Custodia Moreno Rivero

2021

Custodia Moreno Rivero

Custodia Moreno Rivero

Las ciudades no aparecen de la nada, sino que son el producto del esfuerzo de las personas que viven allí y que, a menudo, han tenido que luchar para que su entorno fuera un poco más habitable. La pregonera de este año, Custodia Moreno Rivero, es una de estas luchadoras, una activista, feminista y líder vecinal que tuvo mucho que ver, entre otras cosas, con la desaparición del último barrio de barracas del Carmel.

Custodia Moreno Rivero nació en Granada en 1943, pero era tan pequeña, en 1947, cuando llegó a bordo del famoso Sevillano a la estación de Francia con sus padres y un hermano de doce años, que casi no recuerda nada más que el viaje interminable y el frío terrible que sintió al llegar a la ciudad. Como tantas otras, la familia había sido víctima de una estafa y le habían alquilado un piso en Barcelona... donde ya vivían tres familias más. No tuvieron otro remedio que instalarse en una de las barracas de la calle de Raimon Casellas (las barracas "del Santo", debido a una imagen del Sagrado Corazón que todavía se puede ver), uno de los núcleos que se fueron construyendo en el Carmel y en Can Baró. En aquel momento solo había una veintena de barracas, pero con los años llegaron a ser cerca de 550 en toda la zona, construidas sin ningún tipo de planificación urbanística ni los mínimos servicios. Quizás en Barcelona había más oportunidades que en los pueblos o en las ciudades de donde procedían, pero las condiciones de vida de aquellos migrantes no eran fáciles.

En las barracas donde vivía Custodia, por ejemplo, no había alcantarillado sino un cubo donde hacer las necesidades, no había electricidad sino velas o luces de carburo y no había más agua corriente que la que manaba de la fuente. No es de extrañar que, teniendo que vivir en condiciones más propias de otros tiempos que de mediados del siglo XX, los habitantes de aquellas precarias barracas pensaran más en resolver el presente que en el futuro y que, por lo tanto, hubiera tan pocos vecinos (y menos aún vecinas) de aquellos barrios que llegaran a la universidad.

Con una clara conciencia de su condición de mujer, Custodia no tenía dudas de que quería mejorar su vida, pero que su destino no podía ser trabajar de peluquera ni esperar a un príncipe azul que la liberara... o la esclavizara. Por eso, mientras trabajaba como administrativa en la Clínica Barraquer, con 14 años, empezó a estudiar el bachillerato por las noches y, una vez que obtuvo el título, se licenció en enfermería en la escuela universitaria del Nen Déu. Tenía que esperar a que su familia se durmiera para poder ponerse a estudiar a la luz de las velas en un dormitorio que era, también, el comedor de la casa.

Pero, además, entre clase y clase, aquella joven estudiante de enfermería reclamaba sus derechos y los del barrio, donde ya se la conocía por su personalidad reivindicativa y decidida, exigiendo los mínimos servicios de los que disfrutaba el resto de la ciudadanía. Desde 1968 estaba implicada en la lucha vecinal, pero también en la lucha feminista, promoviendo la educación sexual y la información sobre los métodos anticonceptivos entre las mujeres del Carmel en los años 70. Una vez casada, en el año 1972, Custodia cambió la barraca por una casa de autoconstrucción que sus padres habían ido levantando en el Carmel durante los fines de semana.

En 1971, ella oía al entonces alcalde Josep Maria Porcioles prometer que un año más tarde ya no quedaría ninguna barraca en el Carmel. Pero las barracas siguieron allí muchos más años, aunque en 1974, cuando Custodia presidía la Asociación de Vecinos del Carmel, llegaron al barrio el alcantarillado y el agua corriente.

La prometida desaparición del último núcleo de barracas del barrio se hizo esperar hasta noviembre de 1990, cuando el alcalde Pasqual Maragall convocaba a los líderes vecinales y a la prensa de la ciudad y cogía personalmente una gran maza para dar el golpe de gracia a una de las últimas barracas de la calle de Francesc Alegre. En el barrio, sin embargo, todavía faltaban servicios y quedaban pendientes muchas reivindicaciones. De acuerdo con las asociaciones vecinales con las que había trabajado hasta entonces, Custodia acabó siendo consejera independiente del Distrito de Horta-Guinardó en las listas del PSC; posteriormente, concejala independiente en la candidatura de Maragall al Ayuntamiento y, finalmente, comisionada para el desarrollo integral de la zona norte del distrito de Horta-Guinardó.

Ya jubilada, hoy sigue fiel al compromiso vecinal, social y político que ha propugnado siempre. Y es que ella ha seguido defendiendo los derechos de los vecinos y las vecinas, pero también la memoria de las barracas y de todas aquellas personas que lucharon por mejorar las condiciones de vida de los que vivían allí. El año 2009 le entregaron la Medalla de Honor de la Ciudad que ella se había ganado por méritos propios, pero que también fue un premio para todos aquellos luchadores y luchadoras que, en plena dictadura, consiguieron, de entrada, perder el miedo; después, pedir soluciones a sus necesidades diarias; y, además, promover unos cambios sociales y políticos que han hecho de la Barcelona de hoy una ciudad más justa.

Custodia Moreno Rivero