El potencial de la ciudad multilingüe

Miembros de la comunidad filipina residente en la zona superior del Raval jugando a baloncesto en la plaza de Terenci Moix.
Foto: Pere Virgili.

La lista de las lenguas más habladas en Barcelona evidencia que las lenguas son transfronterizas y que la diversidad lingüística es la norma. El hecho puede facilitar los intercambios y constituye un activo más del futuro económico de la ciudad.

Desde Linguapax nos hemos propuesto contribuir a hacer aflorar la diversidad lingüística presente en la sociedad catalana y barcelonesa como un modo más de poner en valor la riqueza de la diversidad y el potencial de todas las lenguas para la cohesión social y el diálogo intercultural.

Cada vez disponemos de más datos cuantitativos y cualitativos sobre la vida en Barcelona. Sabemos bastante bien cómo son las personas que viven en la ciudad; de dónde vienen, dónde nacieron, cuántos años hace que residen aquí, su género, sus estudios… Carecemos, sin embargo, de una información importante: cuál o cuáles son sus lenguas familiares. La sociolingüística ha tendido a hablar de manera preferente de lengua familiar o lengua materna. La realidad, no obstante, es que las familias plurilingües han sido una constante en países con una gran diversidad lingüística (el continente europeo seguramente sería la excepción) y, hoy, ya no son la excepción en nuestro país.

No sabemos cuáles son las lenguas con que los ciudadanos nacidos en el extranjero se sienten identificados y reconocidos, porque no se lo hemos preguntado. En el momento del empadronamiento se les pregunta su lugar de nacimiento y su nacionalidad, pero no cuáles son sus lenguas familiares. Si el número de estados en el mundo es de unos doscientos y el número de lenguas de alrededor de las seis mil (datos recogidos en el web de la Linguistic Society of America) parece evidente que en el seno de los estados la diversidad de lenguas es la norma y no la excepción.

La celebración del Año Nuevo chino en el paseo de Sant Joan, en febrero de 2015.
Foto: Pere Virgili.

Este desconocimiento no deja de ser curioso desde la perspectiva de una sociedad como la catalana, altamente sensible a la situación de las lenguas. Pese a que no disponemos de datos oficiales y precisos, se han hecho algunas aproximaciones para saber cuáles son las lenguas de las personas de origen extranjero residentes en el país y en la ciudad. Por ejemplo, el Departamento de Enseñanza de la Generalitat dispone de información sobre las lenguas familiares de los alumnos y también sobre cuáles son las lenguas de los alumnos de las aulas de acogida. Por su parte, el Grupo de Estudio de las Lenguas Amenazadas (GELA) de la Universidad de Barcelona ha realizado una labor de identificación de las lenguas de los catalanes y ya ha contabilizado más de trescientas; otra fuente de información (de tipo cualitativo) la facilitan las entidades de cooperación y de inmigración y, por último, se han llevado a cabo estudios sobre algunas comunidades.

La pregunta no se ha realizado y, cuando se realice, se tiene que precisar bien. No debemos olvidar que los prejuicios o estigmas asociados a las lenguas viajan con los hablantes, lo que es especialmente relevante para los de lenguas sin reconocimiento oficial. Tal podría ser, por ejemplo, el caso del punyabi, lengua habitual entre los habitantes del Punyab pakistaní (y también del hindú), pero sin reconocimiento oficial en Pakistán, país que otorga al urdu la categoría exclusiva de lengua nacional; es frecuente que pakistaníes hablantes de punyabi, cuando se les interroga por su lengua, mencionen el urdu (que es la lengua de prestigio, de la escolarización, de los medios de comunicación…) y rechacen ser identificados como hablantes de una lengua aún no reconocida. Sin duda, este hecho se ha dado o se puede dar con hablantes de otras lenguas sin estado, como es el caso de los amazigh de origen marroquí o de los quechuas peruanos, ecuatorianos o bolivianos.

Una tienda de alimentación regentada por ciudadanos pakistaníes en la calle de Lepant.
Foto: Pere Virgili.

Las personas cambian las ciudades

La transformación económica, urbanística y sociológica de Barcelona ha sido importante y decisiva a lo largo del siglo XX y es ahora, en el XXI, cuando las consecuencias de los cambios se concretan de distintos modos. Una de las transformaciones más visibles es la demográfica. Cataluña y Barcelona han crecido gracias a la llegada de personas de todo el mundo. En Barcelona, la población nacida en el extranjero ha pasado del 7,8 % en 2000 al 22,26 % en 2015, mientras que la población con nacionalidades diferentes de la española ha pasado del 6,34 % en 2001 al 17 % en 2014, según el Instituto Municipal de Estadística (IME).

Conocer los países y las regiones de origen, junto con datos de otras fuentes consultadas (Departamento de Enseñanza, GELA e IME), nos permite cierta aproximación a las lenguas con más hablantes: alemán, bereber, inglés, árabe, vasco, castellano, bengalí, francés, gallego, guaraní, hindi, italiano, occitano, pastún, punyabi, portugués, quechua, rumano, ruso, tagalo, ucraniano, urdu, wu y chino mandarín. Para ser más precisos deberemos ampliar la lista de nacionalidades e incluir en ella a grupos de unas 1.500 a 2.000 personas. Así la lista podría ampliarse con: búlgaro, fulani (Camerún, Nigeria, Senegal, Sudán…), georgiano, igbo y yoruba (Nigeria), mandinga (Senegal, Gambia, Guinea-Bissau), soninké (Mali, Gambia, Guinea, Guinea Bissau, Mauritania y Senegal) y wolof (Senegal, Gambia, Guinea, Guinea Bissau, Mali, Mauritania). La lista evidencia que las lenguas son transfronterizas y que la diversidad lingüística es la norma. Y también, que esta gran cantidad de lenguas es una posible fuente de intercambios de todo tipo y un activo más para el futuro económico de Barcelona, que así consolida su cosmopolitismo y su diversidad.

Esta última es desigual en el espacio público. Por ejemplo, las personas con nacionalidad italiana ocupan una de las tres nacionalidades con más presencia en ocho de los diez distritos municipales. Por ello el italiano tendría que mostrar una presencia destacada en muchos ámbitos y seguramente no es así. Quizás no todas las personas con nacionalidad italiana tienen el italiano como lengua familiar, ya que su lugar de nacimiento puede estar lejos de Europa desde hace más de dos generaciones.1 Esta es también una de las paradojas que oculta la palabra “nacionalidad”.

Buena parte de los pakistaníes se encuentra en el Raval (Ciutat Vella) y en el Poble-sec y el Parque de Montjuïc (Sants-Montjuïc); cada vez es más habitual escuchar urdu y punyabi en sus conversaciones y establecimientos. Para la comunidad filipina (presente también en estos barrios) el inglés es uno de sus activos, especialmente valorado en las actividades de servicio doméstico y de cuidado de los niños, y el tagalo se limita a los ámbitos privados. En Fort Pienc y en L’Esquerra de l’Eixample la comunidad china es especialmente numerosa, pese a que su presencia se extiende a todos los barrios por medio de bazares y bares. En el Turó de la Peira y en Ciutat Meridiana ecuatorianos, bolivianos, hondureños y dominicanos son mayoría y seguramente en el ámbito privado el quechua, el aimara y el guaraní mantienen su espacio. En el extremo opuesto, el inglés es la lengua más visible en el espacio público, tras el catalán y el castellano, y su presencia no para de crecer.

Las lenguas que viajan con las personas hoy buscan su espacio para vivir dignamente dentro de Barcelona. Es una responsabilidad compartida velar para que el patrimonio que aportan se convierta en un motor de riqueza y de oportunidades. Desde Linguapax Internacional trabajaremos en esta dirección.

Nota

  1. Datos de 2014 para toda Cataluña. Personas con nacionalidad italiana nacidas en Italia, el 49 % del total; en Argentina, el 25,5 ⁠%; en España, el 6,9 %; en Uruguay, el 6,2 %, y en Venezuela, el 2,4 %.

Mercè Solé i Sanosa

Vocal de Linguapax Internacional

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