“Cuando una persona está en el fin del mundo, ¿desaparece?”

Il·lustració. © Sandra Rilova

Más allá de la moda de la espiritualidad, las cuestiones profundas deben estar presentes en la educación de las nuevas generaciones. La clave de la espiritualidad en la escuela es que cada criatura pueda construir un sentido vital. Conectar con la naturaleza, experimentar con el silencio o imaginar constituyen vías para reflexionar sobre el sentido de la existencia desde la infancia.

Para algunos, la educación suele ser un cajón de sastre por el que pasan muchas modas que buscan atender las exigencias de cada época. Tiempos de incertidumbre, plagas, crisis o guerras suelen traer necesidades espirituales. Para otros la cuestión es: ¿esto es bueno o no? Para pensar sobre ello, quizás hay que considerar lo que afirmó Abraham Maslow: “Si solo tiene un martillo, todo parece un clavo”.

Da título a este artículo una pregunta de Pedro, un niño de 5 años, [1] que sigue descolocando a los adultos: “Cuando una persona está en el fin del mundo, ¿desaparece?”. A raíz de ella, nos podemos cuestionar: ¿el fin del mundo y la desaparición de las personas son temas espirituales? ¿Cómo trata la educación laica las sospechas espirituales de la infancia? Es fundamental acoger sus dudas, aunque no necesariamente hay que darles respuesta. Las preguntas son poderosas herramientas reflexivas, no son clavos para nuestro martillo… Podemos investigar a partir de ellas, porque el diálogo es un valor y es un método que favorece una educación crítica, creativa y ética.[2] Para seguir dialogando con Pedro, podríamos explorar y narrar mitos de diferentes culturas,[3] puesto que la mitología tiene una función cosmológica: ordena el caos, da sentido a la realidad y se enfrenta a la escatología (el más allá). Y esto coincide con los propósitos de que la espiritualidad esté presente en la educación.

Por qué cultivar la espiritualidad de las nuevas generaciones

La sociedad consumista, materialista e individualista conduce a las personas a una soledad estéril y sin sentido, que se traduce en malestar. Por eso es necesario un marco seguro que permita encauzar la desazón, los dolores y las incertidumbres. Epicuro, Lucrecio y Séneca solían afirmar que el miedo ha creado los dioses y nos hizo temer la muerte. La pandemia, que ha puesto de manifiesto este miedo y otros retos existenciales, ha provocado diferentes tipos de desorientación y trastornos. En su documento Salud mental e infancia en el escenario de la COVID-19, UNICEF España afirma que 1 de cada 4 niños/as presenta síntomas de depresión y de ansiedad. La necesidad de un confort espiritual ha pasado a ocupar el interés de la educación laica. El ascenso de una espiritualidad abierta, no necesariamente reglada, que no exija obediencia ciega o acrítica, viene impulsando acciones educativas. La clave de esta espiritualidad es que cada criatura pueda construir un sentido vital. Actualmente, es común ver en las escuelas clases de meditación, de yoga, de mindfulness, de filosofía. Este tipo de prácticas revela el interés por una espiritualidad entendida como conciencia de sí y del otro. Esta espiritualidad abierta no es religión, porque no tiene ni dios ni dogma.

[1] Los nombres de las criaturas son ficticios para preservar a los niños y niñas reales.

[2] La filosofía lúdica utiliza metodología dialógica para estimular el desarrollo del pensamiento crítico, creativo y ético de la infancia. Es un movimiento dentro del proyecto internacional Filosofía para Niños (FpN), creado por Matthew Lipman y Ann Margaret Sharp.

[3] El proyecto Noria (www.octaedro.com/noria) propone una literatura filosófica para la infancia, que trata diferentes temas de la experiencia humana. Además, hay guías para los educadores que acompañan a las criaturas en su jugar a pensar.

Il·lustració. © Sandra Rilova © Sandra Rilova

La religió (que és una opció familiar) és un conjunt de creences que tracta allò sagrat i la necessitat de transcendència; és una institució jeràrquica amb sentit de control moral i sociopolític. L’espiritualitat present als espais educatius, en canvi, no hauria d’estar lligada a cap religió ni a la fe en un déu, una deessa o diversos déus. És un tipus d’ètica que afirma la transcendència humana com a procés evolutiu. Busca allò sagrat en la mateixa humanitat, en l’experiència de cura i de vincle entre tots, assumint el misteri de la vida en la seva contingència.

Aquesta espiritualitat és una actitud de cerca constant de sentit: qui soc? Qui vull ser? Què és el món? Quin món vull ajudar a construir? És una espiritualitat que ajuda les persones a tenir cura d’elles mateixes, dels altres humans, de l’espai públic compartit, dels altres éssers vius, de la natura, del planeta. Pot haver-hi algun tipus de bona educació que estigui en contra de tot això?

Una aproximació espiritual de la ciència

La mestra Mar Santiago du a terme el projecte El jardín de Juanita[1] amb mainada de 4 anys, i explica:

Avui hem vist les flors del jardí, “algunes estaven ‘morides’ i d’altres no perquè només tenen les flors seques. Les que són seques del tot ja no tenen solució; encara que les reguis, moren... és com la vida!”. “¿Com és la vida?”, vaig preguntar amb interès. “La vida és així, mor i després hi ha una altra persona; perquè si les persones no moren... Llavors, on viuen? Han de construir encara més cases? Nosaltres naixem de les nostres mares, creixem i quan morim en naixeran d’altres. I moren i neixen, així tota la vida, perquè el món no s’acaba”. “Al jardí podem sembrar-hi llavors i regar-les una miqueta, no gaire perquè creixeran més ràpid i moriran abans. Les altres flors les cuidem i quan es morin... en cuidarem d’altres! La vida és morir, després en neixen d’altres i quan nosaltres siguem grans tindrem fills”. Així que vam plantar nous bulbs, i quan vam fer un forat per col·locar-los ens va sorprendre descobrir que sota la terra n’hi naixia algun dels que havíem sembrat l’any passat. Era clar que la vida seguia el seu curs, malgrat que el jardí semblava que es moria.


[1] Aquest projecte forma part del plantejament de la Filosofia Lúdica, i existeix des del 2018 en diversos països. Té com a bibliografia el llibre per a adults Ciudadanía creativa en el jardín de Juanita (Octaedro, 2018) i la literatura filosòfica per a la infància El jardín de Juanita (Octaedro, 2017) i La mariquita Juanita (Octaedro, 2017).

La religión (que es una opción familiar) es un conjunto de creencias que trata lo sagrado y la necesidad de transcendencia; es una institución jerárquica con sentido de control moral y sociopolítico. La espiritualidad presente en los espacios educativos, en cambio, no debería estar vinculada a ninguna religión ni a la fe en un dios, una diosa o varios dioses. Es un tipo de ética que afirma la transcendencia humana como proceso evolutivo. Busca lo sagrado en la propia humanidad, en la experiencia de cuidado y de vínculo entre todos, asumiendo el misterio de la vida en su contingencia.

Esta espiritualidad es una actitud de búsqueda constante de sentido: ¿quién soy? ¿Quién quiero ser? ¿Qué es el mundo? ¿Qué mundo quiero ayudar a construir? Es una espiritualidad que ayuda a las personas a cuidar de sí mismas, del otro humano, del espacio público compartido, de los demás seres vivos, de la naturaleza, del planeta. ¿Puede haber algún tipo de buena educación que esté en contra de esto?

Un enfoque espiritual de la ciencia

La maestra Mar Santiago realiza el proyecto El jardín de Juanita[1] con criaturas de 4 años, y narra:

Hoy vimos las flores del jardín, “algunas estaban ‘moridas’ y otras no porque solo tienen las flores secas. Las secas del todo ya no tienen solución, aunque las riegues, mueren... ¡es como la vida!” “¿Cómo es la vida?”, pregunté interesada. “La vida es así, muere y luego hay otra persona; porque si las personas no mueren... Luego, ¿dónde viven? ¿Tienen que construir más casas aún? Nosotros nacemos de nuestras madres, crecemos y cuando nos muramos nacerán otros. Y mueren y nacen, así toda la vida, porque el mundo no se acaba”. “En el jardín podemos poner semillas y regar un poquito, no mucho porque crecerán más rápido y morirán antes. Las otras flores las cuidamos y cuando se mueran... ¡cuidaremos otras! La vida es morir, luego nacen otros y cuando nosotros seamos mayores tendremos hijos”. Así que plantamos nuevos bulbos, y al hacer un agujero dónde colocarlos nos asombramos al descubrir que debajo de la tierra estaba naciendo alguno de los que sembramos el año pasado. Estaba claro que la vida seguía su curso a pesar de que el jardín parecía morirse.

¿Qué hacen estas criaturas de 4 años? Buscar sentido a la vida en su experiencia directa de conexión con la naturaleza. A partir de crear y de cuidar un jardín, llegan a ideas que el físico Fritjof Capra viene tratando desde los años setenta en obras como el El tao de la física (Sirio, 2017) o La trama de la vida (Anagrama, 2006). A partir de la ciencia moderna, Capra profundiza en sus consecuencias filosóficas al conectarla con el misticismo antiguo; es un enfoque espiritual de la ciencia. En su obra, la vida está interconectada y nada puede ser entendido de manera aislada. Esto está presente en el dialogo de las criaturas de 4 años. ¿Podríamos afirmar que esta experiencia es un ejemplo de educación espiritual? Las criaturas dan un sentido coherente y efectivo a la vida, sin necesitar lo sobrenatural. Crean un relato a partir de su experiencia, sin un dios o un dogma que lo justifique. La conexión con la naturaleza es otra herramienta para la educación de la espiritualidad, que ayuda a superar el conflicto entre la cultura individualista/materialista y las religiones dogmáticas y doctrinarias.

Frente a la muerte de la bisabuela, dos hermanos conversaban entre sí: “Pero si ella está muerta, ¿cómo es que va a hablar con Dios? En su boca ya no existen palabras…”, comentó Ana, de 6 años. “Ella hablará dentro de su cabeza”, contestó Jon, de 5 años. Los dos salieron de manos dadas y mirada perdida. Jon se giró, volvió a mirar aquel cuerpo rodeado de flores y dijo: “Cuando me muera quiero convertirme directamente en espíritu, sin ser sepultado o cremado”. En el vocabulario de estos dos niños aparecen las palabras dios, espíritu, sepultado y cremado, que indican una educación religiosa. Los totalitarismos que intentaron aniquilar las religiones han fracasado, porque siguen alojadas en la diversidad de las culturas. Los humanos necesitan creer en algo para dar sentido a sus vidas, y de ahí la existencia de sistemas religiosos o de una educación ética para quienes prefieren subsanar esta necesidad de manera más abierta y flexible.[2]

[1] Este proyecto forma parte del planteamiento de la Filosofía Lúdica, y existe desde 2018 en varios países. Tiene como bibliografía el libro para adultos Ciudadanía creativa en el jardín de Juanita (Octaedro, 2018) y la literatura filosófica para la infancia El jardín de Juanita (Octaedro, 2017) y La mariquita Juanita (Octaedro, 2017).

[2] Comparto con Joan-Carles Mèlich: “Ser ético no es responder bien, es saber que nunca responderemos suficientemente bien”. (Contra los absolutos, Fragmenta, 2018; p. 120).

El silencio y la imaginación como herramientas para la espiritualidad

Experimentar el silencio e imaginar pueden ser dos recursos diferentes para enfrentarse a las cuestiones espirituales que se plantean en la infancia. Jon nos dio una pista: hay momentos en los que hay que hablar dentro de la propia cabeza. El pensamiento es un diálogo interno, y es posible aprender a pensar mejor poniendo voz en las propias ideas y dialogando. También puede ser interesante hacer el movimiento inverso, silenciarse, meditar, poner atención en el aquí y en el ahora, utilizando herramientas de introspección y de bienestar. Alexia, de 7 años, hizo un dibujo y explicó: “¡Es un ojo que explotó de tantas ideas!”. Otra niña, impresionada con la imagen, preguntó: “¿Cómo lo haces para descansar de tus ideas?”. “Escucho una meditación, duermo, juego, descanso, incluso las olvido”, contestó sin pestañear. La voz de la infancia nos hace ver que no todo es clavo, porque hay otras herramientas diferentes de nuestro martillo…

Más allá de la moda de la espiritualidad, las cuestiones profundas necesitan estar presentes en la educación. Hay temas ineludibles para indagar: la paz, los misterios, los ritos y rituales, el papel de las creencias en fuerzas invisibles y sobrenaturales, etcétera. Hay emociones espirituales que merecen ser reflexionadas: la gratitud, la compasión, la felicidad y el amor. Como decía el biólogo Humberto Maturana, “amar es dejar aparecer”. La educación que proponemos es amorosa, y es importante dejar que estas cuestiones aparezcan en los espacios educativos.

Como este es un texto con final abierto, acabamos con una pregunta que hizo Antonio (5 años) al acostarse: “Mamá, ¿cuál es el número antes del infinito?”. Podríamos seguir pensando: ¿cómo lidiar con el infinito que nos interpela en nuestra finitud?

Referencias bibliográficas

Para saber escuchar y pensar cuestiones profundas de los niños, voy acompañada de lecturas de fondo. Para la temática de este texto fueron las siguientes:

Arendt, H. La condición humana. Paidós, Barcelona, 2011.
Arendt, H. La vida del espíritu. Paidós, Barcelona, 2002.
Bergson, H. Materia y memoria. Ensayo sobre la relación del cuerpo con el espíritu. Cactus, Buenos Aires, 2006.
D’Ansembourg, T. y Reybrouck, D. La paz se aprende. Comunicación no violenta, mindfulness y compasión: prácticas para el desarrollo de una cultura de paz. Arpa Bienestar, Barcelona, 2017.
Freud, S. El malestar en la cultura. Akal, Madrid, 2017.
Gadamer, H. Dolor. Paradiso, México, 2020.
Han, B. La sociedad paliativa. Herder, Barcelona, 2021.
Lipman, M. El lugar del pensamiento en la educación. Octaedro, Barcelona, 2016.
Mèlich, J. C. La fragilidad del mundo. Ensayo sobre un tiempo precario. Tusquets, Barcelona, 2021.
Mèlich, J. C. Contra los absolutos. Fragmenta, Barcelona, 2018.
Mèlich, J. C. La religión del ateo. Fragmenta, Barcelona, 2019.
Mèlich, J. C. L’experiència de la pèrdua. Arcàdia, Barcelona, 2017.
Nussbaum, M. Paisajes del pensamiento. La inteligencia de las emociones. Paidós, Madrid, 2008.
Sátiro, A. Filosofía mínima. Octaedro, Barcelona, 2016.
Sátiro, A. y Tschimmel, K. Pensar crea(c)tivamente. Mindshake, Oporto, 2020.
Zambrano, M. Filosofía y poesía. Fondo de Cultura Económica, Ciudad de México, 2017 (reed.).

Publicaciones recomendadas

  • Filosofía mínimaAngélica Sátiro. Octaedro, 2016

El boletín

Suscríbete a nuestro boletín para estar informado de las novedades de Barcelona Metròpolis