Frederic Marès
Frederic Marès
Frederic Marès i Deulovol (Portbou, 1893 - Barcelona, 1991) llegó con su familia a Barcelona en 1903, cuando tenía diez años. Inmediatamente acudió a clases en la Escuela de Bellas Artes de la Llotja, donde se formó como escultor y donde, posteriormente, fue profesor hasta 1964.
Frederic Marès i Deulovol (Portbou, 1893 - Barcelona, 1991) llegó con su familia a Barcelona en 1903, cuando tenía diez años. Inmediatamente acudió a clases en la Escuela de Bellas Artes de la Llotja, donde se formó como escultor y donde, posteriormente, fue profesor hasta 1964.
Marès empezó a trabajar en el taller del escultor modernista Eusebi Arnau. De esta época es su primer monumento en la ciudad de Barcelona, en la plaza del Clot, dedicado al canónigo Rodó (1919).
En esta etapa, cuando Marès aún era un desconocido, su trabajo se centra tanto en la producción de retratos y esculturas funerarias, como en la ejecución de una serie de desnudos femeninos, piezas que permiten encuadrar su obra dentro de las líneas más características del novecentismo.
Sin embargo, la fama de Marès como escultor está ligada a su dedicación a la escultura monumental, como las esculturas de Barcelona y Emporion, que adornan la plaza de Cataluña; el memorial dedicado al escenógrafo Francesc Soler i Rovirosa, en Gran Via, o el monumento a Francesc Layret, en la plaza de Goya, todos ellos en Barcelona.
Tras la Guerra Civil, la extensa y numerosa producción de posguerra de Marès se centró en tres áreas: la restauración monumental, área en la que destaca la recreación de las tumbas reales en la iglesia del monasterio de Poblet, iniciada en 1944; las obras conmemorativas oficiales, como las estatuas yacentes de Jaume I y Jaume II en la catedral de Mallorca, y la escultura religiosa, en la que destaca la decoración y estatuaria de la iglesia de Sant Esteve de Parets del Vallès.
Marès, sin embargo, además de escultora, sintió desde muy joven pasión por el coleccionismo. En París, ya en 1911, descubrió el mundo de los anticuarios y de las subastas y adquirió sus primeras colecciones. Poco a poco los fue enriqueciendo y coleccionando en su taller de escultura y en su casa, hasta que en 1944 la Associació dels Amics dels Museus de Catalunya organizó una exposición con una selección de su fondo en el Archivo Histórico de la Ciudad, y hizo pública su intención de donarlo a la ciudad.
La inauguración y el progresivo crecimiento del Museo se fueron disparando cada vez más, hasta el punto de que la colección llegó a ocupar el primer término de su actividad. La dedicación personal a la escultura fue cada vez más escasa y la dejó, en su mayor parte, en manos de su taller.
Cabe recordar también que, al mismo tiempo, Marès desarrolló una destacada labor docente, ya que llegó a compatibilizar la dirección de la Escuela de Bellas Artes y la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Barcelona, e incluso la presidencia de la Real Academia Catalana de Bellas Artes de Sant Jordi.