Entre lenguas y literaturas

Hemos preguntado a autores barceloneses que escriben en catalán y/o en castellano si piensan que la Barcelona novelada difiere mucho si se utiliza una lengua o la otra. ¿Hablan de la misma ciudad o tienen una manera diferente de aproximarse a ella? La lengua que utilizan, ¿los condiciona a la hora de describir Barcelona?

Este año Barcelona es la ciudad invitada de honor de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, que se celebra entre el 23 de abril y el 13 de mayo, y que es uno de los acontecimientos culturales más importantes de América Latina. M. Teresa Carbanjo, presidenta de la fundación El Libro, la entidad que organiza esta feria, afirmaba hace unas semanas en Barcelona que la Feria de Buenos Aires ha valorado especialmente la condición bilingüe de una ciudad que llevará a Argentina a autores de dos literaturas hermanas.

Se tiene la sensación, muy extendida, de que los autores que escriben en catalán y los que lo hacen en castellano se comunican poco entre ellos. Tienden a vivir en dos realidades paralelas que no acaban de encontrarse y no siempre se leen los unos a los otros. Les hemos preguntado si comparten esta percepción.

El debate se completa con artículos de Gabi Martínez, Isabel Sucunza y Jordi Puntí, tres escritores que exploran desde miradas diferentes los puntos de intersección y las diferencias entre estas dos tradiciones y comunidades literarias.

Gabi Martínez observa cómo los protagonistas de las novelas escritas en castellano en Barcelona salen de la marginalidad de los barrios y se les bautiza con alias o diminutivos. Isabel Sucunza realiza una interesante comparación sobre la presencia de los jardines en las novelas de unos y otros; en las obras escritas en catalán, observa Sucunza, la ciudad se erige en un personaje invasor. Para Jordi Puntí, el equívoco de Barcelona empieza con los mapas. Quieren que creamos que cuando buscamos el mar mosde norte a sur. Así, la literatura que ha retratado Barcelona a menudo es un trayecto vertical un norte y un sur falsos que han asumido este papel simbólico.

Retrat de Gonzalo Torné

GONZALO TORNÉ. (Barcelona, 1976). Escritor, traductor, columnista y editor externo para grandes sellos. Es autor de cuatro novelas.

Creo que nos parecemos mucho por una razón "equivocada": para la mayoría, la ciudad es justamente un escenario, una serie de nombres prestigiosos. Claro que se puede escribir literatura magnífica sin que aparezcan las tensiones de identidad, culturales y sociales de la ciudad, pero estaría bien que alguien tuviera la mirada más amplia, que fuera más allá del informe sentimental de la propia experiencia. La elección del idioma, la ubicación del mapa literario (no es lo mismo escribir de Barcelona si eres nativo o si vienes de Reus), la forma de relacionarte con los colegas de otra lengua, los sentimientos de inferioridad o de superioridad, los rencores, la mutua incomprensión... Todo ello resultaría interesantísimo. Y también que se manifiesten tensiones de clase, de educación, de poder adquisitivo...

Sí, tengo la percepción de que hay poco contacto entre unos y otros. Pero lo que más me sorprende es que sea "en la ciudad"; me parece más normal no enterarme de lo que se escribe en Lleida o de lo que se escribe en Castelló. Y es un asunto complejo, porque depende mucho de cada uno. En la presentación de mi último libro asistieron más escritores en lengua catalana que en lengua castellana, y en la de Jordi Puntí estábamos unos cuantos escritores en lengua castellana. La elección de las lecturas es algo misterioso, una zona caprichosa. En mi caso, me guía un interés afectivo: leo a personas con las que tengo alguna relación (a veces muy distante) o me caen bien, personas que amplían el espectro de tus lecturas con sus propios intereses.

Retrat de Nora Catelli

NORA CATELLI. (Rosario, Argentina, 1943). Escritora, ensayista y crítica literaria que reside en Barcelona desde 1976. Profesora emérita en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad de Barcelona.

No solo los novelistas construyen el espacio de la ciudad. Después de Baudelaire, lo hacen sobre todo los poetas y los periodistas. Otra cosa es si resulta condicionante, en un contexto bilingüe, la lengua que escogemos, en cualquier género. La gran pregunta es: ¿cómo se hace para ser escritor y escoger una sola lengua cuando el objeto es una ciudad donde las dos lenguas se sobreponen? Escribir exclusivamente en una de las dos es un artificio necesario, yo diría que vital para el catalán, que muy pocas veces se puede eliminar. Algunos escritores de las nuevas generaciones quieren mezclar registros. Veremos qué sale de todo esto.

Ante el mercado editorial, la posición de unos y otros es completamente diferente, y eso provoca que la sociedad literaria barcelonesa tenga circuitos paralelos. Sería interesante que hubiera más crítica cruzada, sobre todo por parte del castellano, que tiende a no hacerse cargo de la literatura catalana, mientras que esta es mucho más receptiva. Pero eso depende de las fuertes presiones de las propias lenguas nacionales, que en la península tienen una relación asimétrica, ya que el castellano es la aguja de la balanza.

Retrat de Javier Pérez Andújar

JAVIER PÉREZ ANDÚJAR(Sant Adrià de Besòs, 1965). Escritor y columnista. Por sus crónicas en la edición catalana de El País recibió el Premio Ciudad de Barcelona de medios de comunicación en 2014.

La lengua me condiciona cuando escribo, porque de alguna forma escribo para el idioma. Para las palabras. Para la frase. La escucho, oigo su sonido y la siento respirar, y hago de él mi principal materia de trabajo. No es un idioma lo que diferencia las novelas de Barcelona. Solo hay una Barcelona, la de cada uno, y cada uno la vive y la explica a su manera. Y todas juntas forman Barcelona. Desde Juli Vallmitjana hasta Juan Marsé. Desde Paco Candel hasta Quim Monzó. Desde Carmen Laforet hasta Najat el Hachmi. Desde Mercè Rodoreda hasta Manuel Vázquez Montalbán.

Tengo poca relación con la vida literaria, pero dentro de la relación —que siempre es más personal que ir de sarao—, hay escritores y escritoras que se expresan en las dos lenguas. Quizás antiguamente, cuando las editoriales y los periódicos solo publicaban en uno u otra lengua, se podían crear compartimentos estancos, pero ahora conviven dentro de una editorial, una revista, un periódico, premios, actos y festivales, escritores de ambas lenguas, y eso los acaba uniendo. No tiene ninguna otra relevancia y difícilmente acaba definiendo una literatura.

Retrat de M. Àngels Cabré

M. ÀNGELS CABRÉ. (Barcelona, 1968). Escritora, crítica literaria y directora del Observatorio Cultural de Género.

Una lengua local, en este caso el catalán, debería proporcionar una visión más cercana a la realidad local, Barcelona. Y una lengua de más amplio alcance, digamos más colonizadora, el castellano, pediría tomar distancia. Me temo que la realidad contradice la teoría. No, no creo que la visión de Barcelona que ofrece la escritora Roser Caminals, que escribe en catalán desde Estados Unidos, sea sustancialmente más cercana que la de las obras de Marsé, que escribe en castellano sobre el Guinardó de Barcelona. Tampoco creo que el castellano que escribimos aquí se parezca mucho al de Pío Baroja o Carmen Martín Gaite. La diferencia no reside en la lengua, sino en el lugar que cada escritor o escritora le otorga. Tiene más que ver con el sentimiento de pertenencia a un territorio, personal e intransferible, que con la elección del idioma.

Las obras de unos y otros parece que existan en dos mundos paralelos que pocas veces se cruzan. Siempre me ha sorprendido y preocupado: me parece enfermizo. No se trata de una realidad surgida espontáneamente —al fin y al cabo somos vecinos, compañeros de universidad, incluso amigos— ni tampoco fruto de la desconfianza mutua, sino consecuencia de un mundo cultural que los divide y los posiciona en dos bandos. Por una parte, el sistema editorial (con equipos diferenciados por lenguas) propicia la segregación; y por la otra, las instituciones (con las ayudas públicas, la organización de festivales, etc.) rematan la jugada. Si las dos tradiciones se cruzaran más a menudo, nuestro ecosistema literario sería intelectualmente más rico e industrialmente más poderoso.

Retrat de Jenn Díaz

JENN DÍAZ. (Barcelona, 1988). Escritora y diputada en el Parlamento de Cataluña. Es autora de novelas en castellano y en catalán.

Si hay alguna diferencia entre las autoras y los autores barceloneses en catalán o castellano no creo que sea tanto por la lengua como por los referentes que tiene cada uno. No hablaría de diferencias por razón de lengua, y hablaría más de casos individuales. Como nunca abordo las ciudades en mis novelas, no sabría responder. En cualquier caso, vivo de una manera absolutamente bilingüe mi vida y mi escritura, así que no sabría decir si me afecta o no en la literatura: en cualquier caso, igual que en la vida.

Durante mucho tiempo el circuito literario catalán fue minoritario y se movía como lo hacen las lenguas y las culturas minorizadas. El circuito castellano, como lengua y cultura dominante, ocupaba la mayoría de los espacios, y desde hace años yo creo que hemos seguido con esta inercia, a pesar de que la lengua y cultura catalanas tienen hoy en día un nivel igual o superior que la cultura contemporánea castellana. Pienso, también, que hay pocos espacios que nos obliguen a mezclarnos. En Barcelona la librería La Calders organiza actos de todo tipo, y a menudo nos encontramos gente de los dos circuitos. Es la mejor imagen que podemos ofrecer de la ciudad: catalán y castellano con naturalidad, sin complejos.

Retrat de Kiko Amat

KIKO AMAT. (Sant Boi de Llobregat, 1971). Escritor, periodista y crítico musicalDesde 2011 codirige el festival Primera Persona al CCCB.

Creo que es diferente, sí. Me parece que una mayoría de autores que escriben en catalán tienden a no profundizar en determinados paisajes y ambientes (periferia y barrios chungos) como lo hacen algunos autores en castellano, aunque con cuentagotas. Una notable excepción sería Maria Guasch, que habla del delta del Llobregat y el extrarradio litoral.  Estos territorios me parecen, en general, inexplorados por los novelistas de Barcelona, sobre todo los que escriben en catalán. La lengua puede condicionar, supongo, también a la hora de plasmarlos. No puedes ambientar una historia en Sant Adrià y hacer que todo el mundo hable en catalán; sería absurdo y poco realista. Reconozco que todos mis personajes hablan en castellano, que también es un artificio. En cambio, Carlos Zanón integra el catalán en sus novelas en castellano, pero a mí no me sale de manera natural.

Los puntos de contacto entre escritores pueden ser afectivos o de amistad, incluso maritales; ocasionalmente nos podemos encontrar en saraos donde se pueden gorrear canapés, pero creo que artísticamente es La Gran Zanja. El contacto por trabajo es casi nulo entre los dos mundos. Yo no tengo casi relación ni siquiera con los autores en castellano, así que quizás no soy el más adecuado para hablar de la problemática ni puedo señalar por qué pasa eso.

Retrat d'Álvaro Colomer © Ana Portnoy

ÁLVARO COLOMER. (Barcelona, 1973). Novelista y periodista. Por la obra Guardianes de la memoria (2007) recibió el Internacional Award for Excellence in Journalism.

No creo que los escritores de una y otra lengua hablen de una ciudad diferente. Los autores en castellano han leído más autores barceloneses en castellano que en catalán, y eso no pasa al contrario. Los autores en catalán también han leído a los castellanos. Sin embargo, la Barcelona que yo percibo es la misma.

La lengua no condiciona la forma de describir la ciudad, pero si la forma de percibir la realidad. Mi lengua materna es el castellano. Mi padre (que era catalán) murió cuando yo era muy joven, y me crie en un entorno castellano. De mayor he sentido como una carencia no haber vivido la cultura catalana de pequeño. Con los años he tratado de solucionarlo, pero la infancia es la infancia y nada la puede suplir. Imagino que, de una forma que no sé describir, eso condiciona absolutamente toda mi visión de Barcelona.

Hace un par de años, cuando la política lo infectó todo, me preocupaba mucho que la literatura se viera afectada por el clima político y que los escritores en castellano fuéramos rechazados de alguna manera. Por suerte, eso no llegó a pasar. Durante un tiempo pareció que sí, pero rápidamente los escritores demostraron que la literatura estaba por encima de la política, a pesar de los esfuerzos de la Generalitat por separarlos. Y eso sí que lo tengo claro: el menosprecio que muestra la Generalitat hacia la cultura castellana en Cataluña podría haber sido un problema si los escritores de ambas lenguas no hubieran dado la espalda a esa actitud. En este sentido, me siento muy orgulloso de los autores y muy decepcionado con la Generalitat.

Retrat de Marina Espasa

MARINA ESPASA(Barcelona, 1973). Escritora, crítica literaria y traductora. Comisaria de Barcelona Ciutat de la Literatura.

Más allá de orígenes de clase o de barrio de los escritores, que a veces quiere decir lo mismo, no creo que la lengua sea la que dictamine de qué parte o de qué estrato social de la ciudad hablan cuando escriben.

Podemos leer novelas "de clase trabajadora" tanto en catalán (las de Sergi Pons Codina hoy, o las de Juli Vallmitjana hace un siglo, por ejemplo) como en castellano (la última de Cristina Morales, sin ir más lejos, o las de toda la vida de Juan Marsé, por citar un ejemplo paradigmático). Y eso por no abrir el melón de otras lenguas: solo hay que recordar la fascinación que ejerció el antiguo Distrito V, el barrio "Chino", para los escritores franceses Paul Morand o Jean Genet, o el imán que supuso el estallido de la Guerra Civil para los escritores ingleses y norteamericanos, que dejaron escritas páginas memorables sobre la ciudad como las de George Orwell.

También encontraríamos novelas sobre las clases altas en ambas lenguas: las de Porcel en catalán, las de Gonzalo Torné en castellano. Y un montón enorme de ejemplos intermedios que lo mezclan todo y que retratan muchísimos rincones diferentes de la ciudad: los cuentos de Pàmies y Monzó, las novelas breves de Mercè Ibarz, el barrio de Gràcia de Rodoreda, los barrios tanto altos como bajísimos de las novelas de Mendoza, etcétera. Existe una Barcelona fantástica, también, en algunas de las novelas que publica una editorial como Les Males Herbes, o en la novedad ultimísima de Javier Pérez Andújar, que incluye el recuerdo de un viejo programa de televisión local sobre libros y rendijas a otras dimensiones.

Retrat de Mercè Ibarz

MERCÈ IBARZ. (Saidí, Baix Cinca, 1954). Escritora y periodista, vive en Barcelona desde 1971. Ha publicado narrativa y ensayo.

Sobre Barcelona se han escrito tantas novelas y hay tantas que no he leído que poco puedo responder. Escribir no condiciona la descripción de la ciudad ni de cualquier otro hábitat ni paisaje, la lengua de trabajo es una música interna que el escritor intenta trasladar al lector: ¿por qué tendría que condicionar más que la visión que modela y conforma la obra? El idioma es también un documento que informa, y que poetiza los estilos, los matices de cada época y de los propios escritores, del medio literario y cultural. Quizás la mejor comunicación entre escritores es leerse. A los estudiosos les corresponde mirar si las dos comunidades lingüístico-literarias lo hacen.

Retrat de Julià Guillamon

JULIÀ GUILLAMON. (Barcelona, 1962). Escritor y crítico literario. Recibió el premio Ciudad de Barcelona de ensayo de 2008.

No hay una Barcelona de los escritores en catalán y una de los escritores en castellano: hay muchas. Hay puntos de contacto, temáticos o estilísticos, entre libros catalán-catalán, castellano-catalán, castellano-castellano, y también diferencias.

En mi juventud algunos escritores en catalán y en castellano nos relacionábamos en algunos bares. Hace años que procuro ir a bares donde no haya escritores, por lo tanto no puedo opinar. Es más o menos como siempre, con algunos autores que hacen de lanzadera entre los dos mundos. El tema de la independencia sí que es una frontera. Pero eso es otro tema.

Retrat de Enric Gomà

ENRIC GOMÀ. (Barcelona, 1963). Guionista, escritor y divulgador lingüístico. Ha publicado el libro de reflexión sobre la lengua Control de plagues. 92 paraules catalanes per fumigar (2018).

En escritores coetáneos, Barcelona es la misma ciudad, pero a menudo son diferentes los ambientes sociales que se retratan, según los barrios, los estratos económicos, culturales, sociales, etc. Es diferente el Bagdad de La Formiga Martinenca (soy consciente de que eso no es noticia para nadie). Ahora bien, la literatura es un artificio y la lengua —estilizada y a su vez estirazada— está a su servicio. Los escritores se aproximan a la ciudad según las vivencias, y la lengua vital (tanto la familiar, social, como la cultural) marca algunas diferencias. Hay quien se siente heredero de los tebeos de Bruguera y otros de la amistad homoerótica de Jep y Fidel. Lo que condiciona son las vivencias de cada uno (la lengua es solo un aspecto) y los conocimientos sobre la ciudad (porque muchos escritores escriben sobre épocas pretéritas que no han vivido). Hace unas décadas se decía que algunas clases sociales sin posibles solo se podían reflejar en castellano. Actualmente no es del todo cierto, gracias al ascensor social, que desciende persistentemente.

Las relaciones entre escritores en catalán y en castellano no responden a un modelo único, dependen de su carácter, sus criterios, sus gustos, el camping donde coinciden, etc. A grandes rasgos, los primeros aspiran a participar de los mecanismos de prestigio que favorecen a los segundos —aunque cada día son menos, estos mecanismos—, mientras que los segundos aspiran a ser más apreciados por la Generalitat y que los aplaudan cuando pasean por Ripoll.

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