Un montón de niños. Pequeños, algo más pequeños y más pequeños todavía. Un montón de niños a quienes Cal Teatre consiguió adentrar en El bosc com balla tal como hizo el maestro de Hamelin en aquel otro cuento que ahora no es el momento de explicar. Sólo que los niños reunidos en el centro cívico La Sedeta, en vez de seguir el sonido de la flauta, respondían al del violín y a las diabluras de Lucas, un niño sin canción pero a quien cantar le gusta que.... ¿Más que ninguna otra cosa en el mundo? No. Más que a ninguna otra cosa en el mundo, no. Porque quien más le gusta a Lucas,a quien más quiere, es a su madre. Y su madre también le adora a él. Sólo que no le pudo regalar una canción cuando nació, como acostumbran a hacer todas las madres. ¿La razón? Que su madre no puede hablar. Pero como Lucas, sin canción que cantar, se siente triste y un poco perdido, decide adentrarse en el bosque (que es donde nacen las canciones) y pedirles a los árboles que le regalen una... ¿Lo harán?

Los niños que el sábado llenaron la platea del centro cívico La Sedeta ya saben cuál fue el destino de Lucas. Y también lo saben los que antes acudieron a los centros cívicos Can Clariana Cultural, Cotxeres Borrell, Tomasa Cuevas, Parc Sandaru y Zona Nprd... porque la de sábado era ya la última oportunidad para disfrutar del espectáculo de títeres y música en directo El bosc com balla en el marco del circuito Barcelona Districte Cultural. Última oportunidad y un éxito tanto en la platea como en el momento de las ovaciones.

Los niños, uno de los públicos más difíciles de entretener, se lo pasaron la mar de bien con Lucas (a pesar de que algunos, los más pequeños, lloraron un poquito cuando las cosas no le acababan de salir del todo bien a la marioneta) y, al terminar el espectáculo, se acercaron al escenario para poder conocer a los tres integrantes de Cal Teatre (los intérpretes y manipuladores de los títeres, Jordi Font y Carlos Galindo; y la violinista, Aloma Ruiz), pero sobre todo para poder saludar a las marionetas: a Lucas; a su madre; a un vendedor que los quería engañar; a su caballo; a las ovejas de Lucas; y también, claro, a los árboles y al bosque... que, ya lo sabéis, canta.