"Esto es pop metafísico. Espero que lo disfrutéis". No lo dijo nada más subir al escenario. Se esperó a haber cantado ya un par de canciones.

Así que sí: los espectadores del Centre Cívic Tomasa Cuevas ya habían disfrutado durante un rato del pop ingrávido, vaporoso, lánguido de Ferran Palau, un pop que no se Blanc -aunque así es como se llama su último trabajo discográfico- sino que se descompone en todos los colores a través del prisma de su voz .

El pop metafísico de Ferran Palau parece volátil como lo es el vapor de agua pero, cuando vuela, su música se convierte en una lluvia fina que te acaba empapando hasta que te atrapa en su océano de sonoridades y te mece en sus olas. Y te dejas ir. Y dejas que te bañe y te salpique, que te humedezca y te inunde. Y te vas relajando. Hasta que te acaba haciendo suyo.

El pop metafísico de Ferran Palau es como un mantra que va dejando capas y capas de significados, que te va adentrando en un universo dibujado con los escenarios de sus canciones. Porque sus canciones son paisajes quizás no exuberantes pero terriblemente seductores como aquellos movimientos suaves de un felino que atrapan la mirada y no la sueltan hasta que la enamoran.

Ferran Palau hipnotiza a quién le escucha. Y los efectos de su hechizo tienen pinta de perdurar durante días y días y más días. Quizás hasta que vuelva a interpretar sus canciones en el próximo escenario del Barcelona Districte Cultural: será el 12 de abril en el Centre Cultural Albareda.