En el siglo XVIII, la lengua francesa no tenía embajadora más importante que la actriz Adrienne Lecouvreur: soberana de las tragedias de Voltaire, de los versos de Racine y Corneille y de la declamación cantada de la Comédie-Française. Su vida se hizo corta, ya que le sobrevino la muerte a los 38 años. Su relación amorosa con el mariscal Mauricio de Sajonia encendió los celos de la duquesa de Bouillon y, a continuación, se produjo un misterioso accidente, en que la leyenda quiso que un ramo envenenado, ofrecido por su rival, fuese el causante de su muerte. Los celos, causados por unas fisuras imposibles de curar, son el poderoso vehículo que desencadena esta tragedia.
Sábado 29-06-2024 19:00H |