Casinet d’Hostafrancs

Fotos: Martí Fradera

Centre Cívic Casinet d’Hostafrancs

C/ Rector Triadó, 53 (Hostafrancs)

Concert de Miquel del Roig

Bailar sentadas es bailar

¿Lo intentamos o la suspendemos? Esta es la disyuntiva a la que se han tenido que enfrentar las comisiones de fiesta mayor de todos y cada uno de los barrios de Barcelona. En su perfil de whatsapp, Josep Espín, presidente de la Federació d’Associacions Entitats i Comissions d’Hostafrancs (FAECH), tiene una frase concluyente: “Alegria, és Festa Major”. La flanquean dos emoticonos: dos soles con sombreros rojos y espantasuegras en la boca. Vamos, que en Hostafrancs tenían claro que iban a celebrar su fiesta mayor. La 161ª concretamente.

Para poder controlar el aforo, la mayoría de actos se ubicarían en el Casinet d’Hostafrancs, edificio emblemático del barrio que antaño funcionó como comedor para los obreros del recinto fabril de la Espanya Industrial. El patio del Casinet, junto al Club de Billar Sants, acogería el toc de festa, el espectáculo infantil, las habaneras y otros tres conciertos. ‘Fem Festa, Fem Barri’, rezaba orgullosa la camiseta de la vecina que escaneaba entradas en la puerta de acceso. El jueves actuaba Miquel del Roig, un personaje capaz de arrancar carcajadas, aplausos y coros desvergonzados a públicos de todas las edades. Dos adolescentes se le acercaron excitadísimas para hacerse una selfie antes de que saliera a escena.

Un jukebox con patas

El programa de la fiesta mayor de Hostafrancs del año 1900 anunciaba sinfonías, valses, americanas y mazurkas. En la de 2020 habría pasodobles, corridos, garrotines y unos doscientos superéxitos. Todo en una sola noche gracias a este jukebox con patas. A sus 69 años, Miquel del Roig cita a Pepe Rubianes, recita a Carmen de Mairena y reivindica a Eric Cantona. El de L’Ametlla de Mar igual denuncia las estafas bancarias en un villancico, que altera la letra de ‘Guantanamera’ para reclamar “menos banderas y más enfermeras” o dedica el clásico ‘The young ones’ de Cliff Richard a “los jóvenes de Urquinaona”. Su especialidad: las rimas indepes y antimonárquicas.

A Miquel del Roig, el coronavirus no le ha arruinado del todo el verano. Ha podido salvar seis o siete conciertos al mes. ¿Y qué hace? Meter en su trituradora acústica a todos esos grupos que este verano se han quedado a dos velas y ventilárselos en cinco minutos. Els Catarres, Txarango, Gertrudis, La Casa Azul, La Gossa Sorda, Oques Grasses… Es el conejo de Duracell. Los enlaza a tal velocidad que a veces se le cruzan los cables. “‘¡Una d’Els Amics de les Arts! ‘In the night, in the night…’. ¡Ai, no! ‘Ai, Jean Luc, ai, Jean Luc…'”. Y sigue. Joan Dausà, Suu, Lax N’Busto, Miki Núñez, Els Pets, Búhos, Sopa de Cabra… “I anar a l’infern no m’interessa, és molt més bonic Hostafrancs”, improvisó.

Poco a poco fue ampliando la paleta. Dos niños de unos diez años conocieron esa noche a ‘La Ramona’ de Fernando Esteso. Poco después, una pareja de setenta y tantos descubrió un reguetón de Karol G. Y así, sin vergüenza ni límites, la incomodidad de asistir un concierto festivo sin posibilidad de bailar se fue disipando. Una pareja se retiró las mascarillas para besarse mientras sonaba una de Stay Homas. Muchas chavalas corearon el ‘Hey Jude’ de los Beatles. Varias señoras respetables menearon los pies al son de Mägo de Oz. Y todas sincronizaron sus gargantas con el ‘Hallellujah’ de Miquel del Cohen.

La euforia iba en aumento y, principalmente las mujeres, hicieron todo lo posible para bailar respetando las normas de seguridad. ¿Cómo? Con ‘La bomba’ de King Africa se colocaron una mano la cabeza, otra mano en la cintura y suavecito para abajo, para abajo, para abajo, sin levantarse. Luego replicaron toda la coreografía de brazos de la ‘Macarena’ con un añadido: arrastrar la silla un palmo hacia adelante coincidiendo con el aaaah final. Y en ‘Saturday night’, momento clave de infinitas bodas y verbenas, varias vecinas introdujeron el baile definitivo: girar las sillas sin levantar el trasero ni perder el compás. Faltó ‘Paquito, el chocolatero’, sí, pero para evitar males mayores, Miquel prefirió no mentarla.

La Pegatina y Dagoll Dagom

La batidora Del Roig no paró un segundo. Un punteo de Deep Purple le sirvió para enlazar ‘El ball de la civada’ con una de Alaska. Los medleys frankenstein son otra de sus especialidades. Te junta Josmar con Monthy Python. ‘Los hermanos Pinzones’ con el ‘Virolai’. Obrint Pas con Jarabe de Palo. La Pegatina con Dagoll Dagom. Backstreet Boys con Melodie. Rodolfo Chikilicuatre con Elvis Presley. Nino Bravo con ‘Els segadors’. ‘Cielito lindo’ con Queen. Si apareciese uno de la Sgae a tomar nota de las versiones que interpretó el jueves, pediría una baja por estrés. Porque así siguió el máquina Del Roig durante hora y media.

El público coreó su nombre al final del concierto, pero si no hubo pausas, tampoco hubo bis. Estilo Motörhead. Un representante de la comisión de fiestas anunció el resto de actuaciones mientras Miquel guardaba su guitarra en la funda con la satisfacción del deber cumplido. Como el técnico de la lavadora o el médico de familia. En Hostafrancs tenían una emergencia: necesitaban alguien que crease un ambiente de fiesta mayor para ciento setenta personas sentadas. Hecho.

(Publicat el 4 d’octubre de 2020)