Jara Juana Bermejo-Vega: “El ‘pole dance’ puede ser una herramienta poderosa para explicar la física cuántica y reivindicar la diversidad en la ciencia”

Investigadora en computación cuántica y activista por la inclusión, Jara Juana Bermejo-Vega combina investigación y expresión artística en una propuesta tan asombrosa como significativa: explicar conceptos de la física cuántica a través del pole dance. Doctora en física, con una trayectoria internacional y actualmente investigadora Ramón y Cajal en la Universidad de Granada, Bermejo llega a la 4ª Bienal Ciudad y Ciencia con una actuación que une ciencia, arte y reivindicación. El espectáculo, creado conjuntamente con un equipo de físicas y bailarinas, es una pieza que celebra tanto el Año Internacional de la Ciencia y la Tecnología Cuánticas como el Día del Orgullo en Ciencia, poniendo el cuerpo, el conocimiento y la diversidad en el centro del escenario.

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06/11/2025 - 15:24 h - Ciencia

Juani, en primer lugar bienvenida. Eres una de las participantes de la 4ª Bienal Ciudad y Ciencia, que tiene lugar entre el 18 y el 23 de noviembre con epicentro en El Born. Museo de Historia de Barcelona. Por lo que hemos visto en el programa nos traes una propuesta muy interesante, explícanos cuál será tu papel y ¿qué importancia tiene para ti tomar parte?

Muchas gracias, es un placer. Presentaremos una pieza que combina divulgación y danza, en la que explicamos conceptos de física cuántica a través del pole dance. La obra aborda temas como la física de múltiples cuerpos y la hacemos con un equipo de compañeras a las que admiro mucho: Noelia Sánchez Gómez, Sandra Sánchez Canelas y María del Carmen Guillén, del gimnasio PoleFitness Granada, con el apoyo de la pole dancero barcelonesa Cristina Dezi. Queremos acercar la cuántica a todos a través de una disciplina artística disidente que tiene raíces en comunidades marginadas. Además, la actuación coincide con dos momentos simbólicos: la celebración del Año Internacional de la Ciencia y la Tecnología Cuánticas y el Día del Orgullo en Ciencia, el 18 de noviembre, una fecha muy significativa para las personas científicas queer.

¿Cómo nace la propuesta del show de pole dance que nos mostraréis en la Bienal?

Noelia y yo nos conocimos como alumnas de pole dance con nuestra profesora —y “madre polera”— Sandra Sánchez en el gimnasio Pole Fitness Granada. Ambas somos físicas y hoy somos compañeras tanto en el grupo de investigación de la UGR como en el escenario.

Un día en el gimnasio comentamos que nos gustaría unir la física y el pole dance. Lo que empezó como una idea loca se convirtió en una charla en el festival Desgranando Ciencia 2023, y después en un espectáculo llamado Mecánica clásica en barra, bajo el nombre de Dipole Magnético. Más adelante, nos propusieron crear una versión cuántica, coincidiendo con el Año Internacional de la Ciencia y la Tecnología Cuánticas. Esto nos permitió ampliar el proyecto, incorporar a más artistas, como Sandra, y trabajar aspectos visuales y lumínicos para representar fenómenos cuánticos. También hemos colaborado con la pole dancero y artista Cristina Dezi, de Barcelona, ​​para investigar la relación entre luz y movimiento, y con nuestra compañera Meri, que nos da soporte técnico. El resultado es un espectáculo que conecta ciencia y arte, y que para nosotros también es muy familiar y emotivo.

Compartes esta Bienal con uno de los grandes referentes mundiales en física cuántica, el manresano Juan Ignacio Cirac, director de la división teórica del Instituto Max Planck. Él fue tu supervisor durante el doctorado: ¿cómo valoras esta colaboración?

Ignacio fundó uno de los grupos líderes en el mundo en teoría de la información cuántica. Fue una etapa fundamental de mi carrera. En el grupo de Cirac, en Max Planck, tuve la oportunidad de formarme en un entorno muy estimulante, rodeada de expertos en computación y óptica cuántica y en materia condensada. Aquellos años me permitieron adquirir una sólida base para crecer como investigadora independiente.

Tu investigación se centra en computación cuántica y actualmente la desarrollas con una beca Ramón y Cajal. ¿Nos podrías explicar en qué consiste, de manera comprensible para todos, y cómo es tu día a día como investigadora?

Después de una etapa como becaria Marie Curie, ahora soy investigadora Ramón y Cajal y dirijo varios proyectos nacionales e internacionales, como una ayuda de Consolidación y un proyecto HORIZON RIA. El objetivo es explorar nuevas formas de computación que utilicen fenómenos microscópicos para optimizar los procesos informáticos. Estas ayudas me han permitido formar un grupo de investigación en computación cuántica en la Universidad de Granada, formado por jóvenes investigadores muy motivados. No ha sido fácil: volví a España en plena pandemia y en un momento complicado, marcado también por discursos transfóbicos que afectan a la vida cotidiana de muchas personas. Pero hoy puedo decir que trabajamos con ilusión y con la convicción de que la ciencia también puede ser un espacio más justo y diverso.

Hablas a menudo de la importancia de la coherencia en la computación cuántica. ¿Cómo podríamos explicarlo de forma comprensible para quien no tiene formación técnica?

Me gusta explicar la coherencia como lo contrario de la incoherencia, que es lo que ocurre en una conversación con amigos en clubes cuando la música está muy alta, hay ruido y muchas bebidas azucaradas: no se aprecia un carajo de los matices de la conversación. Sin embargo, cuando ese ruido se elimina, las conversaciones son más ricas y coherentes. La coherencia cuántica es un estado de los sistemas microscópicos, átomos, fotones, partículas, que en ausencia de ruido ambiental manifiestan nuevos tipos de fenómenos físicos, que a menudo oculta el ruido. Hoy en día el ruido ambiental de los sistemas cuánticos puede reducirse de forma controlada en laboratorios, y permite observar efectos que tienen gran importancia fundamental, así como aplicaciones tecnológicas. El láser, por ejemplo, es una luz coherente, creada mediante un proceso de amplificación y estimulación cuántica.

En la mecánica cuántica, y especialmente en computación, una de las claves para comprender el funcionamiento y avances que se producen, es el de la superposición. ¿Cómo entender el término de una forma más sencilla?

La superposición es la capacidad de un sistema cuántico de encontrarse en varios estados a la vez. Podemos imaginarlo como una onda que se bifurca e interfiere consigo misma, creando patrones complejos como en un estanque. Los diseñadores de algoritmos para ordenadores cuánticos aprovechan estos estados simultáneos para resolver problemas de forma más eficiente. Es uno de los conceptos más bellos y fascinantes de la física moderna.

La supercomputación progresa a pasos de gigante. Se observa, en especial en Barcelona, ​​la magnitud que toman proyectos como Qilimanjaro, o centros como el Barcelona Supercoputing Center. ¿Qué aplicaciones prácticas tiene todo esto y cuáles son los pasos que deben venir?

Actualmente, las aplicaciones más consolidadas de los ordenadores cuánticos son las simulaciones científicas, que nos ayudan a entender mejor el comportamiento de la materia a nivel microscópico. También se investiga mucho en inteligencia artificial y optimización, aunque todavía es pronto para saber hasta dónde llegarán. Si logramos superar las limitaciones técnicas actuales, estas tecnologías podrían transformar muchas áreas de la ciencia y la industria.

Cuando pensamos en supercomputación cuántica, a menudo suena lejano o futurista, aunque este año se celebran los 100 años de la ciencia cuántica. ¿Qué ámbitos de la vida cotidiana podrían verse transformados en primer lugar?

Uno de los ámbitos donde mayor impacto puede tener es en la seguridad digital. Los ordenadores cuánticos podrían romper los sistemas criptográficos actuales, como el protocolo HTTPS, lo que obligará a desarrollar nuevos métodos de protección de datos. Probablemente, en el futuro, estos ordenadores se integrarán en los superordenadores como aceleradores de cálculo, de forma similar a lo que hoy hacen las GPUs.

Juani Bermejo es conocida también por su activismo. En 2019 decidiste hacer pública tu identidad de género, un paso importante que explicaste abiertamente y que no siempre es fácil en entornos profesionales. ¿Qué dificultades o retos te has encontrado en ese camino?

Ser informática y mujer es duro, también ser mujer trans, es necesario enfrentarse a desigualdades sociales, y formas de opresión como la transmisoginía. Es común que te cargues con trabajos menos remunerados o menos deseados. Que se valore menos tu trabajo, se te considere menos apto o competente, o no se aprecie tu trabajo. También experimentamos con mayor frecuencia acoso, lo que me ha ocurrido en la vida personal y en el trabajo, después de transitar. Por no mencionar que un compañero de trabajo, por ejemplo, me robó resultados. Pese a los problemas, transitar me ha llevado a vivir como quien soy y me ha hecho más feliz que nunca.

Actualmente, el 90% de los informáticos cuánticos en el mundo son hombres, blancos y heterosexuales. ¿Qué le falta a la ciencia para poder ser más diversa, inclusiva y tolerante? ¿Alguna sugerencia?

Quedan muchas desigualdades estructurales que vemos en la vida cotidiana, como la misoginia, el racismo, o la transfobia. La ciencia no es un espacio seguro, aunque a veces se piense. Es un sistema muy jerárquico y se dan situaciones que favorecen el acoso. No hace falta rendirse, sin embargo, la sociedad para las personas oprimidas, las personas queer, las mujeres, o las discapacitadas es cada día algo más fácil gracias a nuestra lucha y reivindicaciones sociales.

Tu rol como activista en ese campo es destacado. Cofundaste, entre otras cosas, el proyecto Q-Turn, una serie de conferencias de carácter anual que incluyen distintos perfiles dentro del ámbito de la mecánica cuántica. ¿Cómo funcionan y cuándo se celebrará la edición 2026?

Estas redes son colectivos que creamos para reivindicar los derechos de las personas oprimidas en el mundo científico. El Grupo de Igualdad de Oportunidades nació con el objetivo de promover condiciones más justas para todos dentro de la red de institutos Max Planck en Alemania, y lo fundamos un grupo de doctorandos de esa comunidad. Se convirtió en un auténtico refugio para muchas personas investigadoras que necesitábamos una red y una comunidad que cuidara también de los problemas humanos que atraviesan la investigación.

Más adelante, ya como investigadora postdoctoral, cofundé a Q-Turn, un congreso y asociación dedicados a impulsar una ciencia cuántica más justa y consciente. Proponíamos un formato híbrido que combinaba charlas de reflexión social con el programa científico del congreso. Actualmente el proyecto está en pausa, tuve que detenerlo durante mi proceso de transición y maternidad, pero estamos buscando la oportunidad de reactivarlo.

¿Qué mensaje darías a las nuevas generaciones de estudiantes que quieren entrar en el mundo de la cuántica y que quizás no se ven representadas en el perfil mayoritario actual?

Les diría que no se conformen ni acepten espacios que las hagan sentir pequeñas o invisibles. Que busquen lugares donde puedan crecer, ser felices y sentirse libres. La ciencia necesita mentes diversas y valientes. Perseguir los sueños y vivir con orgullo es una forma de resistencia y también una manera de transformar el futuro, y no olvidar nunca su orgullo.