Vandana Shiva. Solo el amor salvará la Tierra

Foto: Albert Armengol

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La activista ecofeminista Vandana Shiva, que en enero visitó Barcelona, propone cambiar el marco mental actual orientado al dominio de la Tierra por otro basado en el amor y el respeto a la biodiversidad. Si prescindiéramos de las ilusiones del capitalismo tecnófilo global, en diez años podríamos revertir el cambio climático.

En el nivel subatómico, el universo está en armonía. No debe extrañarnos que Vandana Shiva (nacida en 1952 en Dehradun, en el estado de Uttarakhand, en el norte de la India) activista ecologista y pensadora ecofeminista, empezase su carrera como física de partículas y filósofa de la ciencia: Shiva comprende que el estado natural de las cosas es el equilibrio y que las consecuencias de alterar un sistema que se autorregula son desastrosas.

La hipótesis de Gaya, que postula la benevolencia de la madre naturaleza, deja de ser un mito y se convierte en un hecho científico. Si el cambio climático es el resultado de la intromisión humana en la naturaleza que está causando y causará el mayor impacto en las condiciones que posibilitan la vida, la propuesta de Shiva para revertir la catástrofe es simple: dejemos de intentar dominar a la Tierra y empecemos a escuchar lo que nos dice. Citando a Mahatma Ghandi, la pensadora nos recuerda que “la Tierra provee sobradamente para satisfacer las necesidades de todo el mundo, pero no para la codicia de unos cuantos”.

El pasado mes de enero, la sala de actos del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) se llenó hasta los topes para escuchar las reflexiones de Shiva sobre el papel que tiene que desempeñar la humanidad en un futuro condicionado por los efectos ecológicos, económicos, políticos y sociales de la crisis climática vigente. Autora de decenas de libros como, por ejemplo, Ecofeminismo o Manifiesto para una democracia de la Tierra, en 2018 ha publicado ¿Quién alimenta realmente el mundo? (Capitán Swing), el resultado de su investigación más reciente. La solidez intelectual de su visión, sumada a la pasión con que la comunica, han forjado la reputación global de Shiva, a quien se le cuelgan etiquetas del estilo de “una estrella del rock que lucha contra Monsanto” o “la madre Teresa del medio ambiente”. Bajo los focos del CCCB, Shiva demostró que el pensamiento y el trabajo de tantos años dan sus frutos en forma de un número creciente de personas que toman conciencia.

 

¡Es el carbono, estúpido!

Shiva no habla de cambio climático, sino de caos climático: “El concepto de cambio te hace pensar en un incremento de la temperatura predictible y controlable. Lo que se está produciendo es una destrucción de los sistemas que han hecho posible la existencia de los seres humanos durante veinte mil años”. ¿Qué es lo que destruye estos procesos autorregulados? Nuestra arrogancia y nuestra estupidez, que nos ha llevado a sacar de su lugar los combustibles fósiles que la naturaleza puso bajo tierra durante más de seiscientos millones de años. En un solo año, el sistema industrial quema más de veinte millones de años de trabajo de la naturaleza, alterando el ciclo natural del carbono. “Aprendimos el ciclo del carbono en la escuela; es muy sencillo, pero parece que, cuanto más smart se vuelve todo a nuestro alrededor, más fácilmente olvidamos”, advierte Shiva. Según la activista, este estrés insoportable está degradando los mecanismos de absorción del carbono de la Tierra y el cambio –caos– climático es “la enfermedad metabólica” que resulta de ello.

La disrupción del ciclo del carbono va mucho más allá de los problemas medioambientales. Shiva sostiene que prácticamente cada conflicto que vemos hoy en Oriente Medio parte en realidad del carbono. Y es que, en 2009, la desertización de Siria forzó a un millón de campesinos a abandonar sus tierras, lo que, sumado a las severas políticas de austeridad aplicadas por el régimen de Bashar al-Ásad, dio alas a los señores de la guerra para canalizar este malestar, que desembocaría en la guerra actual. Ese mismo año 2009, cuando el lago Chad sufrió una gravísima sequía, los conflictos por el agua supusieron el inicio del grupo terrorista Boko Haram. La lista podría seguir, pero las investigaciones de Shiva le han llevado a la conclusión de que, muy a menudo, conflictos geopolíticos que tienen su origen en crisis medioambientales “se camuflan tras explicaciones étnicas o religiosas porque nadie quiere reconocer que la solución es ecológica, no militar”.

 

La red de los alimentos

Después de años estudiando los orígenes del caos climático, Shiva estima que el 75 % de los problemas de la Tierra están relacionados con la manera en que producimos los alimentos. Se suele hablar de que el peligro de la agricultura industrial son los efectos de los productos químicos sobre las plantas y la tierra, pero se olvida que todos y cada uno de los productos que utiliza la industria provienen de combustibles fósiles. Tenemos una agricultura basada en los derivados del petróleo que produce entre un 40 % y un 50 % de los gases de efecto invernadero que se emiten cada año, que consume un 75 % del agua dulce del planeta y que es responsable de más del 70 % de la destrucción del suelo. La ironía es que todo este consumo pantagruélico de recursos no ha hecho de la Tierra un lugar más fértil, sino que, al desestabilizar sus ciclos naturales, ha provocado el cambio climático que ahora amenaza nuestra subsistencia.

Foto: Albert Armengol

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Shiva ataca a las grandes industrias químicas y alimentarias por haber invertido el sentido común respecto a cómo cultivar alimentos: “Nos hicieron creer que sin sustancias químicas no se podía producir comida”, afirma la activista. Y nos explica también que el sistema es profundamente ineficiente, realidad que se ha ocultado haciéndonos creer que la eficiencia solo depende del número de personas que llevan a cabo el trabajo: cuantos más granjeros elimines, mejor. Paradójicamente, según Shiva, el rendimiento auténtico lo consiguen las pequeñas granjas tradicionales. Granjas como, por ejemplo, las que impulsa ella como fundadora de Navdanya, una organización no gubernamental que promueve la conservación de la biodiversidad, la agricultura ecológica y los derechos de los agricultores, y que ha formado a más de un millón de granjeros en la soberanía alimentaria y la agricultura sostenible durante las dos últimas décadas. “Mientras que las granjas industriales consumen diez unidades contaminantes para producir una unidad de comida, en las nuestras no se pierde nada porque, igual que en la naturaleza, todo funciona por ciclos y todo se aprovecha”, explica. Después de veinte años compitiendo, en las plantaciones industriales la materia orgánica del suelo se ha reducido un 14 %, mientras que en las granjas ecológicas ha aumentado un 99 %.

 

Contra el cambio climático, un cambio cultural

El año pasado Stephen Hawking dijo que solo podremos sobrevivir durante un siglo en este planeta y, por tanto, tendremos que escapar de él. Elon Musk habla de colonizar Marte. Vandana Shiva está harta de este modo de pensar masculino: “Son como niños que juegan con sus juguetes y, cuando las cosas van mal, los tiran y se compran otro”, afirma.

El ecofeminismo que defiende le autora propone un cambio del marco mental actual, de dominio e instrumentalización de la Tierra, a uno de amor y de respeto por la biodiversidad. Shiva nos dice que, si nos deshacemos de las ilusiones de la casta capitalista tecnófila global y aprendemos a vivir de acuerdo con los límites que establece la naturaleza, en diez años podríamos revertir el cambio climático. Volviendo a la manera sostenible de hacer crecer los alimentos, el carbono de la atmósfera que nos está matando volvería al lugar en que nos permite la vida: a la superficie terrestre. “Esto funciona porque el trabajo no lo hacemos nosotros solos: nos ayudan billones de organismos, y no tenemos más que decirles: ‘gracias, aquí tienes tu parte, te devuelvo el amor’”.

Joan Burdeus

Comunicador y filósofo

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