Acerca de Javier Aparicio Maydeu

Creador y director del Máster en edición de la UPF - Barcelona School of Management

Acostumbrados al riesgo: Barcelona, laboratorio editorial

Sin riesgo no hay victoria. Barcelona, laboratorio editorial desde tiempos inmemoriales, está acostumbrada al riesgo porque ha tenido siempre que defenderse con sus propios medios. Se requieren más empresas y nuevos proyectos. Cuanto más diverso es un hábitat, más perdurable.

Albert Armengol
El edificio de Montaner y Simón en la calle Aragó, ocupado actualmente por la Fundació Tàpìes,

En 1995, hace veinte años, Barcelona ya era un clúster editorial internacional, y se codeaba con Nueva York, Londres, Fráncfort o Milán porque era sede de las principales empresas del sector editorial en toda la cadena del libro (agentes, scouts, editores, impresores), y porque a su tradicional papel estratégico entre Europa y Latinoamérica –Joan Grijalbo, Josep Janés o Martí Soler simbolizan al editor barcelonés que tiende puentes intercontinentales– y a su control mayoritario del mercado del libro en español se sumaba una ancestral visión innovadora del negocio en todos los ámbitos.

La ciudad pugnaba con Madrid por alcanzar el primer puesto en facturación o en número de libros publicados por año, pero los grandes del sector internacional sabían que la iniciativa partía de Barcelona y que, libros escolares y oficiales aparte, la capital editorial estaba aquí. Tres años después de las Olimpiadas más rentables de la historia, Barcelona competía por afianzar la edición multimedia, los mercados latinoamericanos y la dinamización de su ámbito cultural y de sus autores volcándose en una difusión internacional transversal que incluía su condición de hub del diseño y del arte contemporáneo y un cosmopolitismo ancestral originario de principios del siglo xx, que se consolidó en el tardofranquismo con la gauche divine y que acabó de estallar en 1992, cuando todo el mundo supo que aquella ciudad mediterránea, que había hecho la revolución industrial antes de inventar dietas saludables y una cocina espectacular, era básicamente una ciudad de apuestas y de riesgos.

Como capital editorial internacional, Barcelona ha sido testigo estas dos últimas décadas de cambios esenciales en el book business. Se inició un proceso de concentración editorial que, sobre la base de empresas conjuntas, compras y absorciones de editoriales pequeñas, familiares o en situación comprometida por cambio de orientación o adscripción a modelos obsoletos de negocio, generó grandes corporaciones como el Grupo Planeta, que no ha dejado de crecer, o como Random House Mondadori, recientemente convertida en Penguin Random House, que se ha hecho con editoriales fundamentales de Madrid.

Albert Armengol
El grupo Planeta, en la antigua sede de Banca Catalana.

Nuevas editoriales ‘independientes’

El resultado ha sido doble: de un lado, la progresiva desaparición de la clase media editorial –si bien han aparecido sellos nuevos sumamente poderosos como Acantilado o Salamandra– y, de otro, una atomización producida por la proliferación de editoriales pequeñas y con personalidad propia, llamadas independientes, no sin renuencia por parte de algunos agentes del sector, pues lo son respecto a los grandes grupos editoriales, pero no respecto a otros imperativos empresariales. Nacen Minúscula, Alpha Decay, Ara Llibres, Libros del Asteroide, Melusina, Plataforma Editorial, Alrevés, Rayo Verde, Libros del Zorro Rojo, Blackie Books, L’Altra Editorial…, sellos que enriquecen el hábitat, renuevan usos y costumbres del mundo del libro, prueban a rescatar el fondo como práctica editorial y se sirven de las redes sociales no solo para promocionar su catálogo, sino sobre todo para inducir a los lectores a que se pronuncien sobre sus preferencias y, de este modo, tratar de publicar lo que supuestamente el mercado va a querer.

Para hacer frente a la célebre frase “No se aceptan manuscritos no solicitados” (¡y a la tiranía editorial respecto al autor desinformado y con frecuencia indefenso!), nacieron en los sesenta las primeras agencias literarias, incluida la pionera de Carme Balcells, unida para siempre con el boom y la capitalidad literaria de Barcelona.

Pero Barcelona ha seguido siendo la fragua en la que se ha forjado este oficio. Las agencias más importantes y con carteras de clientes más influyentes del mundo en español siguen estando mayoritariamente aquí. Crecen, se multiplican, se atomizan también y se transforman. A las más o menos tradicionales, más grandes o más pequeñas (Carme Balcells, MB, Casanovas & Lynch, Kerrigan, entre otras), se les han añadido en estos años otras tal vez igual de tradicionales, pero más pequeñas y más aceleradas (Sandra Bruna, Pontas, Silvia Bastos, The Foreign Office de Teresa Vilarrubla, The Ella Sher Literary Agency, SalmaiaLit, Página Tres, Letras Propias, entre muchas otras), que incorporan nuevas tendencias en el negocio y que, naturalmente, aumentan el transfuguismo de los autores de sus catálogos.

Y la irrupción del mundo digital y de la sociedad de la creatividad, en la que están creciendo de forma exponencial los autores (o creadores de contenidos, tal vez mejor así) porque pueden ejercitar el selfie artístico cuando les venga en gana subiendo a la red sus propias obras a través de las nuevas plataformas de autoedición digital (Lulu.com fue una pionera), está propiciando, efectivamente, otra proliferación, la de los nanojobs de coaching, asesoría, asistencia integral al autor (corrección, editing, book-doctoring, prescripción…), como Covadonga D’lom Asesoría Editorial o Refinería Literaria, y la de las empresas de servicios editoriales que trabajan para solucionar aspectos de la edición que los grandes grupos externalizan, como hace Deleatur, por ejemplo.

Logotipos de diferentes agencias literarias barcelonesas. Las agencias más importantes y con carteras más influyentes del mundo literario en español continúan estando mayoritariamente en Barcelona.

Hay que seguir y seguiremos. Barcelona será capital literaria de la Unesco, se reconocerá su capitalidad editorial internacional también entre las autoridades de la propia ciudad, tal vez se abra una tienda Taschen en el paseo de Gràcia y es probable que Amazon se sume a la fiesta abriendo uno de sus megaespacios logísticos en una de las ciudades más activas de Europa. Y el 22@ integrará en sus espacios tecnológicos también una incubadora de editoriales como Mmcardona y otras empresas de asesoría digital. ¡Ah!, y es muy probable, además, que, en pocos años, buena parte de los editores e impresores de Asia que imprimen y publican libros europeos se formen en Barcelona, sede de uno de los másteres en edición de referencia internacional, así como de posgrados en edición de verdadera enjundia. ¡Y hasta es posible que Barcelona se convierta en breve en una de las ciudades del mundo más activas en la creación de aplicaciones relacionadas con el mundo de los contenidos!

Resulta imprescindible que las autoridades municipales y autonómicas, y huelga decir que las estatales, entiendan que Barcelona es el lugar de partida de muchos de los best-sellers mundiales en lengua española, desde Javier Marías a Javier Sierra, María Dueñas o Ruiz Zafón, y que su bilingüismo debe ser preservado como debe ser preservado el precio fijo que permite que Europa sea una potencia internacional de la transferencia de contenidos y de los libros de entretenimiento. Cuanto más diverso es un hábitat, más perdurable. Necesitamos nuevas empresas, ideas de bombero que puedan ponerse en práctica, riesgo contenido, valentía: sin riesgo no hay victoria, como dijo Faulkner primero y varios nobeles de economía después. Y Barcelona, laboratorio editorial desde tiempos cervantinos, desde tiempos inmemoriales, está acostumbrada al riesgo porque ha tenido siempre que defenderse con sus propios medios. Pero a esta ciudad de aluvión le sobra talento, local e internacional. Do not worry at all. We shall overcome.