"La precariedad laboral afecta la salud de la población trabajadora y de sus familias"

11/06/2020 11:42 h

Anna Sánchez

La precariedad laboral no sólo tiene un impacto en la economía de las personas y familias. Varios estudios demuestran que la falta de protección social o unos salarios bajos, entre otros, afectan de manera negativa la salud física y mental de las personas trabajadoras. Hablamos con Nuria Matilla Santander, investigadora post-doctoral en la Unidad de Medicina del trabajo del Instituto Karolinska en Estocolmo (Suecia). Matilla se dedica a investigar las condiciones laborales, con un enfoque de precariedad laboral, y sus efectos en la salud de la población.

¿Qué entendemos como precariedad laboral? ¿Qué características se deben dar para determinar que una relación laboral es precaria?

La precariedad laboral se podría definir como un cúmulo de características muy negativas que se dan en un trabajo (tanto en el ámbito de la economía formal o informal). Las características que definen la precariedad laboral son la inseguridad laboral (como la inseguridad contractual, temporal, subempleo, tener múltiples puestos de trabajos o / y en diferentes sectores), ingresos insuficientes (niveles de ingresos bajos, volatilidad de los ingresos) y la falta de derechos y de protección (como la falta de sindicalización, seguridad social, apoyo normativo y derechos laborales).

Además, la precariedad laboral es un importante determinante social de la salud y de las desigualdades en salud. Según la Organización Mundial de la Salud, los determinantes sociales de la salud son las circunstancias en las que las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen. Además, estos determinantes generan diferencias en la salud, injustas y evitables, en y entre los países.

¿Cómo afecta la precariedad laboral en la salud de las personas que la padecen?

Según teorías y opiniones de expertas y expertos, la precariedad laboral afectaría la salud de la población trabajadora y de sus familias por medio de 3 vías diferentes.

Una es a través de las exposiciones nocivas para la salud en el lugar de trabajo, como podrían ser riesgos psicosociales (abuso, discriminación, estrés), físicos (contaminación acústica, radiación …), químicos (productos de limpieza, pesticidas. ..), entre otros. Por ejemplo, en un estudio realizado con datos del año 2014 y que incluían todos los países de la Unión Europea, observamos como aquellas personas que trabajaban en condiciones de precariedad laboral, reportaban en mayor proporción sufrir estrés, o discriminación en sus puestos de trabajo.

Otra vía por la que la precariedad laboral podría afectar a la salud es a través de la privación material. Las personas que sufren precariedad laboral es más probable que tengan recursos insuficientes para mantener un nivel de vida adecuado, como podría ser el acceso a los servicios de asistencia sanitaria, una vivienda en buenas condiciones o participación en actividades sociales. De hecho, estudios realizados en Suecia y Canadá describen que las personas que trabajan en condiciones precarias y que también tienen un peor estado de salud autopercibida, muestran en mayor proporción restricciones para participar en reuniones sociales, así como dificultades para gestionar gastos regulares.

Finalmente, la precariedad laboral también podría afectar a la salud por medio de la experiencia y la vivencia de la precariedad laboral, como por ejemplo, trabajos que son poco gratificantes, la vivencia de la inseguridad o sentimientos de impotencia, culpabilidad e incertidumbre. En este sentido, un estudio que hemos llevado a cabo en Estocolmo, describimos que 7 de cada 10 personas que se encuentran en condiciones de precariedad laboral querrían trabajar en otro puesto de trabajo.

¿Qué problemas de salud son los más frecuentes derivados de la precariedad laboral?

La investigación en precariedad laboral se ha centrado, mayoritariamente, al estudiar la salud mental y salud autopercibida de las personas que trabajan de manera precaria. Estudios a nivel europeo y otros países como Canadá, Estados Unidos, Chile, Egipto o Corea del Sur demuestran de manera clara y constante que la precariedad laboral se asocia a una peor salud mental, incluyendo depresión, ansiedad, trastornos del sueño, y pensamientos suicidas. Además, también se ha descrito que la precariedad laboral aumento el riesgo de sufrir lesiones laborales. Hay algunos pocos estudios, que empiezan a describir otros posibles efectos en salud de la precariedad laboral. En un estudio realizado con datos de la Unión Europea, describimos que las personas que trabajan de manera precaria, declaran en mayor proporción sufrir dolor muscular, dolor de cabeza, problemas respiratorios, alergias y problemas de piel entre otros. Según estudios basados ​​en entrevistas en profundidad llevados a cabo en varios países, las personas que trabajan en condiciones precarias describen sufrir estrés crónico y sus consecuencias en salud, como podría ser ansiedad, irritaciones en la piel o empeoramiento del estado de salud como más ataques de asma o alergias.

Actualmente, estamos investigando sobre otros posibles efectos en salud de la precariedad laboral, y en unos pocos años, podremos explicar de manera más completa, cuáles son los efectos en salud de la precariedad laboral.

¿Hay diferencia entre hombres y mujeres en este sentido?

Tanto la proporción de la población trabajadora en precariedad laboral, como los efectos en salud de la precariedad laboral, es muy superior en mujeres respecto a los hombres. Y así lo demuestran estudios realizados en todo el mundo. En general, las mujeres tienen más riesgo de sufrir precariedad laboral respecto a los hombres a lo largo de toda su vida laboral, tal y como se ve reflejado en la enorme brecha salarial que aún existe. Esto se debe a las desigualdades de género, las mujeres son por una parte, las principales responsables de realizar trabajo no remunerado, como las tareas del hogar así como las responsables de personas dependientes de la familia, y además, por estos motivos, han de acceder a trabajos de peor calidad (trabajos informales, contratos flexibles, etc). Además, existe discriminación en el mercado laboral, siendo visible con el famoso «techo de cristal» con el que topamos para mejorar las condiciones del puesto de trabajo.

En el caso de las trabajadoras del hogar, también se suma el hecho de que muchas ellas son personas migradas. ¿Existe una relación directa entre origen y precariedad?

La precariedad laboral afecta de manera desproporcionada a personas migradas. La población trabajadora migrada temporal, principalmente en la agricultura y el trabajo de cuidados constituye una gran proporción de la población trabajando de manera precaria. La discriminación debido al país de origen está muy presente en el mercado laboral. Además, las personas migradas sufren incertidumbre con los permisos de residencia, y limitaciones en el acceso a la educación y la sanidad, y esto hace que acaben accediendo a trabajos mal pagados ya menudo más peligrosas para la salud. Por ejemplo, varios estudios muestran que las personas migradas que trabajan en trabajos muy similares a las personas no migradas, trabajan en horarios más imprevisibles, así como en turnos de noche o cambiantes respecto a las personas no migradas. Algunos estudios muestran «la punta del iceberg» del problema, pero todavía son necesarios más estudios para entender todas las barreras a las que deben hacer frente las personas migradas en el mercado laboral.

¿Hay tipos de trabajo que sean más precarios y tengan más impacto en la salud? ¿El trabajo de cuidados es uno de ellos?

La precariedad laboral es más frecuente en unos determinados sectores, como el sector de servicios, agrícola y pesqueros, en operadores y montadores de plantas y máquinas, trabajadoras y trabajadores de venta en tiendas y mercados, y en ocupaciones elementales. Siendo el trabajo de cuidados un trabajo caracterizada por la precariedad laboral debido en parte a que en la mayoría de casos, se da a cabo de manera informal. Informalidad es sinónimo de riesgo para la salud. La población que trabaja en la economía informal no tiene acceso a sistemas de protección social vinculados a un contrato laboral, así como cursos de prevención de riesgos laborales o formación, o derechos laborales y las personas sufren inseguridad laboral.

¿Qué repercusión puede tener esto en el desarrollo de los proyectos familiares y comunitarios?

Desde mi opinión, creo que se deben tener en cuenta dos ejes: primero, los colectivos a los que la precariedad laboral afecta en mayor proporción: mujeres, población trabajadora joven y personas migradas. El segundo, las diferentes barreras a las que las personas que trabajan de manera precaria enfrentan, como podrían ser dificultades para acceder a programas de formación, dificultades para mantener relaciones con la comunidad (ya sea por tiempo o razones económicas) y que favorecen el aislamiento social, conocimiento limitado sobre sus derechos laborales y donde poder encontrar apoyo y sindicalización.

¿Cómo resolvemos esta situación? ¿Hay manera de deshacerla?

La buena noticia es que si podemos deshacerla, necesitamos voluntad política para construir una sociedad (más) justa. Con el fin de «curar» las desigualdades en salud es necesario resolver la raíz del problema. Es decir, la causa que genera la precariedad laboral y a la vez, efectos tan perjudiciales en la salud de la población. La precariedad laboral, siendo un determinante social de la salud, es el resultado de la distribución del dinero, poder y recursos a nivel mundial y local. Así pues, el cuidado de la precariedad es una distribución equitativa, sistemas potentes de protección social, asegurar que la población trabajadora tiene y puede ejercer sus derechos en total libertad, la regulación de formas de trabajo que pongan en peligro esta distribución equitativa y sean un peligro para la salud de la población trabajadora. Además, con el fin de combatir los determinantes sociales de la salud es muy importante adoptar el marco de salud en todas las políticas.

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