El futuro de los museos. ¿En busca de (nuevos) públicos?

Visitants del Museu Blau mirant un globus terraqüi.

¿Están en crisis los museos? Según cómo se mire. Como la sociedad de la que son espejos, estos maravillosos artefactos de conocimiento y disfrute no paran de evolucionar. Y si hace unos años fueron la excusa para la reordenación urbanística de las ciudades, hoy se les pide que sean sociales, sostenibles e inclusivos. ¿Es su función? El público, o una parte de él, quiere experiencias, reales y virtuales, y cada vez es más crítico con el relato de autoridad que representan. En este debate, nueve expertos reflexionan sobre ello.

La pandemia ya es historia, y en 2022 los museos de Barcelona recuperaron en conjunto a tres de cada cuatro visitantes en relación con 2019. Unos más y otros menos, en función de su atractivo turístico. Como siempre. O no. Hay cosas que han cambiado, otras se han acelerado. Durante este tiempo, por ejemplo, se ha aprobado el plan Museus 2030 de la Generalitat, pactado con el sector, que pone el énfasis, como dice la museóloga Olga López, en un modelo de museo social vinculado a los grandes debates del momento. Y el ICOM, el Consejo Internacional de Museos, después de tres tempestuosos años de debates, ha pactado una nueva definición que reza que deben ser “inclusivos, diversos, sostenibles y éticos”.

Todo ello, como explica el crítico Iván de la Nuez, en un momento en el que está en cuestión la pretensión de algunos museos, sobre todo los de arte contemporáneo, de ser la gran ágora de debate ciudadano. El público —o los públicos— quizá va por otro lado. Da que pensar que el Moco, el “museo” de la calle Montcada que exhibe una colección particular, casi haya doblado los visitantes del MACBA, a pesar del abismo de exigencia cultural de uno y otro. O el éxito que están teniendo las exposiciones inmersivas del Ideal. Una parte del público busca la experiencia, quiere ser protagonista, quiere entrar dentro de las obras. Los museos, los de verdad, lo tienen difícil para competir con ellos, pero deberán asumir algunas de estas estrategias.

Será fascinante ver cómo se enfrentan los centros barceloneses a esta demanda y quizás pueda ser clave la nueva etapa del Museu del Disseny, ahora en manos de José Luis de Vicente, experto en arte y nuevas tecnologías. También será curioso ver cómo responden a la demanda de romper el modelo patriarcal y de descolonizar las colecciones y su relato más allá de las posibles peticiones de restituciones de obras. En el horizonte hay muchas novedades. Este año, por ejemplo, veremos mejor el vuelco que le está dando el científico Carles Lalueza al Museu de Ciències Naturals para convertirlo en un centro de investigación y divulgación de primer orden. Todos están pendientes de lo que preocupa ahora a la ciudadanía. Hay que escuchar, más que imponer, recuerda Pepe Serra, director del MNAC. No es casual que el siempre líder CCCB, como explica su directora Judit Carrera, haya creado ahora un departamento de “nuevos públicos”. Es el camino.

Retrat d'Olga López

Olga López
Responsable de proyectos del Museo Marítimo de Barcelona

Los museos han empezado a cambiar respecto al modelo de museo tradicional que la mayoría de las personas tienen en mente cuando piensan en la institución museística. Han empezado a integrar las inquietudes de la sociedad de hoy y son sensibles a problemáticas generales del mundo contemporáneo, como la desigualdad, la sostenibilidad, la conservación del medioambiente, la cohesión social, la integración de las personas en riesgo de exclusión… Se ha iniciado un camino sin retorno hacia el modelo de museo social.

Este proceso ha tomado impulso en buena parte gracias a la hoja de ruta hacia el modelo de museo social que representa el plan Museus 2030. Pla de Museus de Catalunya, elaborado por la Generalitat de Catalunya junto con el sector museístico.

Esta visión debe impregnar al conjunto de la organización como vector transversal, con conciencia de que el museo es un ente que da servicio y respuesta a las inquietudes de su ciudad y de la comunidad en la que se integra.

Sin embargo, los museos no pueden hacer solos este camino. Las administraciones de las que dependen, sobre todo en el caso de los museos públicos, deben comprometerse a reconocer sus valores y a apoyar sus actuaciones desde todos los puntos de vista. No solo en términos de recursos económicos, sino también de reconocimiento del papel de los museos en el conjunto de la sociedad.

Retrat d'Eduard Vicente

Eduard Vicente
Gerente del Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA)

Los museos deben adaptarse a las necesidades de los públicos más diversos y centrarse en la experiencia del visitante, y no tanto en los contenidos. Es necesario profundizar más en esta experiencia, y que los contenidos y otros aspectos complementarios que ofrecen ayuden a mejorarla, y que sea accesible y abierta a todo el mundo.

En cuanto a la vertiente económica, una de las cuestiones clave es cómo conseguir nuevos ingresos sin que ello cuestione la función del museo como servicio público. En el caso del MACBA, lo hacemos a partir de la búsqueda de mecenazgos, patrocinios y aportaciones económicas para proyectos concretos, como exposiciones o actividades, o proyectos con fuerte predominio social.

La autofinanciación es otro de los aspectos en los que trabajamos. En el MACBA estamos por debajo del 25%, pero este es un porcentaje que consideramos viable poder alcanzar y mantener de forma estable, y que podríamos incrementar trabajando con el sector privado, ya sean empresas o fundaciones.

De cara al futuro, uno de los retos es realizar un autoanálisis para saber cómo nos imaginamos los museos a cinco años vista y qué cambios debemos realizar. Otro desafío es trabajar en la línea que ya llevamos a cabo, que es que la dirección y la gestión vayan muy alineadas y compartan estrategias y visiones. Además, es importante que exista la voluntad de ir todos a una, cada uno en su papel y rol, pero cumpliendo la ruta que nos hemos fijado.

Retrat de Judit Carrera

Judit Carrera
Directora del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB)

Los museos son el reflejo de un tiempo y de un lugar, y un espacio de representación, memoria y educación. “Lugares donde tomar conciencia de que pertenecemos a una comunidad más amplia”, en la definición de Manuel de Solà-Morales. En los últimos años, la revolución digital ha transformado radicalmente el vínculo entre los museos y la sociedad, y ha obligado a imaginar formas más abiertas y vivas de relación con los públicos. Hoy, los museos no pueden ser solo espacios para la contemplación, sino que deben insertarse en una amplia red de complicidades artísticas y culturales que conviertan al museo en un lugar dinámico y vibrante, en constante diálogo entre el espacio presencial y el virtual. Una de las funciones de los museos es democratizar el acceso a la cultura e interpelar al máximo de públicos posibles, con programas de accesibilidad, educación y mediación como los que impulsan los principales museos del mundo y también en nuestro país.

El CCCB es un centro sin colección de arte, pero con un archivo digital de más de 3.000 vídeos creados a lo largo de treinta años de actividad. El gran reto del patrimonio material e inmaterial es abrirlo para generar un diálogo con el presente y trazar nuevas genealogías de conocimiento que vinculen tradición y contemporaneidad. La gran singularidad fundacional del CCCB es su carácter multidisciplinario. Esta vocación de puente entre disciplinas, públicos y generaciones; el trabajo en red; y la apertura al entorno se han mantenido intactos a lo largo de los años y han sido precursores del museo del futuro. El nuevo departamento de mediación del CCCB profundiza en esta intención de apertura, democratización y experimentación de lenguajes y formatos, además de fortalecer los vínculos con el mundo educativo, y cultivar el amor por el arte y la cultura en las jóvenes generaciones.

Retrat d'Olga Subirós

Olga Subirós
Arquitecta, curadora e investigadora cultural

Los museos son capaces de tener un papel importante en la transformación cultural hacia una sociedad descolonizada y descarbonizada. Pueden contribuir a crear una cultura y una conciencia colectiva que aborden las cuestiones sociales y medioambientales de forma holística. Los espacios de exposición y los programas públicos se convierten en poderosas herramientas para promover, a través de la investigación y la producción cultural, la reflexión y la acción entre los visitantes, y así contribuir a la construcción de una sociedad más justa y saludable.

El proceso de descolonizar los museos necesita que se realice desde una perspectiva interseccional inclusiva. Destaco la importancia de la descolonización del conocimiento, que implica reevaluar las formas en las que se presenta la información y cuestionar las narrativas dominantes.

En cuanto a su descarbonización, incluye promover, a través de programas educativos y exposiciones, la conciencia ambiental. Los museos como contenedores tendrán que ser pioneros en materia de descarbonización implementando prácticas de adaptación y mitigación del cambio climático, adoptando medidas de ecoeficiencia energética y convirtiéndose en refugios climáticos.

Otro aspecto importante en el futuro de los museos es la accesibilidad a los contenidos on site y online. Mientras que las políticas de gratuidad para acceder a los museos ciertos días al mes son necesarias y se deben ir ampliando, el acceso a los contenidos online es la gran asignatura que debe mejorar.

Retrat de Pepe Serra

Pepe Serra
Director del Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC)

Durante las últimas décadas, los museos de arte han experimentado un proceso de cambio acelerado y constante, relacionado con el replanteamiento de su naturaleza y su rol para con la sociedad. Hoy en día, la condición de servicio público y de espacio para el debate y la reflexión crítica son rasgos imprescindibles para definirlos, junto con sus misiones más nucleares de investigación, conocimiento o divulgación. El museo debe ser, en el mejor sentido de la palabra, útil para todos los colectivos que integran la sociedad y debe ir más allá de la conservación del patrimonio para convertirse en un espacio de encuentro, de discusión y de relación donde todo el mundo pueda sentirse representado e interpelado.

Para hacer realidad este cambio, es necesario tener presente que no existe un solo relato, sino múltiples. Se debe escuchar a los usuarios y visitantes, y plantear cuestiones sobre temas relevantes en el contexto actual. Al mismo tiempo, los museos deben pasar de ser prescriptores a ser también conectores para convertirse, en definitiva, en instituciones que respondan a su tiempo y puedan desempeñar un rol importante en las múltiples dimensiones en las que pueden actuar: la científica, la educativa, la social y comunitaria, la creativa o la de memoria, entre otras muchas. Hoy los museos no son para unos cuantos, son para todo el mundo. ¿Cómo deben cambiar? Estando muy pendientes, siempre, de no perder la conexión con la realidad y con la sociedad en la que actúan.

Retrat de Carles Lalueza

Carles Lalueza Fox
Director del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona

Los museos, que son centros de conocimiento y debate, deben ser capaces de reflejar la diversidad. En la sede del Fòrum tenemos una exposición temporal sobre mujeres científicas invisibilizadas a lo largo de la historia, y otra sobre ejemplos presentes en el mundo natural que ilustran que existen diferencias entre el sexo biológico y el género en muchas especies. Más adelante queremos tratar el pasado colonial de parte de las colecciones del museo, con especímenes provenientes de Guinea Ecuatorial o Filipinas. Todo esto son capas de información adicional que se añaden a la información biológica tradicional de un museo de ciencias naturales y que responden a inquietudes del público. La lectura científica e histórica de un mismo ejemplar puede ser muy distinta.

Un museo de ciencias naturales puede tener un papel clave en la comprensión del cambio climático y en la lucha contra los efectos adversos. Además, puede canalizar la investigación en museómica, que consiste en la recuperación de genomas de materiales de museos correspondientes a especies en peligro de extinción, o extinguidas, para poder describirlas y conocer la diversidad genética perdida. Los museos de ciencias también pueden actuar como bancos genéticos, preservando tejidos en frío incluso de especies que hoy pueden ser comunes, pero que dentro de unas décadas podrían estar en peligro. Estas colecciones, denominadas biobancos o criomuseos, sustituyen al papel clásico de los museos de acumular especímenes naturalizados o en forma de esqueletos. Para llevar a cabo estas nuevas funciones de los museos del siglo XXI, se requieren instalaciones especializadas y redes colaborativas entre museos y centros de investigación.

Retrat de Damià Gallardo

Damià Gallardo
Librero y gestor de contenidos de Laie

Los museos llevan tiempo ensayando estrategias para atraer el interés de nuevos públicos, y, últimamente, esta actitud es más perceptible. El Museu Nacional d’Art de Catalunya, por ejemplo, fomenta el diálogo entre la colección permanente y los artistas contemporáneos de diversas disciplinas. En instalaciones de la Sala Oval como Aeronáutica [vuelo] interior, de Francesc Torres, o en Diálogos intrusos. Todo es presente, una selección de obras de la Fundació Suñol que dialogaba con obras históricas desde el románico hasta el modernismo.

Otro ejemplo es el MACBA, que presenta una nueva configuración de la colección con Preludio. Intención poética, donde se desmonta la narrativa museística tradicional (con sus jerarquías y taxonomías) para favorecer un encuentro con las obras más abierta e intuitiva, más activa para el público.

Estos ejemplos son una muestra de la diversidad de estrategias para abrir los museos a la sociedad. Habría que añadir los esfuerzos para difundir tanto el fondo como las actividades a través de internet para que estén al alcance de todo el mundo, y la preocupación por vincularse con el entorno inmediato, colaborando con el tejido creativo.

El tipo de públicos que visitan un museo es muy complejo, y esta complejidad es el mejor estímulo para trabajar en él. De la bibliografía especializada en el merchandising de impulso (dando por sentado que no son categorías excluyentes), el principal reto es mantener una oferta diversa y dinámica, que atraiga tanto al público ocasional como al local.

Retrat de José Luis de Vicente

José Luis de Vicente
Director del Museu del Disseny (DHUB)

Es frecuente que pensemos en los museos como objetos estáticos, instituciones “acabadas”, pero su función, sus formas y sus estrategias no han dejado de evolucionar. Los centros internacionales y de nuestro entorno que me parecen más interesantes están constantemente cuestionándose. De ahí surgen nuevos consensos, como el tránsito del museo depositario de conocimiento organizado al museo plataforma, generador de debates y formulador de hipótesis. Del que representa una única historia a la yuxtaposición de múltiples historias y el cuestionamiento de las oficiales heredadas. Mientras ninguno de estos consensos sea incuestionable y siga en revisión, los museos continuarán vivos.

En el caso del diseño, ha sido por definición un espacio híbrido en el que la idea de “colección tradicional” es el resultado de ampliar las nociones de lo que merecía ser preservado. Si las instituciones del diseño organizan la cultura material, una de las materias que da forma al mundo de manera preeminente es la información, estructurada e instrumentalizada en forma de datos y código.

Hoy hay un innegable deseo de trascender la exposición pensada como una sucesión de objetos discretos, y de producir un código para la muestra más basado en espacios, entornos y situaciones. Para ello tenemos nuevos recursos y herramientas. Es natural que el museo aproveche estas nuevas materialidades, y no podemos explicar los conflictos y deseos de nuestro momento sin integrar estas otras materias.

Retrat d'Iván de la Nuez

Iván de la Nuez
Ensayista, crítico de arte y comisario de exposiciones

El mundo de los museos no gana para sustos. Un día, sacudido por los apremios de su consejo rector (el ICOM), obsesionado con reescribir su definición. Otro día, por el ataque frontal al origen colonial de sus colecciones. Y otro, por la polémica desatada al final del mandato de Manuel Borja-Villel en el Reina Sofía…

El caso es que la convocatoria a pensar el futuro del museo viene acompañada del terror a su hundimiento, al inexorable declive de su existencia. La crisis de los museos va más allá de un simple cambio nominal, la devolución a destiempo de una colección o la sustitución de una persona. Porque lo que está en juego es el sentido mismo de la institución museística en el siglo xxi. Y porque lo que hoy estamos viviendo no es otra cosa que el final del modelo al que se abonó fervientemente el arte contemporáneo: esa línea trenzada por Aby Warburg y, más tarde, Georges Didi-Huberman, de la cual Borja-Villel era, probablemente, su más consumado representante. Esa idea del museo como atlas, capaz de contener el mundo y sus problemas dentro de sí, ha implosionado. Y proseguir por ese camino solo puede llevarnos a mantener una inercia entre los escombros del estallido, o pertrecharnos con balas salvas para seguir participando en las escaramuzas que conforman nuestras pintorescas guerras culturales.

Estamos ante el final de un ciclo. Es exagerado afirmar que los museos son naves náufragas, pero no lo es confirmarlos como barcos varados. No están hundidos, pero difícilmente puedan echarse al mar con los mismos aparejos que los convirtieron en laboratorios socialdemócratas en los que podía pasar de todo, incluida una revolución virtual que ya había capitulado en la sociedad.

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