Mundos irreverentes: la transgresión lúdica en los géneros fantásticos
Escribir y leer géneros fantásticos también puede ser sinónimo de diversión y subversión. No son pocos los autores que han abierto la puerta de la irreverencia y han creado universos indisciplinados donde los juegos, excesos y otras transgresiones del género son el motor de la historia. Bea Aguilar lo pone en práctica con los preceptos del bizarro en la novela con aires de fix-up Jonathan Royce y las tortugas ninfómanas del espacio exterior (Cetus), después de haberlo probado con éxito en varios relatos. También conocedor del bizarro, pero volviendo en esta ocasión a los preceptos de la ciencia ficción, Alfredo Álamo presenta El sueño de Escila (Obscura), donde los pasajeros de una nave transgeneracional despiertan de sus mundos imaginarios para chocar con la dura realidad del trayecto. La prestigiosa traductora Mara Faye Lethem, por su parte, se ha arriesgado desde la ficción a romper los tópicos que envuelven la maternidad en forma de comedia ácida, en Series boja si no ho fessis (Males Herbes). Se sumará a los tres escritores el también narrative designer, Albert Serra, que acaba de dar el salto al videojuego NetherWorld, sobre una extraña medusa heterobásica que afronta su crisis matrimonial con alcohol, drogas, sexo e interacciones con otros personajes esperpénticos. La que se prevé como la mesa más irreverente del Festival 42 la conducirá el escritor y traductor Edgar Cotes, que acaba de lanzarse una vez más al vacío con su nueva novela Etern com el laberint (Spècula).
