El transporte público, la alternativa de movilidad limpia y eficiente

Il·lustració © Enrique Flores

Las personas necesitamos desplazarnos para relacionarnos, ir a trabajar, a estudiar o a comprar, para disfrutar de los momentos de ocio o simplemente para socializar y estar con la familia y los amigos. En Barcelona, la solución a la movilidad sostenible es el transporte público y, por el hecho de ser una de las áreas más densas de Europa, ha de tener una visión metropolitana.

Desde un punto de vista social y de igualdad de oportunidades, en Barcelona no podemos limitar la movilidad al entorno más cercano de la calle, del barrio o del municipio, sino que debemos abordarla con la visión de una gran ciudad, de la suma de ciudades que conforman la metrópoli.

Los habitantes de los distintos barrios y municipios trabajan en empresas o estudian en centros de formación localizados en diferentes ciudades del área metropolitana. Asisten a competiciones deportivas, van al cine, al teatro y a conciertos, hacen deporte y se relacionan con familiares o amigos que viven fuera de su círculo más cercano. El transporte colectivo es la única solución capaz de dar respuesta a todas estas necesidades en el área metropolitana de Barcelona. No existe alternativa y, en la medida en que es accesible a toda la ciudadanía independientemente de su condición física o edad, es además un factor esencial de igualdad social. En Barcelona se ha hecho un gran esfuerzo para que los más de mil autobuses sean realmente accesibles y para que la mayoría de las 159 estaciones de metro también lo sean.

Toda la ciudadanía tiene derecho a moverse, no solo la parte más activa o la que tiene más recursos económicos. Por eso es importante tener una tarificación social como la que se ha implantado en el área de Barcelona. La sociedad debe ser consciente de que, por el bien de todos, debe hacer un mayor esfuerzo para asegurar la financiación del transporte público.

En el año 2019 se realizaron 627 millones de viajes en el metro y los autobuses de Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB), lo que da una de las tasas más altas de Europa de utilización de transporte público por habitante. Si una parte de esta movilidad se efectuara en coches privados, no dispondríamos de espacio público suficiente y el colapso circulatorio nos llevaría al caos más absoluto. Por eso, ser valientes en la apuesta por una movilidad sostenible. El objetivo es que el peso de la utilización del transporte público duplique en los próximos años el del vehículo privado.

El transporte público suponía en 2018 el 60% de la movilidad motorizada. Partimos, pues, de una buena situación, mejor que en muchas otras metrópolis europeas. Pero las restricciones a la movilidad impuestas por la pandemia están provocando un retroceso en el uso del transporte colectivo. El confinamiento total durante la primavera lo redujo a mínimos, por debajo del 10% de su demanda habitual, y desde entonces la situación sanitaria ha provocado que estemos aún en cifras de recuperación en torno al 60%. Debemos revertir esta situación con mejoras que lo hagan más seguro y atractivo. TMB está haciendo un gran esfuerzo para superar esta crisis. En estos momentos, la oferta de metro y de autobús es la mayor de la historia, y en las horas punta llegamos a ofrecer hasta un 118% del servicio habitual.

Por supuesto, otra razón fundamental para reforzar la red de transporte público es la crisis ambiental. Estamos ante una verdadera emergencia climática que exige una movilidad sostenible y eficaz. Barcelona es reconocida internacionalmente por el esfuerzo que ha hecho en la incorporación de energías limpias en el transporte público, pero debemos ser aún más ambiciosos.

La L9, una revolución de la movilidad para el área metropolitana

La apuesta por completar la línea 9 del metro es fundamental. Unirá puntos estratégicos como el aeropuerto, el puerto, la Ciudad de la Justicia, la Fira, la estación de Sagrera, dos campus universitarios, zonas industriales y logísticas, barrios residenciales, equipamientos sanitarios y deportivos de Barcelona y otros cuatro municipios. Tendrá una longitud de 48 kilómetros y contará con 52 estaciones, de las cuales 32 están ya en servicio. Servirá de conexión en 19 intercambiadores con otras líneas de metro y con las redes ferroviarias de Cercanías de Renfe y de los Ferrocarriles de la Generalitat de Catalunya (FGC), con los trenes regionales y de alta velocidad, y con las líneas de autobuses urbanos e interurbanos. La extensión del ramal de la Zona Franca se prevé próxima, aunque aún no hay fecha para la puesta en servicio del imprescindible tramo central. Confiamos en que pronto vuelvan las actuaciones y en los próximos años las nuevas estaciones vayan comenzando a dar servicio.

Asimismo, van a realizarse inversiones en toda la red de metro para dar más servicio a miles de ciudadanos de diferentes municipios. Actualmente, está en ejecución la nueva estación Ernest Lluch, en la L5, y el año próximo se reformará la estación de Trinitat Nova, clave para incrementar el servicio en la L4. También está previsto que la L1 y en general todas las líneas incrementen su oferta. Con los nuevos trenes que se prevé comprar, se mejorarán los índices de ocupación en las horas punta y se establecerán mejores frecuencias de paso para los usuarios.

Cuando se ejecute lo planificado, el metro será una completa red metropolitana que dará servicio a los barrios de Barcelona y a los municipios vecinos. Supondrá una revolución en cuanto a la movilidad, pues permitirá comunicar la mayor parte de la población del área metropolitana con líneas entrelazadas entre sí, a imagen de lo que ofrece la red de metro en ciudades como Londres, París o Berlín.

La otra piedra angular del desarrollo de una red eficiente de transporte público es la mejora de la red de autobuses. Tras el gran salto que supuso la nueva distribución de la red de autobuses de TMB, el siguiente paso, absolutamente necesario, ha de ser mejorar su eficacia, de manera que llegar en autobús de un punto a otro sea más rápido y ágil. Para ello, es preciso dar prioridad al autobús en carriles específicos, tal como se hace en otras ciudades de Europa y como ocurre con las redes de tranvía. Los 211 millones de usuarios de las 102 líneas de autobús de TMB tienen todo el derecho a que sus recorridos sean prioritarios.

Hacia las cero emisiones, por una movilidad totalmente limpia

No podemos olvidar, como se ha dicho antes, la vertiente medioambiental. Se trata de conseguir un transporte público libre de emisiones contaminantes, y este objetivo se ha de lograr utilizando energías renovables, tanto en el metro como en los autobuses. En los próximos años se hará una clara apuesta por los autobuses eléctricos de emisiones cero, los autobuses propulsados por biogás con efecto medioambiental cero y, como gran novedad, los autobuses de hidrógeno. Barcelona aspira a ser líder en Europa en el impulso y utilización del hidrógeno en el transporte público.

El punto de partida, fruto de una primera reconversión ambiental, ya es notable: dos terceras partes de los vehículos de TMB son de bajas emisiones (híbridos, eléctricos o de gas natural). Entre 2021 y 2024 se prevé renovar el 40% de la flota, lo que permitirá la entrada de 200 autobuses eléctricos. En los próximos meses se pondrá en marcha la primera línea de autobús cien por cien eléctrica con la tecnología de carga de oportunidad, un sistema que permite que las baterías se carguen más rápido: será la línea H16, con 22 autobuses articulados. A esta línea se le sumarán las líneas H12 y V15, y pronto serán 60.000 los usuarios diarios de líneas eléctricas de cero emisiones que unirán de extremo a extremo nuestra red a lo largo de más de 50 kilómetros.

El hecho de que TMB gestione tanto el metro como los autobuses permitirá desarrollar un proyecto importante de eficiencia energética, optimizando el uso de energía eléctrica verde para el funcionamiento de autobuses y trenes y así avanzar de modo coordinado hacia el objetivo de cero emisiones.

En cuanto al hidrógeno, cabe destacar el importante salto que supondrán los primeros autobuses en servicio y la estación de carga de hidrógeno que se instalará en la Zona Franca, que además será de uso abierto a otros proyectos de hidrógeno que puedan desarrollar otros agentes.

Papel central de la intermodalidad

En la movilidad sostenible, la intermodalidad jugará un papel importante. El transporte público será el principal modo de desplazamiento, pero se completará con otros modos también sostenibles como los vehículos compartidos para trayectos de mayor distancia, y la bicicleta o el patinete para los de la última milla. Sin olvidar, claro está, el modo más sostenible y saludable de todos, que es caminar, para desplazarnos distancias cortas y disfrutar al mismo tiempo de la ciudad. Sirva como dato orientativo que la distancia media recorrida en cada desplazamiento es de 5 kilómetros en el metro en Barcelona y de tres en la red de autobuses de TMB.

En los próximos años iremos viendo aparecer también la movilidad con vehículos autónomos. Aunque deben todavía mejorar en seguridad y tecnología, no cabe duda de que jugarán un papel fundamental. Debemos estar preparados para incorporarlos. TMB pretende ser un referente en Europa también en los aspectos tecnológicos de la movilidad, y Barcelona ha sido una de las primeras ciudades del mundo en disponer de líneas de metro automáticas.

En un futuro inmediato, veremos una evolución importante en los aspectos referentes a la información al ciudadano, los sistemas de acceso a los medios de transporte, los sistemas de pago, etcétera. La digitalización dará al trasporte público mucha más versatilidad y permitirá optimizar los recursos y las infraestructuras. También en esto queremos que Barcelona sea un referente en el mundo.

Tenemos que ser muy ambiciosos en los proyectos actuales si queremos estar preparados para una movilidad interna totalmente limpia. No podemos perder tiempo y tenemos que hacerlo además todos juntos, con un gran consenso social y político. La emergencia climática nos afecta a todos y no podemos escapar de nuestra responsabilidad para con las siguientes generaciones. Ahora estamos afrontando una terrible crisis sanitaria por la pandemia de COVID-19, pero debemos evitar que se produzca otra crisis provocada por la contaminación, cuyas consecuencias pueden ser también catastróficas. El transporte público está llamado a jugar un papel fundamental.

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