El brillante Luján periodista

  • La Barcelona dels tramvies i altres textos
    [La Barcelona de los tranvías y otros textos]
  • A cargo de Jordi Amat y Agustí Pons
  • Editorial Meteora y Ayuntamiento de Barcelona
  • Barcelona, 2015
  • 240 páginas

Los editores hacen muy bien en reivindicar el barcelonismo periodístico que tiene, en Luján, una figura preeminente. Remarcan, respecto al estilo del autor, la influencia de la gran escuela representada por Pla y también por Sagarra y Camba.

El libro reúne una selección antológica de textos periodísticos de Luján. Lo componen cuatro capítulos: una recopilación de los artículos de temática barcelonesa que el autor publicaba en Destino bajo el epígrafe “Al doblar la esquina” (1946-1951); una selección de las necrológicas que, entre 1950 y 1981, redactó para la misma revista; un valioso dietario de 1947, y, finalmente, “Apuntes para una futura historia del Premio Nadal”.

A mi entender los dos pilares de la obra son los artículos y el dietario. Pienso, en cambio, que las piezas de obituario no llegan a desprenderse de un cierto carácter de urgencia, de apunte formulario. Entre estas últimas destacaría las que escribe para J. M. de Sagarra y Josep Pla. Dos personajes que aparecen a menudo en estas páginas (Sagarra, tan admirado por Luján, no se ahorra de este alguna que otra pulla: los dardos que dispara contra la obra El prestigi dels morts, pongamos por caso, son constantes).

Los editores hacen muy bien en reivindicar el barcelonismo periodístico que tiene, en Luján, una figura preeminente. Remarcan, respecto al estilo del autor, la influencia de la gran escuela representada por Pla y también por Sagarra y Camba. Estos artículos de la sección “Al doblar la esquina” nacieron de problemas localizados, principalmente los de la Compañía de Tranvías (también se administran críticas al crecimiento desordenado de la ciudad, a unas obras que se eternizan, a la proliferación de cucarachas en los pisos de L’Eixample…). Son artículos mordaces que no debieron de tomar en consideración sus destinatarios, pues el autor ironiza a menudo: “Pedimos perdón por tocar una vez más el asunto de la Compañía de Tranvías […]”

Hombre formalmente de orden, Luján se refiere al “valor de una disciplina en cualquier orden de la vida”, se queja de que Barcelona sea “una ciudad tan desaseada y triste” (hoy en día algunos periodistas y escritores ciudadanos se lamentan de que esté tan turistizada), usa una ironía que a menudo raya en el ácido sarcasmo (en cuanto a “los motivos de la duración de las obras […] nos obligan a remontarnos […] a las pirámides si queremos hallar otro ejemplo de esfuerzo descomunal”). Ahora bien, de vez en cuando alguno de estos artículos desborda el marco de la crítica ciudadana y parece abrazar la teoría orsiana sobre la urbanidad en general: véase, si no, el magnífico “Volaron dos mariposas”, brevísimo artículo que, a mi parecer, debería figurar en cualquier manual de redacción periodística.

El dietario de 1947 empieza con una referencia a Josep Pla, último protagonista de las necrológicas de la segunda parte. Un espléndido dietario que demuestra, mucho más que el resto del conjunto, que Luján era un gran escritor. Por él pululan los hombres de Destino (Agustí, Vergés, Teixidor, Pla, Brunet), hay referencias a libros, a los toros… Las descripciones de individuos son, lisa y llanamente, magistrales: el rostro de un hombre tiene “color de ladrillo recocido” y una mujer muestra una piel “de color de estómago”. La de Pla de las primeras páginas es, también, modélica: “Manos de hipertenso, con las venas densadas y la piel luciente, como encerada”. Parece Flaubert. O el propio Pla.

Jordi Llavina

Escritor

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