Una historia propia

La exposición del CCCB FEMINISMES!, comisionada por Gabriele Schor y Marta Segarra, es una muestra imprescindible. Lo es tanto para la sociedad catalana y española como para las militantes feministas. Y lo es no solo por lo que explica, sino también por cómo lo hace.

FEMINISMES!, inaugurada el 16 de octubre, tiene dos partes, articuladas en el espacio de manera que se puede empezar por una u otra sin perder el hilo. Una es la exposición La Vanguardia Feminista de los años 70, que, a partir de obras de arte de la Verbund Collection de Viena, muestra las inquietudes de los movimientos feministas (sobre todo los blancos) occidentales de los años sesenta y setenta. Se trata de obras en las que las mujeres reivindican su papel como sujeto artístico que piensa su cuerpo y reivindica su deseo, lésbico o heterosexual. Como consecuencia, 

muchas de las piezas están destinadas a subvertir, deconstruir y exponer la artificialidad de los roles asociados a las mujeres blancas (madre, ama de casa y esposa) y a reflexionar sobre la violencia sexual y los cánones de belleza.

La otra parte es Coreografías del género, que recoge obras de arte de feministas y activistas queer catalanas y españolas contemporáneas. Es una muestra de la variedad de corrientes dentro del feminismo, como el ecofeminismo, el posthumanismo, las nuevas visiones sobre los cuerpos, los géneros y la sexualidad, o el poscolonialismo y la reflexión sobre la precariedad de la vida humana y no humana en el capitalismo globalizado. Ambas partes están unidas por un pasillo con un eje cronológico que cubre, de los años setenta hasta la actualidad, las metas de los movimientos feministas catalanes y españoles, así como la obra de humoristas desde la transición hasta la actualidad.

La fluidez entre ambos espacios no es baladí. En una época en la que las redes sociales y la influencia del mundo anglosajón ha abonado el resurgimiento de las tensiones entre feministas —como bien demuestra la agresividad de algunas de ellas contra las mujeres trans—, la manera de contar las historias importa, como bien señala la profesora Clare Hemmings. Así, la exposición difumina la visión de los feminismos por olas que ha facilitado que la segunda —propia de los setenta— y la tercera —que incluye la teoría queer— se vean como antagónicas. El mensaje de la exhibición es de conexión entre ellas. Lo demuestra la fluida transición física entre exposiciones y su agrupamiento en un título con una sola palabra en plural: feminismos. Esto permite fijarse no solo en las similitudes discursivas entre artistas de los setenta y la actualidad, sino también en las metodologías que comparten. Mientras ahora el colectivo O.R.G.I.A. ofrece una lectura subversiva de la mitología del antiguo Egipto para reflexionar sobre la diversidad sexual y afectiva, en 1971 Rita Myers ya empleaba la historia, concretamente los estudios renacentistas del cuerpo humano, para criticar los cánones de su época que imponían una belleza inalcanzable.

Aparte de la conexión temporal, la exposición crea un relato propio del feminismo en Cataluña y en España, donde desde el punto de vista epistemológico hay diferencias entre los movimientos feministas. Esto se hace necesario para crear conocimiento y políticas que den respuesta a las necesidades de las mujeres de ambos países. El acto se convierte en un ejercicio de reparación histórica, porque en las piezas de la Verbund Collection se han añadido obras de Pilar Aymerich, Eugènia Balcells o Mari Chordà que documentan el trabajo de las feministas del tardofranquismo y las inquietudes de las mujeres de aquella generación.

Así pues, la exposición es un ejemplo de lo que Chandra Talpade Mohanty definió como “genealogías feministas”, la construcción de historias de vida de mujeres como elemento de pertenencia y, a su vez, como instrumento de resistencia. Con la exposición, las feministas catalanas y españolas en particular, y la sociedad en general, tenemos un relato propio sobre la lucha por la igualdad de género. Una historia que, por un lado, conecta nuestras reivindicaciones con las del resto de Occidente y, por otro, une a las generaciones de feministas y las celebra en lugar de enfrentarlas, como tristemente ha pasado algunas veces.

Feminismos
CCCB
Hasta el 1 de diciembre de 2019

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