Exposición

¡Si llueve así, que no escampe!

De 23 Marzo, 2024 hasta 19 Mayo, 2024

Foto en Pixnio

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Contra todo pronóstico, inauguramos la primavera anunciando lluvia, mucha lluvia. Porque es así como nos imaginamos el arte que emerge, como agua fresca, imprevisible, fértil, indispensable para mantener el ciclo de vida de todo ecosistema. Esta exposición es nuestro particular pluviómetro: reúne los 10 trabajos finalistas de la convocatoria Miquel Casablancas 2023, junto a los 3 proyectos desarrollados a lo largo de 2022 a través de las residencias SAC-FiC. Los formatos y los procesos de investigación que se presentan evidencian un ecosistema diverso (performance, instalación, escultura, vídeo, dibujo), pero todos tienen en común su voluntad de esparcirse por el espacio de las salas, como si así reclamaran el lugar que ocupan en el territorio de la producción artística. Se interesan, de hecho, por la problemática del trabajo en tiempos de modernidades líquidas, pero también por cómo los cuerpos se las apañan en este nadar entre las aguas. Contra todo pronóstico, estas precipitaciones permiten regar alternativas de pensamiento frente a las sequías de nuestro tiempo.

Nos sumergimos en la primera planta con la invitación de Irati Inoriza a atravesar la superficie del agua como un ritual de paso en el que el acto de sumergirse bajo el agua solo es el preludio inmediato de un volver a emerger de manera renovada. La práctica de la ablución nos acompaña desde épocas ancestrales como metáfora de cambio y transición. Con la instalación Cuando emerges (2023), la artista ha querido reflejar ese ser o estar en tránsito, ese estar entre. Como el resto de las artistas que nos acompañan en esta exposición, ese estar entre dos aguas: entre la emergencia y el estatus de artista consolidado. ​

También Elisa Pardo recrea un paisaje de agua en Los delfines y el mar (2022). Se trata de una reconstrucción de un espacio natural que hace visible la materialidad con la que se ha construido (bolsas de plástico, algodón, guata...), del mismo modo que construimos e idealizamos nuestros recuerdos. El paisaje marítimo de Baja California se despliega en la sala a través de diversos elementos que aluden tanto a las olas como a delfines que saltan desde estas y nadan por el espacio, un desbordamiento formal de la obra que sugiere el desbordamiento subjetivo de la propia artista en su acto de rememoración. 

Por su parte, la obra Es un cuerpo, de Mercedes Pimiento (2022), remite del mismo modo a un paisaje, en este caso el canal de la Infanta, construido en 1820 para distribuir el agua del río Llobregat y que acabaría convirtiéndose en cloaca a cielo abierto a su paso por L’Hospitalet de Llobregat. El proceso de trabajo implicó, por lo tanto, toda una investigación de la historia material y social del canal, su relación con la ciudad y su proceso de soterramiento, que toma cuerpo a través de una escultura de grandes dimensiones que estimula a reflexionar sobre las infraestructuras que atraviesan nuestra vida y conforman nuestro territorio.  

Pero hay más cuerpos que bucean en la sala de la primera planta, como las esculturas IFBB de Marta van Tartwijk (2020), que recrean el movimiento de un cuerpo que baila, congelando diversos momentos de dicha acción de un modo cercano a los experimentos cronofotográficos de finales del xix o a aquel perro de Giacomo Balla de 1912. Pero, a su vez, las piezas reconfiguran una nueva corporalidad por medio de yuxtaposiciones de cada uno de estos fragmentos de tiempo. Lo hacen a través de estructuras de hierro, tejido y látex, evocando un imaginario que trae a colación los binomios placer-dolor, unión-fragmentación, cuerpo-industria.

Juegan también con yuxtaposiciones las esculturas de Mónica Mays que conforman Open me, Close me (2022), un proyecto que parte del estudio de los patrones de mantones de Manila desde una perspectiva deformada de su identidad cultural. Una identidad cultural necesariamente híbrida y porosa, que solo pudo darse a través del comercio transoceánico que se mantuvo durante siglos entre los países europeos y sus respectivas colonias. Los motivos que representan cada uno de los patrones se reproducen a través de dos dibujos diferentes yuxtapuestos, desde el ángulo derecho y desde el izquierdo, lo que imposibilita una visión objetiva del patrón y provoca la imposibilidad de la visión objetiva de su totalidad. 

De nuevo a través del paisaje, como el generado por Blanca Gracia en Tabú (2016), nos adentramos en un dispositivo teatral a través de dos montañas que nos conducen a la proyección de una animación en tres actos. En esta se muestra un ecosistema diverso regido por un pensamiento mágico, sociedades animistas y elementos naturales que se mueven activados por humores propios, disfraces o rostros nublados por filamentos de alas. La progresiva invasión de este territorio inventado bajo la excusa de «terra nullius» altera el equilibrio de dicho ecosistema, haciendo que el paisaje y aquellos que lo pueblan, desaparezcan.

Así como en la primera planta la exposición insiste en la materia de los elementos a través de esculturas e instalaciones, la segunda planta se centra en proyectos que abordan de manera directa políticas del cuerpo y problemáticas del trabajo en el sector cultural y artístico cuestionando la retórica del rendimiento en el actual sistema de producción. Es el caso de Work(in’) work(out), de Biel Llinàs, uno de los artistas residentes SAC-FiC durante 2022, que aborda los límites entre práctica artística y trabajo alimenticio desde la ocupación del artista como controlador de sala e informador en La Pedrera. 

Es el caso también del proyecto fracasar estrepitosamente, el diario elaborado por txe roimeser entre 2018 y 2024, que se despliega en sala a través de 412 hojas sobre el muro de la sala y que nos convoca a recorrer los flujos de los tentáculos del fracaso desde una perspectiva transfeminista y una identidad trans, partiendo de la idea de que «fracasar es algo que las personas queer hacen y han hecho siempre muy bien» (Halberstam, J., 2011). La reflexión del artista plantea la paradoja de que la posibilidad de afrontar el fracaso –o de situarse a la intemperie– pueda ser considerada una forma de privilegio. 

En la misma sala, Joana Capella reivindica en TWORK las memorias musculares de cuerpos feminizados humanos y no humanos —cuerpos, suelos, máquinas y cultivos— que trabajan inmersos en el paradigma productivista agrilogístico. Lo hace a través de una serie de acciones desarrolladas durante su periodo de residencia SAC-FiC en 2022, que ha recogido en diversos formatos, así como a través de otra activación que se programará de manera paralela a la exposición. La investigación nos interpela en torno a las prácticas corporales improductivas y otras que responden a las lógicas contemporáneas del rendimiento. 

También como parte de las artistas en residencia SAC-FiC de 2022, Ana Ayuso reconstruye en la sala su espacio de trabajo durante ese periodo (Artistas trabajando, 2022-2024), dedicándose a investigar sobre las dificultades para inscribir la práctica artística en el sistema de producción y la imposibilidad de muchas artistas de dedicarse al trabajo creativo de manera plena. La instalación se activará con la presencia de la propia artista los viernes durante el horario laboral de los trabajos alimenticios que realiza actualmente.

Las políticas del cuerpo y la precariedad de las relaciones productivas o improductivas atraviesan, asimismo, David y yo, marzo 2008. 0:02:20 (2023), la proyección de un video en pausa que muestra y a la vez no muestra un beso que solo podemos conjeturar y la memoria de un encuentro afectivo, el de David y Alexander a la edad de 17 años. Una relación afectiva a distancia documentada a través de cámaras que devienen una extensión del cuerpo y los acompañan en sus respectivas soledades. 

Por otro lado, el trabajo Si un árbol se cae (2022), de Julia Martos, aborda los imaginarios y memorias colectivas corporalizadas a través del relato oral. En el video, la artista da imagen a un deseo: el de hacer realidad un paisaje incierto que se construye a través de relatos de antepasados. De esta manera, el proyecto ahonda en el papel de la mediación de las imágenes y las representaciones artísticas a la hora de dar forma a nuestros deseos. 

Por último, la instalación Siempre ha estado ahí, de Sofía Montenegro (2022), conforma un paisaje sonoro y lumínico de 13 noches en la costa vizcaína, atravesando la penumbra y los seres que habitan en ella desde el ocaso hasta el amanecer. Las luces están sincronizadas con el sonido mediante una técnica de programación, mutando lentamente de manera casi imperceptible. La obra pretende transformar la percepción de lo que se observa durante la escucha y producir una sensación ficticia del entorno que nos permite imaginar la complejidad de todo ecosistema.  

Diana Padrón

Obra: Alexander Arilla Velázquez, Blanca Gracia, Irati Inoriza, Julia Martos, Mónica Mays, Sofía Montenegro, Elisa Pardo Puch, Mercedes Pimiento, che roimer, Marta van Tartwijk

SAC-FiC Residentes: Ana Ayuso Nogueiras, Joana Capella Buendia, Biel Llinàs

Dosieres Proyecto: Juana Capella Buendia, Andrea González Garrán, Rita González Soler + Ricardo Pérez-Hita, Huaqian Zhang

Dosieres Comunicación gráfica: Josep Lozano Añón, Expanded Matter Studio (Elena Águila + Ana Olmedo), Parte Studio (Estela Ibarz + Berta Mir)

Sant Andreu Contemporani (SAC) cuenta con el apoyo del Ayuntamiento de Barcelona - Distrito de Sant Andreu.

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Programación