Dice Miquel Barcelona que en Parrà, junto a Marc Vilajuana, lo que hacen es revisar “la tradición como reivindicación política, buscando acercarnos a la raíz con respeto para sacudir la conciencia moral, estética, ecológica e identitaria”. Y en la raíz de Parrà lo que esté es el Canto de la Sibila, en el que se habla de apariciones, de un cambio de era… Así que Barcelona dice que en Parrà hay “un reconocimiento íntimo hacia el valor esencial de la tradición y un desprenderse de todo aquello que no nos es necesario”. Y concluye: “Por lo tanto, posiblemente, hablamos de conciencia”.

 ¿Por qué empezasteis a trabajar a partir del Canto de la Sibila? Y ¿cómo esta música ha determinado el movimiento de Parrà?
El Canto de la Sibila y toda la revisión que hacemos, bebe de la pieza [kórps], que se estrenó a Feria Tàrrega 2019 con arreglos de Oriol Mula y espacio sonoro de Carlos Martorell. En [kórps], elegí que interpretáramos esta pieza porque me parecía que expresa muy bien diferentes dualidades que me interesaban: lo pagano y lo religioso, la culpa y la esperanza, el juicio y el cambio de paradigma... todo según el punto de mira con qué se mire para interpretar la canción y, con ella, la lectura de la realidad. A partir de esto y trabajando mano a mano, codo con codo y voz a voz con el Marc Vilajuana, revisamos la tradición como reivindicación política buscando acercarnos a la raíz con respeto para sacudir la conciencia moral, estética, ecológica e identitaria.

Parrà es una forma del catalán arcaico para hablar de aparición, ¿qué es lo que se nos tiene que aparecer?, ¿de qué aparición nos quieres hablar?
Cuando Marc y yo nos aprendíamos la canción para [kórps], me llamó mucho la atención esta forma verbal que aparece (nunca mejor dicho) y que, como en tantos temas religiosos y como en La Sibila misma, enuncia. La lectura y tradición paganas de La Sibila se refieren a una bruja que habla de un cambio. Si la libramos del peso de la culpa de la interpretación que nos llega hasta hoy en día, visualiza un cambio de era. Nos aproximamos a este aparecer -y a esta necesidad presente de cambio- como un gesto individual hacia aquello que somos. Un reconocimiento íntimo hacia el valor esencial de la tradición y un desprenderse de todo aquello que no nos es necesario. Por lo tanto, posiblemente, hablamos de conciencia.

-Trabajar la tradición desde la modernidad o rehacer la modernidad desde la tradición... ¿Crees que tienen que estar en diálogo constante? ¿Cómo las habéis hecho vosotros dialogar en el escenario?
No es obligatorio pero, personalmente, me está siendo necesario. Es una elección deliberada. No soy una persona a quien le haya interesado demasiado antes la tradición porque no me siento nada de afinidad con las mentalidades conservadoras. Pero siento mucho interés y respeto por el legado cultural y la memoria de las personas. Soy de la opinión de que la cultura es para utilizarla y, con ella, todo el que ha sido expresión de otras personas. Porque, estas expresiones nos hacen ver la realidad de una manera concreta o nos la hacen cuestionar, como mínimo. En nuestra experiencia, esta revisión siempre tiene que pasar por la transmisión y vivencia en primera persona y por la necesidad de expresión. Es decir, qué quiero decir yo a través de esto. Del mismo modo que el público que venga a vernos recibirá directamente de nosotros este material, nosotros nos hemos dedicado a recibir esta información de fuentes y personas que lo valoran y conocen. Hablando en concreto de Parrà, con Marc buscamos que Parrà exprese la dualidad en la tradición: raíz y estructura buscando un diálogo entre la voz y el movimiento, lo rural  y la contemporaneidad, la forma y el cambio. A través de la revisión también de danzas como Stella Splendens (El Libro Rojo de Montserrat) encontramos -en el origen de estas prácticas paganas- oportunidades de expresión que nos interpelan por su belleza. El estudio de la esencia que percibimos en estos materiales y nuestra libre interpretación y resignificació que nos permiten los lenguajes del movimiento, la teatralidad o el canto, son el contenido de Parrà.

¿Cómo fue hacer evolucionar el trabajo desde [kórps] hasta Parrà? Y ¿por qué tuvisteis la necesidad de hacer esta evolución?
Por un lado, tenía muchas ganas de seguir trabajando con Marc porque me apetecía descubrir todo el universo estético, conceptual y artístico que le conforma. Nos llevamos catorce años de diferencia y me apetecía salir de mi lugar de confort. Y, de otro lado, porque me interesaba hacer un zoom en esta estética que transitamos en [kórps] y, con el espacio y tiempo de una pieza paralela, nos permitía entretenernos en el detalle y poder ser más específicos con el mensaje. Parrà hace una apuesta decidida hacia los orígenes de la representación escénica (intersección entre el hecho religioso y el hecho teatral) y, desde la belleza de la danza y el hecho físico, nos relaciona con lo colectivo y nos cuestiona este cambio que puede aparecer en cada cual.

-¿Cómo explicarías tu manera de entender la danza?
Esta pregunta es muy sencilla y compleja. Honestamente, espero ser capaz siempre de cambiar de respuesta. Hoy en día, la danza está siendo mi medio de aprendizaje, de expresión y de vida. En la práctica diaria del movimiento y la observación hacia el cuerpo, claramente también "aparece" mucha información relevante en este camino que denominamos vida. Lo único que soy capaz de poner en palabras es que yo, cuando era pequeño, hacía solos de danza para mi madre y mi padre. Inexplicablemente y sin referentes. Y ellos me acompañaban como personas no usuarias de la danza que eran. En la danza veo (y quizás por eso la practico y la coreografio) una fuente de información, inspiración y guía muy importante en mi día a día porque me permite soñar, intuir y sentir. Estos verbos están infravalorados en la sociedad que vivimos o tienen significados muy baratos. La danza, en mí, está siendo una práctica creativa de realidad.