Es necesario integrar el turismo en la estrategia de gobierno del municipio, con el fin de abordar su gestión desde una perspectiva urbana global y transversal. Ha llegado la hora de activar los valores de un turismo y una ciudadanía responsables.
El turismo responde a un modelo de sociedad determinado y su transformación es una de las manifestaciones de la evolución económica, política, tecnológica y social que influye tanto en el propio turismo como en la configuración de las ciudades. Esta perspectiva permite comprender mejor el fenómeno turístico y los condicionantes que han impulsado su desarrollo hasta nuestros días, y hace necesario, a la hora de plantear las estrategias de desarrollo de un destino urbano, incorporar en el proceso de análisis y de reflexión las tendencias emergentes y las motivaciones de los ciudadanos (considerando a los turistas también como ciudadanos, aunque solo lo sean temporalmente).
Los cambios en los modelos de turismo y de ciudad muestran una clara tendencia a compatibilizar el desarrollo turístico con la sostenibilidad, la preservación del territorio, el patrimonio, la cultura y los valores de identidad. Los cambios en la estructura del trabajo y en la distribución de la jornada laboral –más esperanza de vida, más tiempo libre, más capacidad de consumo, más conocimiento o el impacto de las tecnologías de la información y la comunicación, entre otros– propician cambios en el estilo de vida y en el consumidor, más sensible a los aspectos cualitativos de la oferta de los destinos y al establecimiento de nuevas relaciones con la cultura y la ciudadanía.
Por otra parte, tendencias como la terciarización de las ciudades, su internacionalización (las ciudades se convierten en académicas, creativas, tecnológicas, y atraen talento de todo el mundo), el desarrollo de las características de smart city o el cambio de hábitos de los residentes (compras en grandes superficies, disminución de la vida pública, nuevas formas de ocio…) también inciden en el cambio de las ciudades y en el uso de los espacios públicos.
Barcelona es un destino turístico de éxito que, en los últimos veinticinco años, se ha convertido en una de las principales ciudades turísticas del mundo. La creación, en el año 1993, del Consorcio Turismo de Barcelona, supuso un punto de inflexión en las políticas de promoción de la ciudad como destino turístico hasta situarla en su posición actual. El Plan Estratégico de Turismo de la Ciudad de Barcelona 2010-2015 ya evidenció que, paralelamente con la promoción, era necesario poner en marcha instrumentos de gestión que velaran por el encaje entre el turismo y la ciudad. Tal como sucede en los principales destinos urbanos del mundo, los nuevos fenómenos aparecidos como consecuencia de la globalización están transformando muchos aspectos de Barcelona y de su actividad turística.
Según mi opinión y ante la trascendencia ciudadana que ha adquirido el fenómeno turístico en Barcelona –aunque el principal impacto se concentre en determinados barrios y durante los periodos de mayor afluencia–, es necesario que el turismo se integre plenamente en la estrategia de gobierno de la ciudad, con el fin de abordar su gestión desde una perspectiva global y, al mismo tiempo, transversal. En este nuevo escenario turístico del que no se pueden abstraer ni las instituciones públicas, ni las empresas ni los ciudadanos, la economía, la sostenibilidad y la responsabilidad social van de la mano. Ha llegado el momento de activar los valores de un turismo responsable y, también, los de un destino, una ciudad y una ciudadanía responsables.
El 10 de noviembre de 2014, el Consejo de Ciudad, máximo órgano de participación de Barcelona, aprobó una declaración sobre el turismo y elevó al Consejo Municipal cuatro propuestas que se pueden resumir así: velar por mantener el equilibrio entre un turismo responsable y otros sectores económicos; seguir apostando por un modelo turístico cívico y de calidad respetuoso con los valores de la ciudad; reforzar y utilizar las herramientas urbanísticas existentes para regular la implantación de actividades en el territorio; y, finalmente, garantizar que el seguimiento de las políticas de turismo tenga presentes, además de los operadores, a los agentes económicos, sociales y vecinales.
Así pues, en una ciudad que aspira a ser responsable, educadora, internacional, intercultural, inclusiva, inteligente y sostenible, la promoción del turismo ha de encajar con el modelo general de urbe. La intención del Ayuntamiento debe ser explícita y llevarse efectivamente a la práctica con la participación de la ciudadanía, de los agentes sociales y de las empresas. El proceso participativo de reflexión estratégica Barcelona, Ciudad y Turismo, promovido por el Ayuntamiento en el marco del Consejo General de Turismo, y del que he sido nombrada comisaria, parte de un objetivo común público, privado y ciudadano: el encaje entre una ciudad y un turismo responsables.
El turismo urbano contemporáneo tiene un rol importante en las transformaciones de las ciudades y genera externalidades que hay que considerar. Pese a ser conscientes de las dificultades para consensuar el encaje entre ciudad y turismo, el proceso de reflexión busca los estímulos precisamente donde se hallan las principales contradicciones y paradojas. Las diferentes partes interesadas del turismo no deberían protegerse, ignorarse o mantener posiciones conservadoras, sino reaccionar para renovarse, una actitud que implica una cierta transgresión tanto para detectar nuevos problemas como para resolver los antiguos.
Búsqueda del consenso
El nuevo proceso de reflexión, que tiene como eje principal su apertura a la participación ciudadana y el objetivo de responder al interés general, puede contribuir a generar más consenso entre el sector público, el sector privado, los actores sociales, los ciudadanos y los turistas para desarrollar un pensamiento más generalista que facilite un cambio de actitud positivo. Ahora bien, si se quieren fomentar acuerdos y alianzas entre los actores implicados, no se puede blindar el turismo contra la realidad o la crítica, y hay que huir de dogmatismos y verdades incontestables. Del compromiso de las partes se pueden generar aprendizajes compartidos, nuevas ideas y experiencias y nuevos espacios de cooperación.
En el momento de cerrar este artículo ya se habían iniciado las sesiones de trabajo participativas pero todavía no se podían anticipar conclusiones. Los retos que se deriven tendrían que estar alineados con el resto de mensajes estratégicos de una ciudad, Barcelona, que no puede construir su identidad sin tener en consideración a los ciudadanos y al turismo y que, en consecuencia, requiere nuevos planteamientos de gestión y unas prácticas responsables por parte de las instituciones públicas, de las empresas y de toda la ciudadanía –incluidos los turistas.
Reflexión conjunta sobre el futuro del turismo
El pasado mes de diciembre, el alcalde Xavier Trias presentó la propuesta de un gran pacto local por la gestión y la promoción de un turismo responsable. El objetivo del pacto era impulsar la reflexión conjunta de un amplio número de representantes de los ámbitos turístico, político, económico, social y académico para identificar las principales tendencias de la actividad turística en Barcelona y definir las bases de su desarrollo futuro.
El proyecto participativo está liderado por la autora del artículo adjunto, la doctora Maria Abellanet i Meya, académica con una larga trayectoria y un reconocido prestigio en el mundo del turismo, en calidad de comisaria. Con cerca de treinta años de carrera profesional, Abellanet es consejera delegada y directora general del Grupo CETT, un centro de referencia internacional de formación y transferencia de conocimiento en hostelería, turismo y gastronomía adscrito a la Universidad de Barcelona. Su experiencia fue reconocida en el 2014 con la Medalla del Turismo de Cataluña, otorgada por el Departamento de Empresa y Empleo de la Generalitat.
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