Hacia la transición energética

Il·lustració © Enrique Flores

Las ciudades ocupan solo el 3% de la superficie de la Tierra, y sin embargo representan entre el 60% y el 80% del consumo de energía y el 75% de las emisiones de carbono. Es evidente que debe producirse un cambio en el sistema social y económico. La eficiencia energética y las renovables deben ser los puntales de un modelo más limpio y sostenible.

El cambio climático es una realidad, y sus efectos se hacen notar en nuestro día a día y cada vez con mayor insistencia. Sin ir más lejos, durante la primera quincena de noviembre de este año el clima se parecía más a los días de primavera que a los de finales de otoño. Son ya muchos años de políticas de mitigación del cambio climático, pero todavía queda mucho trabajo por delante para cumplir el objetivo establecido en el Acuerdo de París, que se centra en mantener el aumento de la temperatura global del planeta por debajo de los 2 °C. Y, para lograrlo, debemos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en la atmósfera.

Varios estudios indican que, con el ritmo actual de crecimiento de las emisiones, en 2050 la temperatura media del planeta habrá aumentado 3 °C y el nivel del agua del mar lo habrá hecho entre 30 y 60 centímetros. Ante estas consecuencias tan severas, urge actuar de forma contundente para revertir la situación. De hecho, estos estudios no solo indican que hay que evitar las emisiones de gases efecto invernadero, sino que debemos buscar formar de absorber las que tenemos; las ciudades juegan un papel muy importante, con la planificación y la creación de espacios que actúen como pulmón para absorber dichas emisiones.

En esta carrera, el año 2020 ha supuesto un punto de inflexión. Tanto el Ayuntamiento de Barcelona como la Generalitat de Catalunya han declarado la emergencia climática. El objetivo de ambas declaraciones es poner de manifiesto la necesidad de luchar a favor de la mitigación del cambio climático. A principios de año fuimos testigos de los efectos adversos que el cambio climático puede provocar. El temporal Gloria, en cuatro días, descargó la cantidad de agua de lluvia de todo un año, generó desperfectos importantes en varias infraestructuras y, lo que es más grave, se cobró vidas. Según los meteorólogos, en Cataluña el clima será cada vez más extremo y combinará largas temporadas de sequía con temporadas de llucias más intensas. Asimismo, también se producirá un aumento de las temperaturas, con veranos con olas de calor e inviernos cada vez menos fríos.

En este año de incertidumbres, a mediados de marzo se inició la principal crisis sanitaria de los últimos cincuenta años, debida a la pandemia de la COVID-19, la cual nos ha obligado a cambiar los hábitos diarios, tanto en nuestras vidas personales como en las profesionales. La pandemia ha hecho que nos replanteemos, entre otras cosas, la forma en que nos desplazamos de casa al trabajo o cómo deben ser los espacios en los que trabajamos y, sobre todo, los espacios en los que vivimos.

El 25 de septiembre de 2015, los líderes mundiales adoptaron los llamados Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), concretados en diecisiete puntos, con el propósito de erradicar la pobreza, proteger el planeta y mejorar las vidas y las perspectivas de las personas de todo el mundo. Todos los objetivos tienen hitos específicos que deben alcanzarse en los próximos años. Evidentemente, para poder alcanzarlos, todos debemos cumplir nuestra parte: gobiernos, sector privado, sector público y ciudadanía.

Según los datos de la web de la Naciones Unidas, la mitad de la humanidad, unos 3.500 millones de personas, vive hoy en las ciudades, y se prevé que esta cifra aumente a 5.000 millones el año 2030. Las ciudades ocupan solo el 3% de la Tierra, pero representan entre el 60% y el 80% del consumo de energía y el 75% de las emisiones de carbono. El objetivo ODS número 11 habla de lograr que las ciudades sean más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles.

Los ODS hablan también de la mitigación del cambio climático en las ciudades y de la producción y el uso de energía como una de las causas principales de este problema. Tres cuartas partes de las emisiones de gases de efecto invernadero que se producen en Cataluña proceden de los procesos de generación y utilización de la energía, tanto en las centrales de producción de energía como en el uso que hacemos de ella. Por tanto, las ciudades, como grandes consumidoras de energía, son clave para la mitigación del cambio climático y pueden actuar en diversos ámbitos para hacerle frente: la movilidad, la edificación, la industria y su propia infraestructura.

La energía limpia como horizonte

Urge un cambio de modelo energético hacia un modelo limpio, neutro en carbono, basado en la eficiencia energética y las energías renovables. Ahora bien, este cambio debe ir acompañado de un cambio de modelo social y económico, y para lograrlo hace falta innovar tanto en tecnología como en modelos de negocio. En 2016, la Comisión Europea presentó el paquete “Energía limpia para todos los europeos”, el cual define un marco legislativo estable, necesario para hacer frente a la transición energética. Este paquete contempla, entre otras, las nuevas directivas en materia de energías renovables, eficiencia energética en edificios, mercado eléctrico y normas de gobernanza de la Unión de la Energía.

El objetivo de este marco normativo es, en primer lugar, transitar hacia un modelo nuevo basado en energía limpia y con un sistema energético más seguro, competitivo y sostenible que ayude a la mitigación del cambio climático. En segundo lugar, esta legislación sitúa al ciudadano en el centro para hacerlo participar activamente en la transición hacia una energía limpia y para que tome sus propias decisiones sobre el uso que hace de la energía. Un mayor control y un mejor acceso para los consumidores se traducirá en una mejor calidad de vida y en una reducción en los costes energéticos. En tercer lugar, este paquete legislativo recuerda que la fuente más económica y limpia de energía es la que no se produce y, por tanto, da relevancia a otro aspecto tan importante como el de la eficiencia energética. Ahorrar energía es la forma más fácil de progresar hacia la independencia energética. Por último, las directivas europeas derivadas del paquete definen nuevos actores en el sector energético, como las comunidades energéticas locales o los agregadores de la demanda eléctrica, que serán clave en el cambio de modelo energético de las ciudades.

Los distintos países europeos han fijado objetivos relacionados con las directrices del paquete “Clean energy for all Europeans”. A raíz del Pacto Nacional para la Transición Energética, aprobado en 2017, y la posterior Ley 16/2017 del Cambio Climático, aprobada el mismo año, Cataluña se ha sumado al objetivo europeo para que, en el horizonte del año 2050, la descarbonización de nuestra energía sea un hecho y Cataluña se abastezca de energías renovables en un 100%.

El papel de las ciudades y de la ciudadanía

¿Y cuál es el papel de las ciudades en todo esto? Las ciudades juegan un papel capital en el camino hacia la energía limpia y sostenible por su potencial de replicabilidad y por la posibilidad de actuar, de forma agregada, entre municipios y/o ciudades. A continuación, analizamos algunos de los retos que las ciudades deben afrontar para seguir trabajando para revertir el cambio climático.

Necesitamos una ciudadanía concienciada y empoderada. La crisis sanitaria por la COVID-19 ha hecho que la población sea más consciente de sus condiciones de habitabilidad, del uso que hace de la energía y de cuánto cuesta. Aun así, debemos seguir trabajando para concienciar a más ciudadanía, por medio de proyectos piloto que permitan aprender, extraer buenas prácticas y tomarlas como modelo.

La movilidad es otro de los vectores importantes en el proceso de transición energética. Las ciudades deben disponer de un modelo de movilidad sostenible tanto en su interior como en el ámbito interurbano. En este sentido, pueden impulsar proyectos orientados a replantear el sistema de transporte público, tanto en lo referente a las frecuencias como al tipo de vehículo utilizado; ampliar la estructura de puntos de recarga de vehículos eléctricos, tanto en espacios públicos como en espacios privados; disponer de espacios para estacionar de forma segura bicicletas, patinetes, etcétera; pensar en nuevos modelos de negocio basados en el uso puntual de los vehículos según las necesidades, en lugar de comprarse uno; hacer más sostenibles los recorridos hasta los lugares de trabajo; e impulsar empresas con flotas de vehículos más sostenibles.

En cuanto a la edificación sostenible, se identifican dos retos: la construcción de nuevos edificios y la rehabilitación de los antiguos. La sostenibilidad debe incluirse en los edificios de nueva construcción, los cuales deben diseñarse y construirse para que supongan un consumo energético prácticamente nulo, tal como indican las normativas. Para lograrlo, deben implementarse medidas pasivas y activas que sean viables técnica y económicamente y que nos ayuden a reducir la demanda energética, a aumentar la eficiencia de las instalaciones, a disponer de un buen sistema de gestión energética y a contar con sistemas de producción de energía (térmica y eléctrica) por medio de energías renovables para autogenerar y autoconsumir.

Sin embargo, el reto más importante, sobre todo en las ciudades que, como Barcelona, tienen edificios construidos antes de los años 60, es el de la rehabilitación de los edificios existentes. Muchos edificios antiguos presentan necesidades de rehabilitación, para las cuales deben destinarse los recursos económicos necesarios. Y deben encontrarse nuevos modelos de negocio que hagan que esta rehabilitación sea viable. Un punto que hay que tener en cuenta son las cubiertas de estos edificios, donde se pueden incorporar instalaciones solares fotovoltaicas para el autoconsumo en el propio edificio, sea individual o colectivo. Una solución —que ya se está desarrollando en algunas ciudades de Cataluña— es impulsar nuevos modelos de gestión como las comunidades energéticas locales, que permiten construir una instalación solar fotovoltaica para un autoconsumo compartido y llevar a cabo medidas de rehabilitación por medio de los ahorros generados.

Las ciudades que tienen tejido industrial deben aprovechar las posibilidades que les ofrecen los polígonos industriales. En estos espacios se puede buscar la sinergia entre distintas industrias para impulsar la economía circular, la eficiencia energética y la generación de origen renovable. En el ámbito energético, y según la dimensión y la tipología de la industria, se identifican tres oportunidades: la mejora de la gestión energética; la mejora de la eficiencia energética de los edificios y de los procesos de producción; y la implementación de instalaciones de producción de energía solar fotovoltaica en cubiertas o terrenos para el autoconsumo individual o compartido.

Cambio energético contra cambio climático

Son muchas las oportunidades y los retos que ofrecen las ciudades para llevar a cabo la transición energética y ayudar en la mitigación del cambio climático. Las posibilidades son infinitas, solo hay que buscar sinergias entre ciudadanía, empresas privadas, entidades públicas y gobierno, aprovechar los medios disponibles, técnicos, económicos y sociales, y seguir trabajando en investigación e innovación en los campos en que todavía no están lo suficientemente desarrollados.

Desde hace un año, soy presidenta del Clúster de l’Energia Eficient de Catalunya (CEEC), una asociación empresarial sin ánimo de lucro, actualmente formada por más de 170 socios, tanto públicos como privados, donde cubrimos la cadena de valor del sector de la energía. En el CEEC tenemos muy claro que estamos en un momento muy importante en el sector de la energía y que urge seguir actuando en el ámbito de ciudad para alcanzar los objetivos fijados.

Para el clúster y las organizaciones que agrupa, la transición energética es una doble oportunidad. Por un lado, permitirá rediseñar el sector a propósito de los nuevos retos energéticos: crear nuevas tecnologías, nuevos equipos y servicios innovadores en cuanto a energías renovables, eficiencia energética y digitalización de la energía. Por el otro, es una oportunidad de mercado para sacar adelante las inversiones necesarias que permitan desarrollar este nuevo modelo energético (un gran esfuerzo en eficiencia energética y en el despliegue masivo de las energías renovables).

El cambio climático es una realidad y es responsabilidad de todos frenarlo. Si queremos que el mundo sea diferente, todos debemos empezar a analizar nuestros hábitos diarios y a ver cuáles podemos cambiar, porque nos urge un cambio de cultura energética. Tal como dice una frase de Mahatma Gandhi: “Sé el cambio que quieres ver en el mundo”.

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