Ciudades que aprenden de la ciencia: la respuesta a una crisis de diseño

Il·lustració © Raquel Marín

El coronavirus se ha propagado más rápido en los núcleos urbanos densos, lo que ha dado lugar mayor mortalidad en comparación con las zonas rurales. Habiendo dibujado el diagrama de comportamiento del virus y su propagación en las ciudades nos damos cuenta de que, además de una crisis sanitaria, lo que experimentamos hoy es también una crisis de diseño, del modo en que hemos planeado y construido nuestras ciudades y viviendas.

La crisis de la pandemia que ha trastornado al mundo es mucho más que una crisis sanitaria. Las ciudades superpobladas, el transporte de larga distancia de personas y bienes, así como un aumento de enfermos con deficiencias respiratorias debidas a la contaminación ambiental o interior han sido las principales causas del crecimiento exponencial del nuevo virus. La COVID-19 se ha desplazado tan rápido como nuestros productos de consumo se mueven de una parte del mundo a otra. Y se ha propagado más rápido en ciudades densas, lo que ha dado lugar a un porcentaje más elevado de mortalidad en comparación con las zonas rurales.

La alta densidad de las ciudades y la búsqueda del mayor beneficio inmobiliario posible, antepuesto a la calidad del espacio, también han traído consigo la existencia de una gran cantidad de edificios “enfermos” y superpoblados. Las unidades domésticas, las viviendas y los bloques urbanos enteros que carecen de la orientación, la exposición al sol y la ventilación natural adecuadas, dan lugar a un efecto adicional al del virus: el deterioro de la salud mental y física de las personas por el hecho de estar confinadas y aisladas en casas completamente interiores y diminutas. Hoy en día, este tipo de edificaciones se ha convertido en una norma común en las ciudades, que además parecen planificadas para obligar a sus ciudadanos (o productos) a invertir grandes cantidades de tiempo para llegar a su destino, ya sea en transporte público o privado. Son ciudades basadas en economías de escala cuya producción a menudo se centraliza a través de fábricas remotas obsoletas.

Al dibujar el diagrama de comportamiento del virus y su propagación en las ciudades nos damos cuenta de que, además de una crisis sanitaria, lo que estamos experimentando hoy es también una crisis de diseño. Los problemas sociales y de salud imprevistos que nuestro mundo afronta hoy y los desafíos sociales y económicos adicionales (probablemente más graves) que afrontaremos durante y después de la recuperación sanitaria nos instan a repensar y reestructurar muchas de las tradiciones de diseño de los edificios y de la propia ciudad, así como también las bases sobre las cuales han operado durante las últimas décadas. Replantear el diseño al combinarlo con la ciencia multidisciplinaria para priorizar la calidad de vida de las personas es un camino poderoso para que la arquitectura innove y, por lo tanto, genere un cambio y un impacto positivo en el entorno construido y la sociedad que lo habita.

El futuro ha sido cancelado
Debate de la Bienal de pensamiento 2020 (en catalán y castellano)

El futur ha estat cancel·lat

La biología y la naturaleza como modelo

Si aprende de la biología (sintética) y de la naturaleza en sí misma, el diseño arquitectónico puede innovar redefiniendo el entorno construido y las ciudades como organismos vivos; organismos que pueden filtrar el aire, autorregular su temperatura o proporcionar altos niveles de oxígeno y ventilación de calidad. Teniendo en cuenta que en todo el mundo aproximadamente siete millones de muertes al año se atribuyen a los efectos conjuntos de la contaminación del aire en el hogar y en el ambiente, se apela al diseño arquitectónico para que redefina el rendimiento de los edificios y de la ciudad y genere un cambio positivo, no solo en la calidad espacial sino también en el bienestar físico de sus habitantes.

Hay más funciones biológicas que podemos agregar a nuestro entorno construido, como la producción de recursos dentro de una red de nodos interconectados. Los edificios y las ciudades pueden convertirse en fractales de células hiperconectadas, capaces de producir y proporcionar recursos localmente, como alimentos o energía, y distribuirlos entre las células. La pandemia actual nos ha demostrado que depender de sistemas externos no es ni sostenible ni resiliente. El entorno construido debería ser más autosuficiente en la producción de los recursos que necesita y más inteligente en la forma en que utiliza sus “subproductos”, como los desechos. La naturaleza, por ejemplo, no reconoce la noción de "desperdicio"; todos los productos se convierten en recursos para que otro sistema funcione y viva. El entorno construido productivo se convierte de esta manera en un sistema vivo que opera en un metabolismo circular, impulsado por los principios de producción de recursos, reutilización y ciclo ascendente.

La apuesta por materiales naturales y orgánicos

Ante el hecho de que nuestros edificios de hoy en día son los mayores agentes contaminantes de CO2 y consumidores de energía, y que el sector de la construcción es el mayor generador de residuos del mundo, se insta a la arquitectura a redefinir el metabolismo de edificios y ciudades. Aprendiendo de la ciencia de los materiales, el diseño arquitectónico puede promover la creación de ambientes interiores más saludables evitando el plástico, el plomo y otros materiales tóxicos utilizados tradicionalmente en la construcción de interiores. Los compuestos bio, naturales y orgánicos nuevos o renovados (que incluyen tierra, biomasa, cerámica y ciertos tipos de madera) pueden mejorar la calidad del aire interior y reducir las enfermedades respiratorias al tiempo que contribuyen al enfriamiento y al calentamiento pasivos, lo que mitiga, por lo tanto, la necesidad de aumentar los interiores herméticos que, a su vez, pueden dar lugar a la concentración de ácaros del polvo.

En lugar de materiales sintéticos de alta ingeniería, debemos insistir en un nuevo paradigma para los materiales de construcción derivados de recursos naturales o creados por flujos de desechos orgánicos, los cuales pueden transformarse en nuevos recursos para crear productos de ingeniería para la construcción y la arquitectura que contribuyan a una nueva cadena de valor donde los desechos o el contenido orgánico sean los recursos principales. También deberíamos prestar mayor atención a los artesanos locales o las comunidades de fabricantes y makers que están contribuyendo a la creación de una variedad de “recetas” y técnicas de bricolaje DIY (“do it yourself”, en castellano “hazlo tú mismo/a”) para producir nuevos compuestos reciclados o de base natural y bio. Potenciados por la cultura del código abierto e internet, los individuos y las comunidades locales pueden personalizar estas nuevas bibliotecas de materiales para construir sus propios refugios de productos “circulares”.

Algoritmos e inteligencia colectiva, herramientas para planificar

Por último, se puede aprender de la ciencia de datos y de las ciencias sociales. El diseño arquitectónico y el análisis urbano pueden integrar modelos estadísticos y algoritmos para predecir fenómenos, incluidas epidemias o desastres naturales, entre otros. El Internet de las Cosas, las tecnologías de sensores y las aplicaciones móviles se han convertido en herramientas fundamentales durante la crisis pandémica para monitorear, predecir y prevenir brotes del virus. Y también pueden prevenir otras crisis, como la climática. En una sociedad digital acelerada, los datos recopilados de miles de millones de dispositivos y nuestras huellas digitales son el combustible más valioso para que funcionen los motores de la planificación sostenible.

Pero hay más que aprender si observamos y analizamos la inteligencia integrada en las decisiones desorganizadas de los usuarios en nuestro entorno construido. Al superponer los datos cuantificados con los datos cualitativos de los deseos de las personas, podemos planificar soluciones basadas en las necesidades reales de los ciudadanos para nuestro futuro entorno urbano. Por lo tanto, necesitamos invertir en modelos de diseño de inteligencia colectiva que vayan más allá de la inteligencia cognitiva o artificial. La combinación de big data, inteligencia artificial y sabiduría colectiva (crowd intelligence) abre posibilidades únicas para la cocreación y la planificación centradas en el ser humano, e impulsa diseños adaptativos y en tiempo real que sirven tanto para las personas como para crear estrategias de resiliencia en el entorno en el que habitan.

Ahora se nos apremia a que cambiemos la noción de la materialización, la gestión y la edificación de nuestro entorno construido. El concepto de “edificios y ciudades duraderas y consumidoras” debería dar paso a espacios construidos que produzcan, gestionen y reutilicen o transformen recursos, y que operen en simbiosis con sus usuarios y el medio ambiente. También se nos urge a que interpretemos la crisis sanitaria actual como una crisis de diseño, con la creatividad y la innovación en el epicentro de nuestro entorno construido y nuestras ciudades. Las ciudades y edificios que planeamos y construimos hoy dan forma a sus ciudadanos y a nuestra sociedad. En lugar de explorar solo estrategias y tecnologías para predecir brotes o para vigilar a la sociedad, cabe que el diseño y la planificación busquen la innovación, planteando las preguntas apropiadas para un impacto positivo radical en la forma en que vivimos e interactuamos hoy, y ante todo pensando en mañana.

El diseño y las tecnologías multidisciplinarias se convierten aquí en aliados en una batalla sin precedentes para restaurar los efectos del impacto de nuestra construcción en un mundo que a su vez está cambiando a velocidades hasta ahora nunca concebidas.

Referencias bibliográficas

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McDonough, W. y Braungart, M., Cradle to Cradle: Remaking the Way We Make Things. North Point Press, Nueva York, 2002. Edición en español: Cradle to cradle. Rediseñando la forma en que hacemos las cosas de la cuna a la cuna. McGraw-Hill, 2005.
Pauli, G., The Blue Economy: 10 Years, 100 Innovations, 100 Million Jobs. Paradigm Publications, Taos, 2010. Edición en español: La economía azul / The Blue Economy: 10 años, 100 innovaciones, 100 millones de empleos. Tusquets, 2011.
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Gausa, M., Markopoulou, A., Vivaldi, J., Black Ecologies. Actar Publishers, Barcelona, 2020.

Recursos digitales

Ellen MacArthur Foundation 2012, “Towards the Circular Economy: an economic and business rationale for an accelerated transition en Journal of Industrial Ecology, Isla de Wight, consultado el 4 de febrero de 2020.

Directiva 2010/31/UE del Parlamento Europeo y del Consejo, relativa a la eficiencia energética de los edificios, Diario Oficial de la Unión Europea, consultado el 4 de febrero de 2020.

Publicaciones recomendadas

  • Black Ecologies (IAAC Bits 9)Gausa, M; Markopoulou, A; Vivaldi, J. Actar, 2020

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