Una obra escultórica

Foto: Albert Armengol

Variante de la fuente Wallace denominada “de los niños”, también realizada en Francia y adquirida por el Ayuntamiento en 1875. Está situada en el paseo de Picasso, frente a la avenida del Marquès de l’Argentera.
Foto: Albert Armengol

En Barcelona solo quedan dos de las doce fuentes Wallace que se cree que llegaron, además de la también original de la sede social de Aigües de Barcelona, la variante conocida como “de los niños”, y algunas réplicas.

Sea cual sea el motivo de la llegada de la fuente Wallace a nuestra ciudad, cabe destacar que se trata de una obra escultórica por sí misma. Los ejemplares son de hierro fundido, construidos a base de piezas fabricadas en serie, y se realizaron en la fundición de la Val d’Osne. Miden 271 cm de alto y pesan 610 kg. Sobre una base octogonal, se sitúan cuatro cariátides que con manos y cabeza sostienen una cúpula rematada por cuatro peces con la cola entrelazada y la punta de una lanza. Las figuras representan la bondad, la simplicidad, la caridad y la sobriedad. Aunque a primera vista puedan parecer iguales, las esculturas muestran detalles que las distinguen, ya sea la posición de rodillas y pies, el modo de prenderse los vestidos al pecho o los peinados. La Simplicidad y la Sobriedad tienen los ojos cerrados; la Bondad y la Caridad, abiertos. Están realizadas con toda clase de detalles: solo hay que fijarse, por ejemplo, en los dedos de las manos y los pies, en los que se distinguen incluso las uñas.

Las figuras encarnan también las cuatro estaciones: la Simplicidad, la primavera; la Caridad, el verano; la Sobriedad, el otoño, y la Bondad, el invierno. El simbolismo está presente también en los laterales de la base. De los cuatro más amplios, dos presentan el escudo de la ciudad y varias leyendas, mientras que en los otros dos solo se aprecia el escudo. Los otros cuatro laterales, con apariencia de contrafuertes e iguales entre sí, tienen en la parte superior una concha de donde mana un rosario de perlas que, según textos franceses, representan el oído y la palabra. Estas cuatro caras incluyen también la inflorescencia femenina y hojas de anea o espadaña (Typha latifolia), que vive a orillas de los cursos calmos de agua dulce, en los charcos de los torrentes y en las balsas. La anea aparece como elemento simbólico en numerosos modelos de fuentes.

Además de su carácter artístico, otro elemento que singularizaba las fuentes Wallace originales era que para beber se precisaba un recipiente, pues el agua brotaba del centro de la cúpula, por su interior, y las cariátides impedían acercar la cabeza al chorro. Para recoger el agua se disponía de unos vasos atados con cadenillas a unos bucles formados por las trompas de unos elefantes dorados, visibles entre las bases de las cariátides. El sistema se descartó por poco higiénico y en su lugar, para poder beber, se añadió a la columna una pileta en forma de concha con surtidor.

Foto: Albert Armengol

Parte superior de la fuente del paseo de Gràcia con Gran Via.
Foto: Albert Armengol

Foto: Albert Armengol

Base de la fuente del paseo de Gràcia en la esquina de la Gran Via.
Foto: Albert Armengol

En Barcelona quedan solo dos de las doce fuentes que supuestamente llegaron, la situada en la rambla de Santa Mònica y la de la esquina del paseo de Gràcia con la Gran Via, frente al cine Comèdia. Las otras son imitaciones y réplicas sin calidad artística. Hay otra original en la sede de Aguas de Barcelona, en la calle del General Batet de Collblanc, la misma que durante años estuvo en los jardines de la anterior sede de la compañía, en la confluencia del paseo de Sant Joan y la calle de la Diputació.

La versión de los niños

Y también es posible encontrar una fuente original más, fabricada y firmada por la fundición francesa Antoine Durenne de la Val d’Osne. A primera vista podría confundirse con el modelo de las cariátides y, de hecho, también se la llama Wallace. La principal diferencia es que incluye a cuatro preadolescentes, dos niños y dos niñas, en lugar de las figuras femeninas. Los niños tienen el pelo corto y están prácticamente desnudos; solo un pliegue de ropa les tapa los genitales. Las niñas llevan una cinta que les recoge el pelo y una especie de túnica que deja los pechos al descubierto. La cúpula es muy diferente de la otra, y lo mismo la base, de forma circular, con una especie de contrafuertes y decorada con motivos vegetales, sin alusión alguna al mundo acuático. El grado de detalle y ornamentación es similar. De este modelo solo hay un ejemplar que durante muchos años estuvo en el parque de la Ciutadella y en 2009 se trasladó a su exterior, al paseo de Picasso, junto a la puerta del parque encarada con el paseo del Marquès de l’Argentera.

Foto: Albert Armengol

Detalle de la cúpula de la fuente “de los niños” del paseo de Picasso.
Foto: Albert Armengol

Según el catálogo digital del Museo Virtual de Arte Público del Ayuntamiento de Barcelona, la fuente de los niños se adquirió en 1875 y es posible que el diseño fuera obra también de Charles Lebourg, realizado por encargo de la fundición o a partir de un modelo descartado por Wallace.

Hay réplicas de la fuente Wallace en el cruce de la Gran Via con la calle de Marina, en la confluencia de la avenida Diagonal con las calles de València y Roger de Flor, y también en la Rambla, a la altura de la plaza Reial.

Las fuentes Wallace son piezas que ayudan a reforzar el carácter patrimonial del espacio público y nos ayudan a interpretar y leer el tiempo en el paisaje de la ciudad. Y a la vez nos hermanan con otras ciudades europeas y del mundo en las que palpitaba la modernidad a fines del siglo XIX y comienzos del XX.

Jordi Díaz Callejo

Ingeniero. Máster en Patrimonio Cultural

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