Políticas públicas contra la segregación urbana

Il·lustració © Ana Yael Zareceansky. Dues dones a l'interior d'un laberint fet de vegetació. Cadascuna es troba en un punt que no veu a l'altra i cadascuna talla les plantes amb un talla gespa.

La tendencia a la segregación residencial de los grupos sociales se produce, en mayor o menor medida, en todas las ciudades, también en la nuestra. Deberíamos situar las desigualdades socio-espaciales en la agenda política del país y recuperar políticas públicas abandonadas, como la Ley de Barrios. Se necesitan planteamientos transversales, cooperativos y participativos, y un enfoque metropolitano en las políticas contra la segregación.

Las desigualdades sociales suelen tener una fuerte proyección en el espacio de las metrópolis. Los diferentes grupos sociales tienden a distribuirse en diferentes barrios dentro de una ciudad y en diferentes municipios metropolitanos en función de su nivel de renta y otras variables, como el lugar de nacimiento, la edad o los estilos de vida. La tendencia a la segregación residencial de los grupos sociales se da, en mayor o menor medida, en todas las ciudades y en diferentes momentos históricos, como resultado de la combinación de dos tipos de desigualdades consustanciales al proceso de urbanización capitalista: las desigualdades sociales de renta y las desigualdades territoriales en el valor del suelo y de la vivienda. La población con un nivel de renta más alto dispone de más capacidad de elección de su lugar de residencia y se concentra territorialmente en aquellos espacios urbanos

con mejor dotación de espacios, equipamientos, infraestructuras, accesibilidad, etc. La población con un nivel de renta más bajo, en cambio, tiene menor capacidad de elección y a menudo se ve confinada a las áreas urbanas donde el precio de la vivienda es más accesible y la calidad del entorno urbano, inferior.

El fenómeno que acabamos de mencionar se da, en mayor o menor medida, en las metrópolis de cualquier lugar del mundo. En cambio, cómo se produce y qué relevancia social tiene no es igual en todas partes. Al igual que la intensidad de las desigualdades sociales (calculada, por ejemplo, con el coeficiente de Gini) es bastante variable según el lugar y los momentos históricos, la intensidad de la segregación urbana en función del nivel de renta también es muy desigual en el tiempo. En un extremo, encontramos áreas metropolitanas con altos niveles de desigualdad social y una muy alta segregación residencial de la población por nivel de renta. En otro extremo, encontramos metrópolis con niveles relativamente inferiores de desigualdad social y mayor integración territorial entre los grupos sociales.

El cálculo del grado de desigualdad social y segregación urbana se convierte en una cuestión crítica para la comprensión de la configuración socioespacial de las metrópolis. Como también lo es comprender qué efectos tiene esta configuración en las propias dinámicas de la desigualdad social. Esto es así porque la distribución territorial de la población, según su renta y la calidad de los entornos residenciales de las diferentes áreas urbanas, puede ser un importante factor de reproducción y de agravamiento de las desigualdades sociales. La literatura sobre los llamados “efectos de zona” (zone effects) muestra cómo el lugar de residencia de las personas llega a determinar sus oportunidades educativas, laborales o de salud, entre otros aspectos. Ahora bien, también pone de manifiesto que las políticas públicas pueden desempeñar un papel capital en la moderación (o en el agravamiento) de las desigualdades.

La investigación llevada a cabo en los últimos años por el Instituto de Gobierno y Políticas Públicas y el Departamento de Geografía de la Universitat Autònoma de Barcelona, iniciada a partir del proyecto “Barrios y crisis”, nos ha permitido profundizar en el conocimiento de la evolución de la segregación urbana en los diferentes ámbitos territoriales de Cataluña entre 2001 y 2011, periodo que comprende el ciclo de expansión económica, demográfica e inmobiliaria de los primeros años del milenio y el estallido posterior de la crisis inmobiliaria y financiera a partir de 2007. El estudio se ha basado en la combinación de diferentes tipos de metodologías estadísticas y cartográficas centradas en la evolución del comportamiento de diferentes variables sociales (desempleo y población extranjera) y urbanísticas (precio y tamaño de la vivienda) a nivel de sección censal para los siete ámbitos territoriales de Cataluña vigentes en el momento de realizar el estudio —Alt Pirineu y Aran, Camp de Tarragona, Comarques Centrals, Comarques Gironines, Metropolità de Barcelona, Ponent (Terres de Lleida) y Terres de l’Ebre—. Además, las observaciones de carácter cuantitativo han sido complementadas con diferentes estudios de caso de naturaleza cualitativa.

Il·lustració © Ana Yael Zareceansky. Diversos bancs que troem a places o parcs. En el centre un home i una dona. Cadascun col·loca un banc al costat del de l'altra persona. © Ana Yael Zareceansky

Del conjunto de esta investigación se extraen algunas conclusiones de relevancia para el debate sobre las políticas sociales y urbanas en el contexto de la (pos)crisis, que se pueden resumir en cinco puntos principales:

1. El carácter estructural de la segregación urbana, que ya era significativa al inicio del período estudiado para todas las variables analizadas y que, por lo tanto, es un fenómeno que no nace con el estallido de la crisis, sino que la precede.

2. La existencia de unos niveles relativamente bajos de segregación, sobre todo si nos comparamos con países (como Francia) que, pese a tener un índice de Gini inferior al de Cataluña, presentan una tendencia a la segregación residencial de la población bastante más marcada que aquí.

3. La tendencia al agravamiento de la segregación urbana en la totalidad del territorio de Cataluña, particularmente la relativa a las variables sociales (población extranjera y desempleo), más que a las variables urbanísticas (precio y tamaño de la vivienda), que mantienen valores más estables.

4. La tendencia al crecimiento de la segregación urbana no solo entre la población de menor renta, sino también, y muy especialmente, entre la población más acomodada, lo que indica la insuficiencia de una interpretación de la segregación centrada solo en los sectores socialmente más desfavorecidos.

5. El carácter marcadamente metropolitano de la segregación urbana, de manera que las diferencias intermunicipales pueden llegar a ser más significativas que las diferencias entre barrios dentro de un mismo municipio.

Cada una de estas observaciones tiene implicaciones significativas para las políticas públicas. Según se desprende de los resultados de la investigación, hay que volver a colocar el tema de las desigualdades socio-espaciales en la agenda política del país y recuperar políticas públicas abandonadas, como la Ley de Barrios. Es necesario adoptar una mirada territorial en el conjunto de políticas de bienestar social (salud, educación, empleo, cultura, etc.), y hacer un esfuerzo para contrarrestar las desigualdades de partida en estos ámbitos entre el conjunto de áreas urbanas. Resulta evidente la necesidad de enfoques transversales, cooperativos y participativos en las políticas urbanas, y la conveniencia de un enfoque metropolitano en las políticas contra la segregación.

Esta última observación resulta particularmente significativa en el marco de la discusión de este número de Barcelona Metròpolis y conecta con la consideración que hemos hecho antes sobre el carácter metropolitano de la segregación. Como ya hemos señalado, las desigualdades más significativas operan entre municipios y no solo entre barrios. Si bien encontramos municipios especializados en la residencia de segmentos de población de renta muy alta, otros tienden a concentrar población de rentas bastante más bajas. Los primeros tienen una mayor capacidad de gasto público para atender unas necesidades de la población que son menores. En cambio, los segundos tienen menos capacidad de gasto público para hacer frente a unas necesidades sociales más intensas. La capacidad fiscal municipal en el ámbito metropolitano adopta, pues, un carácter regresivo, lo que provoca que la población con mayor nivel de renta disfrute de unos servicios y de unos equipamientos públicos de bastante más calidad que los de la población de renta más baja. Más concretamente, la capacidad de los municipios para hacer frente a las necesidades de sus barrios más desfavorecidos es menor justamente donde este tipo de entornos urbanos son más numerosos y sus necesidades, más intensas.

En el marco del debate sobre el papel de las ciudades en la globalización, se ha puesto de relieve la importancia de los gobiernos locales como agentes promotores del bienestar de la ciudadanía e, incluso, de la reconstrucción de derechos sociales hoy amenazados. Conectando con la larga tradición del municipalismo en nuestro país, crece la reivindicación de una mayor descentralización que refuerce las competencias y los recursos con gestión municipal. No obstante, conviene recordar que el tamaño y la capacidad institucional de los municipios para hacer frente a las problemáticas sociales de la población son muy desiguales y que, en ausencia de unas políticas compensatorias, la descentralización puede agravar las diferencias intermunicipales y la desigualdad de oportunidades sociales de la población. El fortalecimiento de la gobernanza metropolitana puede ser una buena estrategia para complementar y contrarrestar estos posibles efectos perversos de la descentralización. Sin embargo, para que esta escala metropolitana pueda desarrollar el papel redistributivo mencionado, deberían darse, al menos, dos condiciones imprescindibles: que las instituciones metropolitanas incorporen la cuestión de la desigualdad social y territorial en sus agendas y que las instituciones metropolitanas asuman el reto de la redistribución de recursos a favor de los municipios más desfavorecidos. Un Plan de Barrios a escala metropolitana, similar a la Ley de Barrios a escala catalana o el Plan de Barrios de Barcelona, podría ser una buena estrategia para empezar a explorar las posibilidades y los resultados de esta nueva política de cohesión social y territorial en la metrópolis de Barcelona.

Publicaciones recomendadas

  • Barrios y crisis. Crisis económica, segregación urbana e innovación social en CataluñaTirant, 2018
  • Cities in the 21st CenturyRoutledge, 2016
  • La ciudad en movimiento: Crisis social y respuesta ciudadanaDíaz & Pons, 2015

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