Reggae contra el fascismo
Esa tarde había una vibración extraña en el cruce de la ronda de Dalt con la calle Major de Sarrià. Y no era el rugido de los coches. De hecho, esa tarde apenas había circulación. Pero la vibración en el ambiente era literal. Conforme te acercabas a la entrada norte del parque de Joan Reventós, un inesperado ritmo jamaicano rompía el silencio de esa tranquila zona de la ciudad. La gente se aproximaba con curiosidad y mientras descendía por la rampa se abría ante sus ojos un oasis verde y circular donde cientos de personas llevaban horas bailando, jugando y pasando el domingo de la mejor forma imaginable: en familia y en comunidad.
Si te quedabas a mitad de la rampa, era gracioso comprobar cómo todos los que bajaban por ella inspiraban hondo al ver la espectacular estampa del parque y se les dibujaba una sonrisa. Ni uno se salvaba de ese tic que causaba descubrir la fiesta montada por el Say It Loud. Este festival que se celebra cada otoño bajo el lema ‘Ciutat Cultura Comunitat’ tiene una guerrilla jamaicana, el sound system Rebelmadiaq, que se planta donde haga falta para fortalecer el tejido asociativo de los barrios. Y allí estaba el sound, sí, inundando el parque de reggae, aunque el motivo de la fiesta era bien triste. ¡Pull up! Rebobinamos.
Agresión y respuesta
El pasado 29 de marzo, hacia las tres de la madrugada, unos desconocidos incendiaron el Ateneu Popular de Sarrià. En la pared había pintadas nazis y amenazas al CDR que se reune allí. La gente que ocupaba el local señaló que era el décimo ataque que sufrían. Dos meses después, llega la respuesta: una gran jornada reivindicativa en el parque más cercano al ateneu. Pablo Tudela, responsable del sound system, culmina su selección reivindicando el potencial comunitario de la música y haciendo una llamada a reclamar los espacios públicos y, sobre todo, a no retroceder ante ninguna agresión.
Un letrero junto a la barra advierte: ‘Els focs no són retornables. Els gots, tampoc’. Esto no es un ojo por ojo, pero la recaudación por la venta de vasos, bebida y comida servirá para reflotar un proyecto social que, como varias voces recordarán al lado de la tarde, es mucho más que las cuatro paredes de un edificio. A la vista está: hoy no ha hecho falta ninguna pared para generar sensación de unidad. Estamos ante un ejemplar uso del espacio público: por la mañana ya ha habido un taller de salsa y el equipo motor de la Escola Arcàdia de Can Batlló ha montado una piscina para los pequeños.
Esto es un edén tropical. Reconoces ‘Joy in the morning’ de Alton Ellis y se te hinchan los pulmones de alegría. Suenan gloriosas melodías de Toots & the Maytals, de Delroy Wilson y de Beres Hammond y por un segundo juras que no existe mejor música que la jamaicana. Poco a poco, esas sanadoras cadencias reggae atraen a ciclistas y pensionistas, niñas que apenas gatean y ancianas en silla de ruedas, perros y runners, vecinos con el lazo amarillo y rastafaris con trenzas hasta el culo. A los peques les basta el columpio, pero otros prefieren hacer acrobacias sobre una cuerda elástica a diez metros del suelo. El tirador ya está exhausto de tanto bombear cerveza artesanal. Aún queda cuscús para los rezagados.
El músculo asociativo
El colectivo Ital Skol ha tomado los mandos. Es de Sarrià y lo primero que hace es agradecer al festival Say It Loud que esté generando músculo asociativo para que en los barrios se puedan organizar eventos de este calibre. ‘Sound system pel poble. Sarrià Antifa’, anuncia un letrero de madera en lo alto del monumental sound system. Alguien ha plantado unos geranios en el interior de los altavoces.
Sigue la fiesta con cortes de Lady G, Lady Saw y el ‘Uptown top ranking’ de Althea & Donna, entre otras. Una mujer ciega que pasea por el parque del brazo de su amiga está percibiendo como nadie las vibraciones de Yellowman. Y esos abuelos aprenden a bailar reggae por su cuenta. A pocos metros, unas niñas juguetean con las piezas de madera que ha dispuesto la patrulla de la Escola Arcàdia. Todos y todas se dejan mecer por la música. Mientras hablan. Mientras hacen cola para comprar otra cerveza. Mientras empujan el columpio de su hijo. Y los que ya se van, suben por la rampa con andar suave y vacilón.
Pasan las horas, pero el sound system no muestra signos de cansancio. El armario que centraliza el cuadro de mandos se construyó con madera de la carpintería cooperativa de Can Batlló. Los platos pasan de mano en mano y la música se expande sin pausa. Todo es parte de un mismo guion, de una misma familia. El logotipo de Rebelmadiaq es una granada, pero lo que detonas si tiras de la anilla no es una bomba de mano sino un vinilo que gira y gira. Y ese vinilo dorado no ha dejado de girar y girar en las últimas ocho horas. Es esa energía centrífuga la que permitirá al Ateneu Popular de Sarrià renacer de sus cenizas.
La música es el medio
Los últimos rayos iluminan los altavoces y resaltan los detalles dorados de la madera. Pablo regresa a la torre de controles de vez en cuando para pellizcar los singles con bocinazos y efectos varios. Cuando alguien se acerca a saludar no reclama elogios sobre el poderoso sonido de los altavoces o por la experta selección de canciones. Solo dice: “Se ha creado un ambiente guapo, ¿no?”. La música es el medio, no el fin. Esto no es una exhibición de subgraves ni de singles exclusivísimos. Esto es, ante todo, una trinchera desde la que sumar fuerzas y plantar cara a cualquier agresión fascista. Y, por supuesto, una fiesta.
La guinda de la jornada será un dubplate prensado para la ocasión. Dice la letra: “Corre la notícia / Que cap foc ens atura / Davant de les ferides / Tenim clara la cura / Per la lluita, per al barri / I per la cultura / Ho sap tot Sarrià / l’Ateneu sempre perdura”. Y su eco inunda todo el parque. Es un corte grabado por el catalán Adala sobre un ritmo de Rebelmadiaq. Un regalo para la gente del ateneu como lo es la placa de madera y esas macetas que llevan ya ocho horas acumulando buenísimas vibraciones. El polen de los geranios germinará en la futura sede del Ateneu Popular de Sarrià impregnando de energía positiva y comunitaria todo lo que allí se genere. Esta fiesta habrá sido el abono que ayude a crecer de nuevo esa semilla que ningún incendio podrá exterminar.
Lo dicho: un sound system para el pueblo.
(Publicat el 10 de juny de 2018)