Naomi Klein y Ada Colau. Aprendiendo a ir más allá del no

Foto: Albert Armengol

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El segundo debate del ciclo organizado por Barcelona en Comú con el título genérico de “Derecho y defensa de lo común” reunió en el mes de noviembre a la aclamada activista Naomi Klein, autora de la tesis-denuncia sobre la “doctrina del shock”, y a la alcaldesa de la ciudad, Ada Colau.

La periodista y activista Naomi Klein (Montreal, Canadá, 1970) habla con un aplomo que transmite convencimiento y profundidad. Da la impresión de haber meditado bastante sobre numerosas situaciones vertiginosas que podrían conducir al inmovilismo si alguien no estuviera dispuesto a darles la vuelta. Este alguien es Naomi Klein, como demuestra en su último libro Decir no no basta (publicado en castellano por Paidós, y en catalán por Empúries con el título No n’hi ha prou amb dir no) y como puso de manifiesto en el acto que tuvo lugar en Barcelona este noviembre. Fue su única conferencia en España dentro de la gira para presentar su nuevo libro. Activista aclamada y referencial para los nuevos movimientos progresistas mundiales, tomó parte en una conversación con la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. El debate, con el título “Hacer frente a las políticas de la confusión y el miedo: la justicia social como reto global”, se inscribía en un ciclo organizado por Barcelona en Comú sobre la participación en los procesos de transformación política y económica.

“Hay pocos lugares en el mundo en los que se piense en alternativas. Sabemos que no es perfecto ni es una utopía. El papel que reivindican Barcelona en Comú y el liderazgo feminista es muy importante para hacer desaparecer esta sensación de desesperanza. Estáis creando, desde el terreno, una resistencia”, proclamó Klein, ante unas Cotxeres de Sants llenas y con gente en el exterior.

Decir no no basta diagnostica el ahora mismo sin ambages y sin ahorrar críticas a partidos de izquierda narcotizados. Klein alarma y revoluciona. Facilita el marco necesario para comprender una realidad sulfurosa y los shocks –en algunos momentos parecen electroshocks– que los gobiernos al servicio de oligarquías aplican sobre la ciudadanía. En otros libros ya había dado cuerpo a la idea de la doctrina del shock, impactos como una guerra o una catástrofe utilizados para lanzar un ataque total contra el ámbito público y hacer volar por los aires las regulaciones que deberían proteger a la ciudadanía. En este volumen tira aún más de este hilo, explicando los motivos del ascenso de la “marca Trump”, “el oligarca chic”. Qué terreno abonado lo catapulta (descontento, clases debilitadas –aunque no sean bajas–, incomparecencia de la rival, medidas sociales no realizadas en la etapa Obama…), en qué maniobras se asienta (“caos y desestabilización”) y cómo está vaciando y vaciará la Casa Blanca de todo sentido público (imponer un capitalismo salvaje y descarnado, explotar el petróleo a manta…).

En la descripción del “multimillonario amoral”, cuando refleja sus paradojas y falsedades abismales, Klein no ahorra crudeza. Mira el problema de arriba abajo: su “vandalismo climático” en un momento en que “el reloj del clima da la medianoche”, el menosprecio de mujeres y negros y su búsqueda de chivos expiatorios (alfombra roja para la extrema derecha), la carrera feroz hacia el ínfimo coste de todo, los halagos de los sindicatos a Trump cuando este no ha hecho más que engañarlos; el sueño de un planeta dividido entre zonas verdes y rojas (inspirándose en la “ventana abierta a la distopía” que vio en el Bagdad ocupado por los norteamericanos, en 2003, Klein dibuja un mundo con unas pocas zonas verdes seguras, solo al alcance de los ricos riquísimos, y donde el resto queda hundido en las zonas rojas, a merced de todo, como las ruinas de Bagdad).

Foto: Albert Armengol

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Democracias con poca democracia

Pero hay momentos en que a la doctrina del shock le sale el tiro por la culata y la gente conserva la memoria y reacciona. Pasó en Argentina, en el movimiento del 15-M… “Muchas cosas que están pasando ahora, como el 15-M o el proceso soberanista, las está liderando la ciudadanía y esta ha hecho que lleguemos al poder municipal”, recordó, durante la conversación, Colau, que hizo referencia a su activismo. “Las principales decisiones no las está tomando la gente ni tan solo las instituciones, sino que se toman en lugares opacos. Eso precisamente lo denunció el movimiento antiglobalización, en el que muchos nos politizamos, donde descubrimos a Naomi. Entonces ya se visualizó aquella falta de democracia en las democracias formales.” Y después vino “el empoderamiento ciudadano” contra “el expolio y la mercantilización de la vivienda”, que ha sido “especialmente salvaje en el estado español”. ¿Y ahora, desde el Ayuntamiento? “Llegamos con toda la voluntad del mundo de hacer frente a la especulación, de garantizar el derecho a la vivienda, pero tenemos recursos limitados, existe una especulación sin rostro…”, expresó la alcaldesa. Y es necesaria “una alianza más amplia, de más ciudades, de las instituciones con la ciudadanía para cambiar las reglas del juego… Si no, sigue siendo la lucha de David contra Goliat”.

Klein anima a dar el gran salto y a convertir el no en un sí: invierte la perspectiva de un panorama general en que todo es distopía para transformarlo en la posibilidad de soñar utopías, entendidas como nuevas realidades imaginadas desde las bases, desde movimientos diferentes que unen fuerzas. Hay que dejar de ir a la contra, teniendo claro que el adversario es el mismo para toda una serie de plataformas (cambio climático, feminismo, sindicatos, defensa de los derechos de la gente de color, movimientos prorrefugiados…), e identificando las causas de todas las formas de trumpismo que hay en el mundo. Comprobado “el límite de la política de los compartimentos estancos”, inspirándose en el Manifiesto para el gran salto. Un llamamiento para un Canadá basado en el cuidado de la Tierra y de los unos por los otros, sugiere dar un salto, como parte “de un cambio en el ambiente político actual, porque muchas personas se dan cuenta de que el futuro depende de nuestra capacidad para superar las divisiones dolorosas y unirnos, y tomar el liderazgo a favor de quienes tradicionalmente han sido más excluidos de la sociedad”.

No desfallecer ante la negación de derechos

La conversación tuvo lugar el 9 de noviembre, cuando el país se encontraba en pleno shock por la violencia policial del 1 de octubre, los encarcelamientos de los líderes de la ANC y de Òmnium y de parte del Gobierno de la Generalitat y la suspensión del autogobierno a través del artículo 155. También estaba vivo el golpe del atentado de la Rambla, en verano. “Barcelona lleva meses bajo situaciones de estrés durísimas”, afirmó Colau sobre este conjunto de hechos. Y sobre la actuación del Gobierno español: “Estamos en un estado de excepción. Además de intervenir, de reprimir a personas indefensas, es un escándalo que esto se esté utilizando para amenazar al conjunto del estado; se dirige un mensaje a toda la población”. Tomando, precisamente, los argumentos de Klein, avisó: “Esta estrategia del shock se utiliza para cosas que van mucho más allá”. Para la alcaldesa, el reto es “cómo le hacemos frente para defender nuestra cohesión social”, más allá de las opiniones sobre el encaje o no de Cataluña dentro de España. Y Klein, fruto de su experiencia estudiando sociedades en pleno shock, ponía el colofón, un consejo: “Es crucial no desfallecer en un momento en que se niegan los derechos de las personas. Con Trump todos los ojos están puestos en su espectáculo. Rajoy lo ejemplifica con su propio espectáculo”.

Una cosa está clara. La mirada de Klein siempre se mantiene alerta: “Puede haber una complacencia sobre Trump. Pero lo que está pasando en Europa es en muchos aspectos más preocupante. Que yo sepa, Trump no ha metido en la cárcel a ningún representante de un gobierno estatal; quiere construir un muro, pero decenas de miles de personas no se ahogan en la costa de Estados Unidos”. Se requiere un salto para salvar todos los muros, aunque parezca difícil: “El shock nos pone a prueba, no sabemos cómo evolucionarán las cosas. Tenemos ejemplos de sociedades que hacen cosas increíbles cuando se ven puestas a prueba”.

Anna Ballbona

Periodista

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