otros artistas, números de toda la vida para demostrar que el circo clásico y tradional está muy vivo. Todo un homenaje.