Negra de tres colores: Barcelona, Marsella, Nápoles
Cuando hay historia, cuando hay puertos y se es punto de llegada de mercancías y personas, hay novela negra. Más aún en los reductos donde todo se confunde y los seres humanos pueden ser, a ratos, la mercancía.
Ser puerto de atraque puede entenderse de muchas maneras: horizontalmente, como simple sinónimo de acogida y de poner fin a un traslado geográfico (atracar en un puerto amigo y buscar allí un hogar); pero también verticalmente, como forma de solicitaciones indebidas, más a menudo de arriba hacia abajo, con explotaciones de todo tipo. Por eso la novela negra suele ser social: examina lo que nos rodea y lo cuenta todo, fiel a la ley física que dice que el negro absorbe toda la luz, suma visual de todos los colores, metáfora de la oscuridad final, esa muerte que en la novela y sobre el papel es solo el inicio de la trama.
Veámoslo en Barcelona, Marsella y Nápoles, ciudades de postal que han perdido muchas guerras y no se avergüenzan de ello. Lo han convertido en su enseña y saben levantarse. Veámoslo en autores y autoras clásicos y contemporáneos. Veámoslo en tramas policíacas y negras. Veámoslo seriamente o con ironía. Veamos sus rasgos —pim, pam, pum— para que algunos nombres representen aquí a la mar de autores que nos unen.
Comisario: Quim Noguero
Organiza: Bibliotecas de Barcelona