El tejido comunitario, pieza clave para las personas refugiadas durante la pandemia

Este año, el Día Mundial de las Personas Refugiadas viene marcado por las consecuencias de la pandemia de la COVID-19, que ha llevado a las personas refugiadas a una situación de más vulnerabilidad y desigualdades. El trabajo del tejido asociativo de Barcelona ha sido esencial para mejorar su acogida y su vínculo con la comunidad.

19/06/2020 12:15 h

Ajuntament de Barcelona

El 20 de junio es el Día Mundial de las Personas Refugiadas, momento en que hay que visibilizar las situaciones de persecución y violencia que viven millones de personas en el mundo que son obligadas a abandonar forzosamente su tierra. El año 2019, según datos del Ministerio del Interior, España dobló las solicitudes de asilo del año anterior, pasando de 54.065 a 118.264 solicitudes de asilo presentadas. En cambio, sólo 1 de cada 20 casos, es decir, el 5%, recibió protección internacional. Una tasa de aprobación de solicitudes mucho por debajo de la media europea, que se sitúa en torno al 30%.

La COVID-19 ha desencadenado una crisis sanitaria, económica y social que ha incrementado todavía más la vulnerabilidad y las condiciones de desigualdad en que viven las personas refugiadas. Una de las situaciones más graves es la paralización de todos los procedimientos de las solicitudes de asilo durante el Estado de alarma, que se suma a la acumulación de solicitudes pendientes durante el 2019. Hasta ahora, las personas refugiadas que llegaban a Barcelona tenían que esperar 11 meses para acceder a la primera cita con el sistema de acogida estatal, tal como explicaba antes del confinamiento el concejal de Derechos de Ciudadanía y Participación, Marc Serra. Una espera que se prevé que sea todavía más larga cuando se reactiven los procedimientos una vez finalice el estado de alarma. También, tal como apunta el Manifiesto elaborado desde el Instituto de los Derechos Humanos de Cataluña con la colaboración de entidades de la ciudad y publicado por el Ayuntamiento de Barcelona, el cierre de fronteras para evitar la expansión de la pandemia y, por lo tanto, también las oficinas de solicitud de asilo en frontera, ha hecho que la vida de muchas personas haya sido en peligro para no tener la oportunidad de huir de una situación de persecución y violencia.

Por otra parte, la paralización de los trámites administrativos y citas durante el estado de alarma hace que muchos solicitantes de protección internacional tengan la documentación que acredita su situación caducada. “Aunque la autorización queda automáticamente prorrogada siempre que no se notifique el contrario, la falta de apoyo documental para acreditarlo genera muchas reticencias en algunos receptores que afectan a la vida cotidiana de la persona demandante de asilo, ya sea para conseguir un contrato de alquiler, de trabajo, para hacer gestiones al banco o con las relaciones con la misma administración”, afirma Anna Figueras, coordinadora jurídica de la Comisión Catalana de Ayuda al Refugiado (CEAR-CCAR). “El tema de la documentación genera ansiedad y nerviosismo y afectará a la cotidianidad de las personas solicitantes de asilo”, asegura a la abogada.

Esta misma situación administrativa irregular a la que se ven vertidas muchas personas solicitantes de asilo tiene una cara todavía más cruel: la imposibilidad de acceder a la mayoría de ayudas que se están poniendo en marcha, como el Ingreso Mínimo Vital o otros. Como reclama el Manifiesto “la nueva normalidad no puede ser la exclusión ni quedar fuera de las medidas de protección social”.

BarcelonActua: tejiendo redes de nuevas oportunidades

En tiempo de crisis también han aflorado redes de apoyo y solidaridad vecinal con las personas migrantes y refugiadas, en muchos casos sostenidas por el trabajo incansable de entidades del tejido asociativo barcelonés que ya trabajan previamente para acompañar y dar oportunidades a personas en situación de vulnerabilidad. Es el caso de BarcelonActua, una fundación que apuesta por generar vínculos entre las personas refugiadas y migrantes con personas voluntarias autóctonas. “Apostamos por una socialización radical y para darles herramientas que les permitan crear redes sociales y emocionales a partir de las cuales puedan tener nuevas oportunidades”, explica Griselda Bereciartu, responsable del ámbito de refugio de la organización. La fundación ha atendido a más de 500 personas a través del proyecto Landing Barcelona, en qué trabajan con una red de voluntarios y con entidades para ofrecer clases de castellano, actividades de informática, actividades lúdicas y deportivas y mucho más. “Tenemos acuerdos con espacios jóvenes como Casa Sagnier, la Unión Deportiva de Sant Andreu, que nos deja sus instalaciones, el Centro Cívico Urgell o el proyecto culinario de la economía solidaria Mescladís” apunta a Bereciartu.

Además, ya hace un año que se dedican a buscar techo a las personas refugiadas o migrantes, un proyecto que ha conseguido mucha visibilidad durante el confinamiento y también mucha más movilización del voluntariado de la entidad, ya que se ha evidenciado que muchas personas solicitantes de asilo no tienen donde dormir. “Nuestra apuesta es múltiple: por una parte tenemos el apoyo fundamental de familias voluntarias que ofrecen acogidas temporales de tres a seis meses en sus casas; y por la otra hemos establecido acuerdos con empresas como Fincas Grau o la Fundación Le Monde Tour, que nos han cedido pisos, y también hemos llegado a un acuerdo con el colegio La Salle del barrio de Gràcia para tener algunas plazas de acogida temporal allí,” explica la responsable del ámbito de refugio. “La implicación de la red de voluntarios y de la ciudadanía ha sido clave para conseguir todo eso”, reconoce Griselda Bereciartu.

Poble-sec per a tothom: sinergias comunitarias para acoger

Otro de los programas comunitarios con más trayectoria para acompañar personas refugiadas y migrantes es el Plan de Acogida Poble-sec per a tothom, gestionado por la Coordinadora de Entidades del Poble-sec. Se trata de un conjunto de proyectos de intervención sociocultural que desde el año 2001 tiene como objetivo fomentar la convivencia y favorecer la inclusión social de los vecinos y vecinas del territorio mediante metodologías de participación comunitaria. “Hacemos una primera acogida informativa a las personas migradas y, en función de cada caso, tenemos servicios de asesoramiento laboral, psicológico y jurídico” explica Teia Goñi, técnica de acogida del proyecto a la Coordinadora de Entidades del Poble-sec. El programa también ofrece cursos de aprendizaje de catalán y castellano, formaciones de cara a la mejora de las capacitaciones y competencias laborales (como cursos de informática, de cocina, de atención al cliente o de cuidado a personas dependientes) o grupos de participación y socialización en actividades conjuntas con niños, gente joven, personas mayores y con entidades del barrio.

Durante la pandemia, Teia Goñi explica que los cursos se han detenido pero que han facilitado un teléfono de emergencia que no ha parado de sonar. “nos ha llamado mucha gente, del barrio y de fuera, y básicamente hemos hecho de puente con Servicios Sociales del Ayuntamiento de Barcelona o de otros municipios o con entidades que hacían reparto de alimentos en el barrio”. Goñi también afirma que la recogida de alimentos ha sido una necesidad básica para las familias vulnerables y que todo el barrio se ha volcado con esta iniciativa.

En un año tan complicado y con el horizonte de una crisis social y económica compleja, los lazos comunitarios y de solidaridad son la clave para hacer mejorar la vida de las personas refugiadas.

Consulta las actividades en línea programadas por las entidades en torno al Día Mundial de las Personas Refugiades en la agenda.

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