Loretta Napoleoni: “Vivimos en un desierto ético”

Loretta Napoleoni, una de las máximas expertas mundiales en terrorismo, considera que el Estado Islámico ha venido para quedarse y que no hay más remedio que negociar políticamente con él. La analista participó el pasado mes de octubre, en el Born, en el ciclo de conferencias “D.O. Europa”.

Foto: Dominique Faget / AFP / Getty Images

Una mujer saharaui camina por el desierto más allá de las puertas del campo de refugiados 27 de Febrero, en Tinduf, en una imagen tomada en marzo de 2011.
Foto: Dominique Faget / AFP / Getty Images

El 16 de marzo de 1978, Aldo Moro, ex primer ministro de Italia y líder de la Democracia Cristiana, fue secuestrado por las Brigadas Rojas, un grupo terrorista de ideología marxista leninista, cuando se dirigía al congreso de los diputados. Unos seis meses más tarde abandonaron su cuerpo sin vida en la Via Caetani, entre la oficina de su partido y la del Partido Comunista Italiano. Entonces Loretta Napoleoni (Roma, 1955) contaba veinticinco años y aún no era consciente del impacto que este hecho llegaría a tener en su vida. “Una amiga mía de la infancia pertenecía a las Brigadas Rojas y la arrestaron en 1978 tras el secuestro. Durante los 35 años que estuvo en prisión siempre me mantuve en contacto con ella”, me explicaba el pasado mes de octubre, poco antes de participar en el ciclo de conferencias “D.O. Europa”, en el Born Centre de Cultura i Memòria. De hecho, entre los universitarios de la capital italiana era habitual entonces debatir sobre democracia y lucha armada.

Napoleoni decidió encaminar su vida profesional hacia la economía y después de formarse en la Universidad La Sapienza de Roma, en la London School of Economics y en la Universidad Johns Hopkins de Washington, trabajó para diversos bancos de Europa y los Estados Unidos. Pero, ya pasado un decenio, dos preguntas en su subconsciente reclamaban aún respuesta: “¿Por qué mi amiga se había convertido en terrorista? ¿Por qué las Brigadas, que llevaban a cabo el reclutamiento entre amigos y familiares, nunca me buscaron a mí?” Y en 1992, cuando este grupo proclamó el final de la lucha armada, decidió cambiar su trayectoria laboral e investigar el mundo del terrorismo.

Convertida hoy en una de las principales expertas mundiales en filosofía y financiación del terrorismo, Napoleoni afirma haber encontrado respuesta a estas dos cuestiones. Por un lado, su amiga estaba convencida de que Italia vivía una democracia bloqueada; por el otro, las Brigadas consideraron a Napoleoni una persona demasiado independiente para formar parte de sus filas. Los terroristas, antes y ahora, necesitan gente sumisa. Pero aún ha llegado a una conclusión mucho más profunda y trágica: “Desde los años setenta hasta ahora la base del terrorismo no ha cambiado: matar gente”. Y, aunque cambien los nombres de los grupos armados, la historia y los errores a la hora de combatirlos se repiten.

En la última década Napoleoni ha aconsejado a diversos gobiernos en materia de contraterrorismo. Y desde hace tiempo advierte que “el Estado Islámico ha venido para quedarse y la única solución es la negociación política”. Por lo tanto, le pregunto qué siente cuando algunos líderes mundiales se empeñan en combatir a este grupo anunciando reiterados incrementos de tropas en Siria. La respuesta de una mujer tenaz, luchadora y autora de dos libros de referencia en la materia como Economía canalla (Paidós) y El fénix islamista (Planeta de Libros), sorprende: “Estoy muy cansada de esta historia. Llevo a cabo un trabajo del que no obtengo ningún resultado. Hablo, explico, hago previsiones y nadie me escucha. Me dicen que siempre hablo de catástrofes y nunca de cosas positivas”, reconoce.

Su voz, que aún conserva el deje italiano típico pese a que actualmente vive entre Londres y Montana (Estados Unidos), se hace más arrastrada. “En la década de los setenta los ciudadanos se enfrentaban al problema del terrorismo. Hoy piensan que ya se resolverá, aunque la situación es más crítica. La sociedad tiene una mirada muy simplista sobre la realidad y vive en un mundo de negación, de ilusiones, virtual”, afirma, señalando el móvil que tiene sobre la mesa.

No se trata de una investigadora madura encallada en una añorada juventud. Napoleoni ha sido siempre crítica en cada momento y contundente en la exposición de sus opiniones. Una valentía que ahora reclama a todo el mundo. “La atención de la sociedad civil actualmente es momentánea, porque está confusa. El movimiento de ocupación de Wall Street duró cuatro días… ¿Por qué no hemos seguido manifestándonos? Los gobiernos siempre han sido unos cínicos; esto no es ninguna novedad, pero antes la sociedad los tenía controlados, mientras que hoy parece que nada nos importa”. Y, de repente, me lanza una de sus predicciones, una de aquellas que los gobiernos, por la responsabilidad que tienen en ello, no quieren oír: “La situación aún puede ser peor. Hoy, por la relación existente con Rusia, el peligro de una guerra en Europa es mayor que hace diez años. Hay que ir con cuidado”. A lo largo de toda la conversación no le puedo arrancar ni una brizna de esperanza.

Foto: Pere Virgili

Loretta Napoleoni durante su intervención en el ciclo de conferencias “D.O. Europa”, en el mes de octubre pasado, en el Born Centre de Cultura i Memòria.
Foto: Pere Virgili

El negocio del tráfico de personas

La visita a Barcelona de la periodista y economista formaba parte de una serie de actos de presentación, en diferentes lugares, de su último libro, Traficantes de personas (Paidós). Un volumen, resultado de una investigación de más de diez años, en que Napoleoni denuncia que el Estado Islámico y otros grupos terroristas africanos, después de prosperar con el negocio de la cocaína, ahora se financian mediante el contrabando, los secuestros de turistas y cooperantes occidentales y, ya a partir de 2015, con la venta de refugiados; un negocio rentable e ilimitado. Hace diez años una persona pagaba 7.000 dólares a un traficante para que la llevase desde África occidental hasta Italia, pero, en 2015, con esta suma solo se cubría el pequeño tramo Turquía-Grecia. El 90 % de los tres mil inmigrantes que, de promedio, llegaron cada día al Viejo Continente durante el invierno de 2016 lo hicieron a través de mafias.

En esta obra Napoleoni denuncia de forma contrastada cómo los gobiernos nos presentan “el absurdo mito de que nos movemos hacia una Europa cada vez más integrada e igualitaria”, cuando lo que se manifiesta en verdad es la falta de respeto que tenemos por la dignidad humana. Mientras que un gobierno europeo paga 10 millones de euros por un ciudadano secuestrado, otra persona abona 7.000 euros por llegar a Europa y sobrevivir. “Los actuales mercaderes de hombres y mujeres no son diferentes de los comerciantes de esclavos del siglo xviii, ni de los colonizadores del xix o los nazis del xx: todos ellos creyeron que podían disponer libremente de la vida de los demás”. Parece, pues, que no hemos prosperado mucho. De hecho, según la investigadora italiana, únicamente en un aspecto: “En términos materialistas, pero no morales. Hoy día, a quien gana dinero se le justifica cualquier acción. Vivimos en un desierto ético”.

La investigadora no solo se basa en datos para poner sobre la mesa la trama del negocio del terrorismo, sino que también entrevista a secuestrados y secuestradores. Historias directas y conmovedoras con las que Napoleoni nos presenta los puntos grises de una compleja red mundial. La suya no es nunca una mirada simplista. Por ejemplo, sobre los secuestradores, recuerda que generalmente se trata de “víctimas del sistema”, personas que tienen en la ilegalidad su único modus vivendi, aunque ello no pueda justificar la realización de actos inhumanos.

Cuando le comento lo duro que ha de ser llevar a cabo una investigación de esta magnitud, respira profundamente y, tras unos segundos de silencio, confiesa: “He tenido momentos de abatimiento. Yo no trabajo para el presente, sino para dejar testimonio de esta locura a las generaciones futuras. Pero si la situación no cambia me dedicaré a otra cosa”.

Esperemos que se lo replantee. Si callan las voces incisivas y críticas como la de Loretta Napoleoni, la necesaria reacción de la sociedad civil frente a la barbarie, la barbarie sobre la que nos advierte, se hallarà un poco más lejana.

Maria Coll

Codirectora de la revista Valors

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