¡El flamenco es lo peor! ¡Aaay!
“Cuando llegan los días señalaítos”, canta Raimundo Amador por los altavoces de la sala de actos. Hoy es día señalaíto en el Centre Cívic Besòs. La cola para entrar al concierto es larga y hermosa. Cruza el vestíbulo y llega a la rampa que sube desde la planta baja. Mientras abre la sala, varios vecinos echan un vistazo a la exposición ‘On van els residus?’. Álex Serra, el director del centro, entrega las entradas reservadas y vende las últimas disponibles. Huele a llenazo.
El primer espectador en entrar es un hombre a bordo de una precaria silla de ruedas. En pocos minutos, todas las sillas quedan ocupadas. Eran 130. Una madre sienta a la hija en su falda para dejar una libre. Tres amigos comparten dos sillas. El de en medio estará más incómodo, pero le da igual porque están en primera fila. Una treintena de personas más se distribuirán por los pasillos laterales y al fondo de la sala. Ya se respira alboroto de tablao flamenco.
Bailaores de proximidad
Casi nos habíamos olvidado de Ginesa Ortega. Ha pasado los últimos años con La Fura dels Baus interpretando la obra ‘Free Bach 212’ y ha sido difícil verla como cantaora. Por eso su presencia en el programa mensual Pinzellada Flamenca es tan esperada. Además, llega con varios conocidos del barrio. El percusionista Lucas Balbo da clases en el mismo centro cívico. Su hermana, la bailaora Bárbara Balbo, se integrará en marzo en una residencia en el centro para preparar un proyecto propio. Y el bailaor Isaac Barbero es profesor en el Institut Flamenc, que está a diez calles. Lo de hoy es flamenco de proximidad.
Aparece Ginesa y agradece al público que a pesar del frío haya decidido salir de casa, y especialmente, para escuchar flamenco. “¡El flamenco es lo peor! ¡Aaay!”, exclama un hombre al fondo de la sala. Lo dice al revés para que se entienda mejor. Las actividades de flamenco siempre triunfan en este centro cívico cuyo campo de influencia se extiende desde el barrio de Besòs hasta La Verneda, La Pau, La Mina, Poblenou y Diagonal Mar. El centro acoge desde 2003 el (In)Fusión Flamenca, un ciclo señalaíto en la agenda flamenca estatal, y tiene programas de docencia y residencia para reforzar y renovar la cantera.
La cantaora de Cornellà no puede estar por todo. Hoy es protagonista, guionista y espectadora. Desde la retaguardia del escenario, reparte juego como el central de un equipo de fútbol. Está tan cerca del público que se le notan los nervios y la rigidez de quien, además de cantar, ha de dirigir. Hoy, con ese fular plateado a modo de vaporosa vara de mando, ya desprende aires de matriarca. Su voz emerge algo agrietada y costosa. Verdadera. Pronto atemperará la garganta y arrancará algún quejío que disparará las alarmas en el equipo de sonido.
La platea del centro cívico es un animal vivo. A la entrada se vende vino y cerveza y el sonido más repetido cuando se crea algún silencio es el de una lata abriéndose. Quejío de Ginesa, trago de cerveza. En la entrada hay un plato de plástico con quicos para matar el hambre. Estamos en las antípodas de ese ambiente reverencial y gélido del Palau de la Música y demás palacetes para el flamenco de alto standing. Se suceden las conversaciones expertas a izquierda y derecha. Tres hombres evalúan la filigrana que acaba de regalar el guitarrista Rafael Hernández. Dos amigas susurran algo sobre el último giro del bailaor.
¡Olé, ese Rafaelillo, repeinao!
Por supuesto, no faltan las exclamaciones. “¡Olé, ese Rafaelillo repeinao!”, suelta el mismo que antes soltó esa de “el flamenco es lo peor”. “¡Qué grande eres hijo!”, grita una madre al bailaor. Y el eco de su taconeo estremece toda la sala. “¡Bárbara!”, exclama otra. Jalea a la bailaora, que se crece, se gusta, se luce y se sale. El techo de la sala está a apenas cuatro metros, de modo que cuando los bailaores pasan por delante hacen sombra en la cara de Ginesa. No parece importarle a la protagonista de la noche. ‘Ahora!’, el espectáculo que hoy estrena, no está pensado para su lucimiento personal. Por lo menos, aquí.
Lucas es argentino y alterna el cajón flamenco con un timbal, una cortina y un bombo que dan a su golpeo cierto aire afrolatino. Cuando pacta con Rafael que este golpee el cuerpo de la guitarra y, simultáneamente, Isaac se golpee el pecho a medio baile, un escalofrío recorre la platea. ‘Ahora!’ es un espectáculo completísimo y versátil que tensa y dilata el concepto del tiempo y del tempo. “Sigue sonando el tic tac del reloj, tictactictactictac”, canta Ginesa. E invita una vez más a su combo a transitar de forma imperceptible del arrebato al sigilo.
El flamenco es lo peor, pero una mujer de segunda fila filma el concierto con su fablet. El flamenco es lo peor, pero la niña de la quinta fila se despega de la falda de su madre y se sienta en medio del pasillo. Antes de la recta final se agradece una pausa instrumental, un mano a mano entre Rafael y Lucas, para que el público suspire y libere tanta tensión. Aún queda tiempo para recrearse por tarantos, tangos y bulerías mientras el niño de la última fila duerme en una silla.
Son casi las once. El público sale henchido. Por solo diez euros (siete si compraban la entrada anticipada) han disfrutado de un espectáculo de primer orden. Vale la pena quedarse un rato en la puerta a comentar la jugada o la jornada. Hoy era un viernes señalaíto. Hoy el Centre Cívic Besòs cerrará tarde.
(Publicat el 22 de gener de 2017)