Acerca de Dídac Costa

Sociólogo, activista y escritor. Cofundador de la Ecoxarxa Montseny, la CIC, Calafou y la Ecovila Amat

Los sistemas locales de intercambio como alternativa económica

Foto: Toni Medalla

Feria organizada en el marco de la celebración de los cinco años de existencia de la Ecoxarxa Montseny, en 2010.
Foto: Toni Medalla

Entre 2009 y 2010 surgen en Cataluña las primeras ecorredes, experiencias innovadoras de moneda local que promueven un funcionamiento económico al margen del sistema monetario dominante. Son redes sin ánimo de lucro de ciudadanos que intercambian bienes y servicios retribuidos en moneda social.

La primera ecorred apareció en el Montseny en enero de 2009 y su moneda local era el ecoseny. Al cabo de un año la propuesta ya contaba con unos trescientos usuarios, una tienda de comida ecológica, ferias trimestrales y muchos intercambios con billetes físicos del ecoseny. El mismo año nacieron la Xarxa Eco Tarragona y la Ecoxarxa Osona, que seguían el mismo modelo pero con características propias. Por ejemplo, el vegetarianismo suponía un eje central en la ecorred del Montseny, pero no se aplicó en la de Osona.

A finales de 2009 se celebró un pequeño seminario de monedas locales que fue decisivo para poner en común propuestas y metodologías, así como para establecer redes de trabajo permanente entre las distintas redes de trueque. Además de las ya citadas, participaron redes como Xaingra y académicos y activistas de las monedas sociales, quienes poco más tarde iniciarían la turuta de Vilanova y la Cooperativa Integral Catalana. Desde entonces han surgido unas veinte ecorredes, cada una con sus propias dinámicas y características.

La creación en 2010 de la Cooperativa Integral Catalana (CIC) aportó herramientas fundamentales para la consolidación e integración de las ecorredes y facilitó el inicio de nuevas redes y proyectos. Las ecorredes y la CIC suman hoy unas tres mil personas en Cataluña, que participan directamente de esta economía más humana y ecológica y muchas más que, sin ser socias, se sirven de sus herramientas. Algunas ecorredes han decaído en los últimos años, como la del Montseny, que hoy lleva a cabo pocas actividades. Aún así logró su mayor cometido: ser un ejemplo reproducido en otras regiones. Otras, en cambio, florecen y se consolidan, generando nuevas propuestas y herramientas.

Estructurada como una asociación, la Ecoxarxa Montseny combinó desde sus inicios el sistema de moneda social del tipo LETS (iniciales de la denominación inglesa Local Exchange Trading System) y el que se basa en el cambio de moneda oficial (euro) a local (ecoseny) como en las regio alemanas o en las ciudades en transición (transition towns).

La posibilidad del cambio de moneda y la gestión colectiva de los euros que entran en la red permiten la aparición de un nuevo elemento, parecido a una cooperativa de consumo, que en el caso de la red del Montseny se llamó Central de Compras Colectivas (CCC). Veamos cómo funciona todo el sistema.

Como en cualquier sistema LETS, los usuarios comienzan con un crédito de 0 y adquieren moneda social al ofrecer un bien o servicio. Quien ofrece ese bien ve aumentar su cuenta para proveerse en la red. Quien recibe un bien o servicio, ve como su cuenta se reduce. Si aún no ha ofrecido nada para el intercambio, su saldo comienza en negativo, endeudándose hasta un límite de –100 al empezar, que puede crecer hasta –500 a medida que se adquieren bienes y servicios.

Foto: Dídac Costa

Los ecosenys, la moneda utilizada en la Ecoxarxa Montseny.
Foto: Dídac Costa

Del euro privado al euro colectivo

La Ecoxarxa Montseny introdujo desde el principio la posibilidad de conseguir moneda local cambiando euros por ecosenys 1 a 1. Esto permite participar no solo a los usuarios de la red o prosumidores (quienes producen y consumen), sino también a visitantes o consumidores, personas que tal vez no desean integrarse a la red, pero que simpatizan con ella o quieren consumir algo puntualmente en una feria o al visitar un rebost (nombre de las tiendas de la ecorred; palabra catalana que significa despensa o conjunto de provisiones), sin haber traído nada para intercambiar. Como no se permite usar euros en la feria o el rebost, hacen el cambio en una mesa de información y así pueden adquirir productos.

Los euros que entran pasan a formar parte de un nuevo espacio económico, el de los euros colectivos. Siguen siendo euros, moneda que no es bienvenida en las redes de moneda social, pero dejan de ser privados o personales para convertirse en colectivos. A diferencia de otras redes basadas en el cambio de moneda, ese capital no se guarda en un banco por si los consumidores quieren recuperar sus euros, ni se destinan a microcréditos, sino a compras colectivas de productos básicos y de consumo cotidiano que aún no se encuentran en la red. Las compras colectivas de alimentos básicos se distribuyen después íntegramente en moneda social en ferias y rebosts a usuarios de la red y a visitantes.

Esto permite integrar en el sistema a productores externos cercanos y ecológicos, a quienes se paga parcial (desde un 10 %) o completamente con estos euros colectivos, y también introducir a su través productos que aún no están enteramente disponibles con moneda social. Los rebosts también reciben productos de los propios usuarios, como fruta o verdura de sus huertas familiares o elaborados por ellos, como pan, galletas, etc.

Así, las ecorredes pasan de ser una red de trueque a algo parecido a una cooperativa de consumo, pero con cuentas colectivas en lugar de individuales, tanto de los productores como de los consumidores. Con este sistema se puede acceder con moneda social a productos que generalmente no encontramos en las redes de trueque clásicas, como alimentos básicos que de una u otra forma se deben adquirir con euros, lo que reduce el gasto familiar. Y se consiguen a precios reducidos por ser compras colectivas directas al productor, lo que demuestra que el producto ecológico sí puede ser competitivo cuando opera en el marco de un modelo de distribución y monetario también ecológico.

Esto lleva a los usuarios a realizar un esfuerzo para ofrecer bienes y servicios útiles e interesantes que les permitan disponer de moneda social. La mayor variedad de productos también atrae a nuevos consumidores, con lo que se asegura el flujo de entrada de euros que fortalece la red y se amplía el abanico de productos.

A diferencia de las redes en que la única forma de conseguir moneda social es mediante el cambio de euros, lo que podría reproducir las desigualdades económicas del mundo del euro, en las ecorredes pueden participar en igualdad de condiciones personas con escasos recursos, tal vez sin empleo o jubilados, pero con más tiempo y posibilidad de ofrecer bienes y servicios.

Organización de las ecorredes

Las ecorredes se organizan a través de una asamblea y distintos grupos de trabajo con sus herramientas virtuales de intercambios y comunicación. Su herramienta informática básica es Integral CES, una versión propia de la aplicación gratuita de intercambio en línea CES (Community Exchange Systems), originaria de Sudáfrica y que utilizan más de mil redes en todo el mundo.

Además, suelen disponer de un espacio propio o cedido en el que realizar encuentros, como las ferias, instalar una tienda ecológica y realizar los cambios de moneda.

Desde sus inicios las ecorredes han celebrado ferias mensuales o trimestrales en plazas y parques, aunque su periodicidad ha ido disminuyendo progresivamente. Las primeras ecorredes dependían de ellas para existir, mientras que las nuevas las consideran más bien un complemento. Las ferias regulares son necesarias no solo para una buena difusión, sino también para impulsar la renovación de la base de usuarios, ya que son muchos los que, con el paso del tiempo, cambian de región o abandonan la red. La cifra mínima ideal de usuarios es de cincuenta –aunque, cuantos más, mejor– para favorecer la diversidad de bienes y servicios, y porque normalmente solo una tercera o una cuarta parte del total son realmente activos.

Por último, para el buen funcionamiento de cualquier red de trueque se debe contar con unos protocolos rigurosos de emisión de moneda social y una revisión periódica de las cuentas personales para eliminar las que permanecen inactivas durante mucho tiempo, así como reforzar la supervisión entre pares para evitar abusos.

Foto: Cooperativa Integral Catalana

Quincuagésima Jornada Asamblearia de la Cooperativa Integral Catalana (CIC), que se celebró en el Mas Malleu de la Alta Garrotxa en noviembre de 2014.
Foto: Cooperativa Integral Catalana

La Cooperativa Integral Catalana

Esta entidad puede definirse como una red de personas y proyectos que se organizan de modo asambleario con el objetivo de construir un modelo económico alternativo. Persigue incrementar los espacios más cooperativos y menos monetizados gracias a modelos comunitarios de vida y trabajo, pero asumiendo la necesidad de resolver una parte de nuestra economía en euros, de forma colectiva y con criterios de economía social, comercio justo y sostenibilidad.

En estas comunidades se puede vivir bien con ingresos mensuales de 300 o 400 euros, a los que se añaden otros 100 o 200 ecos y las opciones de autogestionarse parte de la alimentación con una huerta o frutales y de disponer de vivienda en un régimen de cooperativa de derecho de uso. Esto crea un nuevo eje por explorar en el desarrollo de alternativas laborales y de vivienda en una situación de desempleo creciente y de dificultades para acceder a la vivienda en las ciudades.

La CIC protege de las regulaciones externas colectivamente y deja espacio para que productores internos puedan vender con moneda social y euros sus productos a otros productores internos y usuarios, sin obligarlos a pasar por muchos de los trámites legales requeridos para vender en el mercado capitalista. También resuelve colectivamente cuestiones legales, fiscales y administrativas, agiliza la creación de cooperativas de trabajo o vivienda, etc.

Desde su inicio la CIC mostró interés por las monedas sociales como una herramienta decisiva para el cambio social. Se interesó por la Ecoxarxa Montseny y reprodujo y mejoró su modelo con una primera ecotienda y el impulso de la Ecoxarxa de Barcelona en el barrio de Gràcia. Esta red no llegó a constituirse, pero las reuniones sirvieron para consolidar la propia CIC, que a su vez ha ayudado mucho a las ecorredes, por ejemplo, con la compra de bienes que requieren mayor inversión. La CIC ha ayudado a iniciar y consolidar muchas propuestas de vivienda cooperativa y de ocupación facilitando las estructuras iniciales, los cuerpos jurídicos, una amplia red de apoyo y de herramientas, y en algunos casos también la financiación para arrancar.

Algunas de las estructuras más destacadas de la CIC son la Cooperativa de Autofinanciación Social en Red (CASX), un banco alternativo en euros para financiar proyectos sin intereses; la plataforma Coopfunding, para financiar proyectos con criterios cooperativistas, y especialmente la Central de Abastecimientos Catalana (CAC), una red de distribución de comida que cubre todo el territorio, adquiere bienes a productores en porcentajes de moneda social y euros y los distribuye a toda la red de CIC y proyectos afines.

Las ecorredes pagan a la CAC en porcentajes cada vez mayores de moneda social en lugar de euros. La CAC organiza su economía con una caja en euros circular, pero permite a sus proveedores pagar en porcentajes variables de moneda social y de euros para facilitarles el acceso a la moneda europea, necesaria para cubrir gastos como alquileres, gasolina, etc., sin salir del sistema alternativo.

La CIC, que se ha replicado parcialmente en otras comunidades españolas, fue creada, entre otros, por Enric Duran, activista catalán conocido por organizar una acción de desobediencia civil contra el sistema bancario. Pidió a una cuarentena de entitades financieras créditos por un total de casi medio millón de euros que entregó a movimientos sociales, un año antes de que empezaran a funcionar el CIC y les ecorredes. Hoy sigue en paradero desconocido, perseguido por esa acción. Es también el principal impulsor, desde la clandestinidad, del proyecto Fair Coop.

Cartel de la campaña de apoyo a Enric Duran, impulsor de la CIC y de Fair Coop, que en 2013 pasó a la clandestinidad, perseguido judicialmente por haber pedido a entidades financieras créditos que entregó a distintos movimientos sociales.

El sistema cooperativo Fair Coop

En 2015 miembros de la CIC, la P2P Foundation y grupos de activistas hackers unieron fuerzas para crear Fair Coop. Se trata de una red bancaria alternativa, de carácter cooperativo, que traslada a un ámbito global parte de las propuestas y del trabajo de las cooperativas integrales. Incluye el uso de monedas P2P como el faircoin, similar al bitcoin pero de contenido más social y cooperativo. Fair Coop ofrece apoyo organizativo y jurídico a proyectos altercapitalistas a través de una cooperativa abierta, autoorganizada a través de internet, que se mantiene al margen del control financiero y fiscal del Estado gracias a ciertos mecanismos jurídicos y fiscales. Reduce los impuestos en los intercambios entre miembros y genera recursos económicos a través de estos beneficios fiscales, recursos que luego se distribuyen a los proyectos.

Movimientos de base y de contracultura que trabajan de forma autogestionada y asociativa, así como inmigrantes, refugiados, trabajadores precarios o cooperativas, pueden usar los servicios de Fair Coop para reducir sus gastos fiscales y administrativos, crear cuentas bancarias en las que recibir pagos del exterior o con las que pagar a proveedores y clientes, gestionar proyectos fuera del control del sistema financiero, organizar prácticas de desobediencia fiscal y recibir protección jurídica ante la insolvencia personal sin riesgo de bloqueo de cuentas.

Freedom Coop es la herramienta legal a escala europea que pueden usar los proyectos vinculados a Fair Coop para organizar sus actividades jurídicas y económicas sin necesidad de registrarse en cada país. También la usan otros proyectos creados por la misma organización como FairCoin, FairMarket –un mercado en línea que ya une a cientos de miembros en todo el mundo y da acceso a muchos productos–, CoopFunding, FairSavings, CoopShares o FairCredit.

Igual que el bitcoin, el faircoin es posible gracias al Blockchain, una nueva herramienta que analistas como Don Tapscott afirman que supone la próxima revolución en internet. Permite la completa descentralización de nuestras sociedades, con plena seguridad en el registro de cuentas, votos, etc., para hacerlas más democráticas. Hervé Falciani declaró públicamente su apoyo al faircoin, y defiende que este tipo de monedas P2P sociales constituyen una de las pocas formas de escapar al poder de la élite económica en nuestras sociedades.