El Ayuntamiento compró y reformó la Casa de l’Ardiaca, que en 1922 abrió sus puertas como sede del nuevo Archivo Histórico de la Ciudad, con Duran i Sanpere al frente. Conmemoramos estos cien años de vida del centro con este dosier.
Un siglo de memoria ciudadana
Los archivos fueron tanto o más débiles que las vidas humanas ante los hechos bélicos y la revolución de 1936. Se destruyeron muchos, sobre todo si estaban relacionados con la religión o la propiedad, para convertirlos en pasta de papel.
Duran i Sanpere dejó un testimonio escrito del operativo, cuya lectura permite captar las enormes dimensiones de su trabajo.
El nuevo equipamiento se convertirá en un centro de información cultural y ciudadana de primer orden. Su programación irradiará a todos los barrios de la ciudad con actividades y colaboraciones estrechas con los centros y talleres de estudio.
Al lado del Archivo Histórico de la Ciudad, las entidades surgidas de la sociedad civil han realizado una labor inestimable para preservar la memoria histórica de la ciudad.