Una niña, una nube, un camino... Una niña que camina para reencontrarse con la nube que es fuente de vida. Una niña que ha tenido que dejar su casa porque la nube se había marchado. La Cia Ortiga, liderada por Guillem Genovès, se ha enfrentado a los retos de la inmigración con sus marionetas. Es el suyo un trabajo delicado y mágico que hemos querido que nos expliquen.

- ¿Por qué sentisteis la necesidad de hablar de la inmigración?
Por diferentes motivos, pero sobre todo porque nos es muy cercano por razones familiares: el proyecto de la madre de Guillem desde hace muchos años es de ayuda a las personas inmigradas que llegan a Girona. Se llama Akan y apoya a la inmigración más precaria, a las personas que vienen de realidades durísimas y que no se han adaptado a Girona. Akan da  clases de catalán gratis diarias y, a través de ellas, tiene un contacto con la persona y ven sus necesidades para apoyarlas con temas de vivienda, de formación personal o en el ámbito emocional y de salud. Así que esta temática ha convivido diariamente con Guillem y con toda la familia, lo hemos vivido de muy cerca y lo hemos podido sentir en nuestras carnes escuchando en primera persona historias terribles, que por desgracia pasan cada día, y que, como Cia Ortiga, creemos muy importante que tengan voz.

- ¿Cómo encontrasteis la historia para hacer llegar a los niños este problema?
Kumulunimbu nace para mostrar en el problema de la inmigración a una humanidad que sufre, para hacer esta experiencia dura más accesible, más comprensible en sus diferentes dimensiones. "La inmigración" son personas como nosotros, personas con esperanzas, deseos y problemas. Estamos acostumbradas a las cifras de recuentos de víctimas, a imágenes de refugiados y supervivientes sin identidad. Y la idea de Kumulunimbu es hacer un viaje con una de estas personas y, así, despertar nuestra capacidad de empatía y compasión hacia las personas que están viviendo conflictos gravísimos, que viven en el mismo mundo que nosotros y que a veces incluso llegan a nuestro país buscando refugio. Esta empatía, esta lucha contra la indiferencia ante el sufrimiento, busca también hacer nacer en los niños la necesidad de la lucha por la preservación de la paz, la necesidad de, en nuestras vidas, construir la paz individual y grupal. Y pensamos que  es todo un reto para cada generación.

- ¿Son los niños más receptivos que los adultos? ¿Tienen más capacidad de empatía?
No creemos que los niños tengan más empatía que los adultos. Nuestro trabajo como artistas es encontrar como mover los hilos para acercarnos a las diferentes generaciones.

-También habláis a los niños de la explotación de los recursos naturales y el cambio climático. Muchos pensarán que son temas demasiados complejos por los niños. No  estáis de acuerdo, ¿verdad?
Cómo hemos dicho antes, es muy importante poner la semilla de la paz dentro de los niños, con Ortiga creemos vital poder explicar una temática difícil, como es la explotación de los recursos naturales, para que los niños entiendan que muchas de las personas inmigradas que llegan aquí han tenido que abandonar sus casas porque se les han robado los recursos; y que, esto, a la vez, provoca la destrucción del planeta. Como que Kumulunimbu es un espectáculo familiar, el niño viene acompañado de un adulto a quien se le dan herramientas para poder hablar sobre el conflicto con  su hijo o hija de una forma respetuosa, así se puede abrir un debate tras el espectáculo que pensamos que es de gran importancia para promover la paz y el respeto.

Trabajáis con títeres, actores y máscaras, ¿como explicáis vuestro lenguaje? ¿Y vuestra estética?
Guillem, el director artístico de Ortiga, tiene una formación teatral y también está licenciado en escenografía. El lenguaje de Ortiga parte mucho de un trabajo pictórico, trabajamos mucho con imágenes casi como si hiciéramos un álbum ilustrado llevado a escena. Siempre trabajamos a partir de la fantasía: trabajamos con títeres y máscaras, que nos alejan de la realidad cotidiana, pero como que abordamos una temática totalmente actual nos aproximan desde otro lado y nos dan el espacio para poder empatizar con mucha más profundidad con la historia.